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La agroindustria, clave para la reactivación sojera

Por Gustavo Idígoras, Presidente de Ciara-CEC.

La agroindustria es el primer motor de la reactivación económica del país y de la mejora de la salud fiscal a través del aumento de la producción y exportaciones.

Recordemos que todo el proceso productivo de la producción agrícola requiere de una alta dosis de uso de tecnologías (insumos, maquinarias) y planteos agrosustentables planificados y eficientes (siembra directa).

Celebramos la capacidad que tienen nuestros productores en el "saber hacer", eficiente, laborioso y altamente tecnificado, mientras que la industrialización de granos y oleaginosas implica más trabajo, más insumos, mayor tecnología y mayores valores de productos exportados.

Desde fines de 2018, el complejo cerealero oleaginoso ha experimentado un mayor proceso de exportación de granos que de manufacturas de origen agrícola.

Así, las exportaciones de harina de soja –el principal producto de exportación del país- cayeron un 9% entre enero- junio de 2020, en tanto que las de biodiésel se han derrumbado al peor nivel en once años.

Debemos ser conscientes de que exportar valor agregado desde la Argentina es exportar trabajo argentino y que la capacidad ociosa de la industria de la molienda, que ronda el 50 por ciento, significa menos trabajo, menos empleos, menos ingreso de divisas y menor recaudación fiscal en nuestro país.

Es razonable plantear la necesidad de no castigar tributariamente la exportación de manufacturas de origen agrícola y por eso la industria aceitera plantea que hoy tener nominalmente las mismas alícuotas de derechos de exportación entre el poroto de soja, harina y aceite de soja es pagar más impuestos.

La agroindustria de maíz, del trigo, de las carnes, lácteos y demás tienen alícuotas de derechos menores, no para generar transferencias de recursos intracadenas, sino para generar condiciones equitativas impositivas.

Por otra parte, una agroindustria fuerte mejora condiciones de precios y tracciona mayor producción primaria.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario, la molienda de soja podría abonar un promedio de siete dólares más por tonelada de soja.

Por otra parte, permite la desestacionalización de la producción, a la vez que produce una diversificación de los mercados externos.

Según datos de esa entidad, en 2019 el grano de soja el 88% fue despachado a China, mientras que el aceite de soja fue adquirido por 39 países y la harina, por más de 25 mercados.

Variando y aumentando la matriz exportadora se disminuirán los riesgos de colocación de los productos, generando mayor estabilidad ante los vaivenes externos, así como disminuyendo la presión de los costos de los fletes internacionales.

Finalmente, como resultado de la dinamización de la industria aceitera, podríamos romper la inercia de los volúmenes anuales de producción de soja en la Argentina.

Productores con mayores tecnologías para mejorar rendimiento y calidad y una industria aceitera fuerte nos dan la garantía de agrandar la torta, es decir, producir 70 millones de toneladas de soja.

Ese debería ser el único objetivo como cadena de valor.

Dejemos de lado intereses particulares y trabajemos juntos en alcanzar esa meta.