Con una actividad casi nula en el primer tiempo, el nacido en Casilda jugó más con los pies que con las manos en esos primeros 45 minutos, en los que respondió bien y no tuvo grandes ataques del conjunto africano.
A los 82, cuando la presión crecía porque la Selección volvía a quedarse afuera en primera ronda, como en aquel fatídico 2002, tras un lateral cerca del área el 9 nigeriano, Odion Ighalo, logró evadir la marca de Nicolás Otamendi y, ya dentro del área, tuvo un mano a mano contra Franco Armani, ya que la arrastrada de Ever Banega sería a destiempo.
En la jugada más clara de los africanos, el arquero de River Plate achicó bien el primer palo y su pierna izquierda evitó el 2-1 para las "Águilas": a medida que la pelota rebotaba y se alejaba del arco, la posibilidad de una catástrofe desaparecía y los 44 millones de argentinos volvían a respirar.
Escasos minutos más tarde, a los 86, un tiro libre volvió a paralizar los corazones de todo un país: aunque la pelota salió cerca del palo, la mano izquierda de Armani estaba tapando el ángulo para dar tranquilidad a todos.
Con el gol de Marcos Rojo y el pitazo final, el arquero y sus compañeros finalmente respiraron tranquilos, disfrutando la clasificación más allá del sufrimiento que requirió.
"Hizo un gran esfuerzo este grupo. Estoy muy orgulloso de cada uno de ellos. Hoy era la última oportunidad que teníamos.
Era ganar sí o sí y sacamos todo. Hicimos un gran esfuerzo para clasificar y ahora empieza lo lindo del Mundial", sostuvo el hombre del 12 estampado en el buzo naranja.
"Desde atrás uno (lo vivió) sufriendo, porque necesitábamos meter un gol. El equipo nigeriano se había parado bien, había cerrado los espacios", contó Armani, en alusión al tanto anotado por Rojo.
Y agregó: "Teníamos que mentalizarnos que era clave el resultado de hoy. Estoy orgulloso de los compañeros y este grupo porque ha dejado todo adentro del campo de juego".
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