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Con el tiro del final, Rivadavia ganó la batalla de ida, pero la guerra continúa

Con gol de Javier Demarchi a los 44’ del complemento, el “verde” venció 1-0 a Argentino en Arroyo Cabral. Luego de esa conquista, al “lobo” le anularon un gol de Díaz por supuesta falta a Berardo. Antes, Gayoso marró un penal

El fútbol lejos está de ser una guerra, pero el clima que se generó ayer en Arroyo Cabral fue bélico.

Rivadavia se impuso 1-0 a Argentino, le ganó el duelo de invictos y dio un gran paso en busca del bicampeonato, aunque la serie se definirá en territorio de “lobos”.

Hubo poca gente para semejante semifinal entre invictos. Hay buenos jugadores. Hizo demasiado frío, es verdad, pero todos se fueron muy calientes.

Es que al poco fútbol ofrecido, se le sumó un final plagado de emociones y polémicas.

Todo Argentino se retiró convencido que “lo robaron”. Rivadavia, en cambio, estima que siempre se dude de la honestidad y la jerarquía de un equipo que lleva 17 partidos invictos.

El campeón Rivadavia sabe por ser campeón, cómo salir ileso del “tiroteo” que suele producirse en sus friccionados y polémicos partidos, y ayer dio una muestra más. Ganó y sigue invicto a su manera, y dejó sin invicto y “recaliente” a Argentino.

Nadie puede dudar de su equipo campeón, que puso todo. De la sangre de campeón que puso, para destrabar un duelo que iba rumbo al 0-0. Pone y gana, va al frente y sigue ganando. Juega para ganar. Guste o no, así vive y lo siente, por eso está a cerca del “bi”.

El “lobo” perdió la batalla, pero no la guerra. No se entregará tan fácilmente. Sabe perder, sabe levantarse solo, y con su estilo.

El árbitro no convenció a nadie al intentar explicar 3 fallos. Rekers es un juez cordobés que tiene buenas condiciones, pero se retiró en un mar de dudas que generó al adoptar decisiones (erróneas), y asumiendo el riesgo de ser protagonista. Lo fue.

Ayer hubo poco para rescatar de un primer tiempo mal jugado, en un campo en malas condiciones. El “verde” intentó poner el pecho, y a los 2’ Gayoso aprovechó para escapar a partir de un saque lateral, pero elevó.

Argentino intentó jugar. Respondió cuando Moreno le cedió el balón a Díaz, que probó los reflejos de Berardo, que respondió.

Cada uno con sus “armas”, fueron armando una batalla en la que se jugó muy poco. La mejor prueba es que Ñáñez y José Villagra se cansaron de recuperar, y fueron los mejores del cotejo.

Claro que su aporte de recuperación fue más clave que el de su buena salida. Pedernera y Martínez se dedicaron a maltratar a Díaz, que apoyándose en Rosales o Galíndez, se las ingenió para llegar a Fuente, al que rara vez no le cometieron faltas. El “Pulga” Villagra no dejó que Moreno hiciera valer su velocidad, y el “verde” no sufrió.

Claro que tampoco atacó. Sólo se acercó con un pelotazo de Demarchi, que Ronco tardó en atrapar, y chocó con Gayoso, que lo golpeó y fue amonestado (30’).

Gayoso insinuó más de lo que concretó, y Albiero casi no la tocó (nunca se la dieron limpia).

Entonces, el “lobo” tuvo una más: Díaz frotó la lámpara, y Fuente definió. Tapó Berardo.

Luego de 45’ para el olvido, el “verde” se acomodó al partido, y el “lobo” dejó de manejar la pelota y sufrió. Es que Rosales se lesionó cuando empezaba a mostrar su cambio de ritmo (Berardo le contuvo un intento), y Gaitán ingresó en la refriega hasta salir malherido (lo sustituyó “Pelé” Andrada). 

Santoni puso a Gozzerino por derecha, puso a Páez por Albiero y puso a Javier Demarchi por Gayoso. No se guardó nada.

Su equipo también puso sin guardarse nada hasta el final y con el corazón en la mano. El “lobo” dependió de los tiros libres de Díaz (por poco Molina no conectó a los 17’), producto de las fricciones sin límites por parte del árbitro cordobés.

El juez hizo su aparición como actor principal al sancionar un penal por una mano de Galíndez, tras un cabezazo de Gayoso. 

No pareció penal, porque no hubo tiempo para que moviera la mano (estaba de espaldas al balón), que no ocupó espacios desmedidos como el juez dijo.

Gayoso marró el penal, y con amarilla le cometió infracción a Galíndez. El juez no lo expulsó (32’) y Santoni lo sacó (34’).

Aunque Ronco controló un tiro de Pedernera (39’); y Berardo cortó un centro de Moreno (41’), el 0-0 parecía inamovible. Pero el “verde” puso más, impulsado por “Peto” Villagra y Martínez. El “Indio” envió un centro y dejó solo a Javier Demarchi frente a Ronco, pero pifió y desvió (43’). Creyó en el milagro, y Ronco voló ante un misil de Gozzerino, que casi le derrumba el palo. 

José Villagra cruzó la última pelota para Javier Demarchi que esta vez la puso abajo, contra el palo izquierdo de Ronco (44’).

El 1-0 fue inesperado, como la posterior floja salida de Berardo, que cayó al intentar despejar el tiro libre del final de Claudio Díaz que fue gol. El juez creyó ver una infracción de Mauro Fuente, que estaba de espaldas al arco (si estaba en offside, no fue cobrado).

El árbitro se hizo cargo de lo que sancionó: un penal que no pareció (aunque la mano de Galíndez sí existió), y una falta contra Berardo en la última jugada (nunca Fuente “cargó” contra el “1”). El campeón se hizo cargo de sacar adelante la semifinal en su casa. De las dudas y la “calentura”, que se hagan cargo los dirigentes de la Liga Villamariense. 

El fútbol no es una guerra. Pero tras esta batalla, el domingo esta guerra continúa, y... hay que hacerse cargo.                 

Edgar Scauso.  Redacción Puntal Villa María.

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