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El cansancio y el fastidio, dos efectos psicológicos de un proceso interminable

El reconocido psicoanalista Luis Darío Salamone indicó que a esos dos síntomas cada vez más presentes debe sumarse la incertidumbre por la falta de perspectivas sobre el fin de la pandemia. Cómo afectan las crisis económica y sanitaria. La incidencia en los niños.

Cansancio. Angustia. Fastidio. Incertidumbre. Los más de 200 días que pasaron desde que se inició la cuarentena por el coronavirus han dejado huellas en los argentinos. En algunos más que en otros. En algunos las marcas son más intensas, otros muestran más capacidad de asimilación.

Luis Darío Salamone es un reconocido psicoanalista argentino, miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Tiene un doctorado en Psicología Social.

Sostiene que el encierro y la incertidumbre tendrán consecuencias pero que son procesos que no pueden estar sometidos a generalizaciones, sino que dependen de cada persona, de cada individuo.

- Ahora que van más de 200 días de aislamiento, el proceso nos afecta tanto desde lo individual como desde lo social. ¿Cómo nos alcanza o nos modifica como individuos esa situación inédita, que no han conocido esta generación ni las precedentes?

- El problema es que es muy particular. Seguramente, es algo inédito y tiene una gran afectación en las personas, pero eso depende de cómo es cada uno. Hay diferentes tipos de respuestas a lo que está pasando.

- La diferente capacidad de asimilación...

- Claro, hay personas que se pueden adaptar mejor a la situación que vivimos y hay otras que ponen en crisis determinadas cuestiones que ya estaban en su estructura pero que se amplifican en su dimensión, quizás. Cualquier tipo de respuesta nunca puede ser una generalización. Evidentemente es algo desconocido que provoca un impacto y cambios, pero eso depende de la capacidad de cada uno.

- ¿Ese criterio también se aplica socialmente? ¿No todas las sociedades tienen los mismos mecanismos de defensa y de actuación ante este tipo de fenómenos?

- Cada sociedad está regida por lo que sería un ordenamiento simbólico que tiene sus características. Creo que, por ejemplo, los argentinos estamos muy acostumbrados a las crisis, no de este tipo pero sí a las económicas. Hay sociedades que no lo están. Recuerdo que hace años viajé a Madrid en lo que se suponía era una crisis terrible económica para ellos y uno no lo palpitaba de la misma forma porque estaba acostumbrado a cosas bastante peores. La sociedad está compuesta de individuos, de sujetos que también tienen sus características cada uno, pero no deja de haber un ordenamiento social a partir de ciertas cuestiones culturales que juegan. Ahora, lo que que sí puedo mencionar son algunos tipos de reacciones que aparecen en algunas personas. Estoy notando, por ejemplo, que hay dos síntomas muy comunes. Uno es el cansancio, la gente está cansada de todo esto y a muchos les ha pasado que suspendieron sus actividades laborales y han experimentado mucho por dispositivos tecnológicos a los que uno no estaba acostumbrado, no al menos todo el día. Y eso genera un cansancio no habitual, bastante particular, no el que uno estaba acostumbrado a escuchar y que trabajaba siempre. Ahí hay un adicional que tiene que ver con el uso de las tecnologías. Otro síntoma es el fastidio. La gente está cada vez más fastidiosa por el encierro. Sabemos vivir bastante encerrados pero no de la forma en que lo estamos ahora.

- Tal vez porque el otro encierro da la sensación de que es voluntario, ¿no?

- Exactamente, no es lo mismo que uno lo decida a que sea impuesto. Aparte, hay mucha gente que no cumple la cuarentena como es debido, pero también está la sensación de peligro, si es que uno no se somete a lo que serían las restricciones. Acá también se juegan cuestiones particulares que tienen que ver con la relación que uno tiene con la ley o con la relación que uno tiene con el peligro, con el peligro de muerte.

- Estos 200 días de tensión permanente han obligado a tener la guardia siempre alta porque lo que está latente es ese peligro de muerte del que usted habla.

- En principio, siempre hay una relación muy compleja con el tema de la muerte. En algunos sujetos más que en otros. Depende de la estructura clínica y de qué relación tiene uno con las fantasías. En psicoanálisis lo llamamos “nuestros fantasmas”. También eso se vive de una manera diferente. Muchas veces se puede llegar a una situación de angustia. Pero se agrega un factor más y es el no saber cómo ni cuándo va a terminar todo esto. No es que sabemos que se va a terminar en algún momento. Por lo tanto, está también la incertidumbre, no solamente por lo que nos pueda pasar a nosotros, sino también porque no tiene una salida clara, no se sabe cuándo se va a terminar.

- Muchas veces se le dice a la sociedad que es necesario un esfuerzo más, 14 días más de restricciones, pero cuando llega esa meta vuelve a extenderse.

- Me parece que es una cuestión sobre la que no se sabe mucho y entonces se va yendo paso a paso. Pero hay que ver bien esa estrategia cuánto tiempo dura sin que muchas personas agoten esa capacidad de resistencia. Porque es como que estás llegando a la meta y te la corren. Uno supone que no es esa la intención, sino que van viendo cómo la cosa va aconteciendo. Y ahí volvemos al terreno de la incertidumbre. Una de las características de las neurosis, en general, es la incapacidad para decidir. Pero cuando uno toma una decisión, contrariamente a lo que se supone a veces, uno se tranquiliza, uno ya sabe lo que va a hacer, más allá de que se encuentre en una situación difícil. Pero acá hay una decisión que se toma y que se vuelve a tomar a cada rato; no es algo claro, pero es parte de la problemática del asunto. No sé si es un problema en el sentido de lo político del asunto. Esto está pasando en todos los países del mundo.

- En una entrevista que se publicó ayer, Louise Glück, la poeta norteamericana que acaba de ganar el Nobel, dice que escribe sobre la mortalidad porque descubrirla de niña fue un shock muy grande para ella. Y ahora los niños, nuestros niños, están sometidos y expuestos a un discurso que les plantea el riesgo permanente. ¿Esa presión para que se cuiden, para que no se contagien, puede tener incidencia en ellos?

- Seguramente va a incidir porque los niños tienen un momento de la vida en el cual todo lo que vayan viendo, aprendiendo, lo que se les comunique es tomado por ellos y eso tiene un valor estructurante. Uno se va conformando como es uno; el carácter, la forma de ser, las fantasías, los temores. Seguramente de alguna manera incide. Eso va a ser parte de lo que vamos a ver clínicamente dentro de algún tiempo.

- También está el aspecto de cómo el encierro afecta su proceso de socialización.

- De la socialización y la escolarización. No es lo mismo la educación presencial que virtual y complica también el panorama en cada casa. Es otro tipo de relación que se genera, distinta a la que existe cuando van al colegio. Seguramente también va a haber incidencia en ese plano.

- Argentina es un país inmerso siempre en crisis pero ahora está sometido a una doble tensión: la material, la económica, la incertidumbre por el trabajo y la plata que no alcanza y, por otro lado, el riesgo latente de la enfermedad.

- Sí, y con resultados insospechados. Porque sabemos que la crisis puede profundizarse. Seguramente va a haber un antes y un después. Žižek piensa que esta crisis es un golpe estilo “Kill Bill” al capitalismo. Creo que es verdad que ha cambiado condiciones pero, cuando se reactive la vida social, el capitalismo va a mostrar nuevamente su realidad discursiva. Aunque me parece que sí va a haber cambios con relación a ciertas costumbres, ciertos hábitos. Por un lado, lo que tiene que ver con la limpieza y también, por el otro, con el uso de la tecnología. Ya ahora es algo masivo, pero mucha más gente va a quedar en relación con la tecnología.

- En ese plano, el distanciamiento social entonces puede extenderse más allá del período de pandemia.

- Hay que ver cuánto nos dura eso. Es otra de las cuestiones culturales que tenemos los argentinos. Compartir cosas con el otro y eso hasta problematiza la cuestión de la pandemia. Hay una propuesta de un psicoanalista español que planteaba que, si bien existe el aislamiento social, eso no implica que no pueda haber un acercamiento subjetivo. Hay que facilitar, hay que usar la tecnología quizás para poder acercarnos. No es lo mismo; hay cosas que se pierden, pero es una forma de paliar los efectos del aislamiento.