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La gloriosa hora de declararnos libres e independientes del odio

Lunes 6.- El rey Juan Carlos habría ocultado en Suiza una “donación” de cien millones de dólares de Arabia Saudita.- La semana de la independencia arrancó trayéndonos esta novedad protagonizada por nuestro ilustre visitante de hace cuatro años, cuando en el acto del Bicentenario un sensible súbdito Mauricio le habló a su “querido rey” de la angustia que sentíamos por independizarnos de quienes -y quién podría ponerlo en duda frente a noticias como ésta- han dejado entre nosotros tan profunda huella genética y/o sociocultural. Lean si no: El abogado gestor de los fondos en Suiza del rey emérito Juan Carlos de Borbón declaró ante la justicia helvética que su cliente le encargó "crear una estructura" para ocultar el dinero que recibió de la dinastía saudí, en agradecimiento por haber aceitado las negociaciones para algunos contratos binacionales. Todo viene después de la publicación de declaraciones de una querida amiga del Juanca, Corinna Larsen, de que recibió de su querido amigo “por gratitud y amor" 65 millones de euros. ¿No les suenan todas estas muestras de gratitud típicamente argentas, no da la impresión de que honrar el amor y la amistad con depósitos en Suiza (o efectivo circulando en bolsos, una versión algo más rústica de la misma tradición) es parte de una herencia de la que nuestros propios monarcas no se independizaron nunca? Es como aquel refrán castizo que este columnista escuchó tantas veces desde su infancia (gracias, Martha): El que a su casta parece, honra merece.

Martes 7.- “Estoy perfectamente bien”, dijo Bolsonaro al informar que contrajo el Covid-19.- Ni hacía falta que aclarara que no va a dejar de ser el mismo nada más que por un resfriadinho de morondanga. “No hay que tener pavor, es la vida”, declaró sin embargo en una incursión en la reflexión filosófica algo inusual en un hombre de acción como él, onda cuando te toca te toca, qué le vamos a hacer, por más que, dejándose abrazar por la gente como participante de las multitudinarias manifestaciones en su respaldo, en materia de distanciamiento social haya tenido un comportamiento caracterizado por la mesura y la prudencia que los brasileños están acostumbrados a apreciar en su discurso y en su gestión. Sensible como siempre, se acordó de tranquilizar a súbditos predispuestos a la angustia: se sacó el barbijo para demostrar que tiene buena cara, omitiendo escupir en dirección a los periodistas como para desmentir su fama de provocador, e informó que está siguiendo un tratamiento indicado contra la malaria -qué diferencia puede haber entre un bicho y otro- garantizado por él mismo y por Donald Trump. Una droga apenas cuestionada por organismos desprestigiados como la Organización Mundial de la Salud y científicos levantiscos y sin imaginación como los dos ministros de Salud que tuvo que echar y reemplazar por un general que no sabrá nada de epidemias pero sí cómo hacer que el virus se encuadre y respete la cadena de mando.

Miércoles 8.- Macri advirtió sobre el uso de la pandemia para “atacar nuestras libertades”.- Muy oportuna aparición de Mauricio para advertirnos acerca de los peligros que se ciernen sobre la democracia en nuestra América Latina: empiezan con un “autoritarismo soft” y terminan en Venezuela. Menos mal que para plantarnos contra esos abusos contamos con el liderazgo de un estadista de categoría que demostró desde la primera hora su apego a las reglas de la institucionalidad nombrando dos integrantes de la Corte Suprema por decreto, ratificó su compromiso en la lucha contra la discriminación cambiando la ley del blanqueo para que también pudieran sumarse sus propios discriminados parientes, y tuvo la lucidez para advertir a sus funcionarios que si seguían así “se iban a la mierda” justo antes de que, qué clarividencia, todo se fuera a la mierda. Logros todos para los cuales no necesitó de ninguna pandemia como excusa, que él y el mejor equipo de los últimos 200 años se bastaron solitos. De todas formas, no cabe duda de que la brillante salida a escena de nuestro presidente emérito se vio opacada por la insidia del entrevistador Álvaro Vargas Llosa, que arteramente omitió preguntarle por las razones por las cuales permanecen ocultos los grandes progresos en la economía y la institucionalidad alcanzados durante su gobierno o por el extraordinariamente sagaz manejo de la “inteligencia” (es un decir) del más vivo de sus amigos, Gustavo Arribas. Asuntos que con toda certeza, si el nene de Mario le hubiera dado la oportunidad de abordarlos, le habrían permitido a Mauricio un lucimiento tal que ya estaríamos viviendo el operativo clamor para su regreso en 2023.

Jueves 9.- “Vine aquí a terminar con los odiadores seriales”.- No es un dechado de originalidad, no, pero ¡qué gran frase para darle una impronta única a su primer discurso en un aniversario de la independencia la del presidente Alberto Fernández! Decíamos que no es un dechado de originalidad porque ya sabemos que el kirchnerismo se la tiene jurada a los odiadores seriales desde siempre, los escracha en actos públicos y por las redes sociales, les manda inspecciones de la Afip, reproduce memes en que amadores seriales del movimiento nacional y popular les llenan la cara de dedos, y, por qué no, amaga con armarles causas penales. De hecho, hay caracterizados militantes para los cuales terminar (o más bien exterminar) con los odiadores seriales es la razón de su vida, como Hebe o Luis D’Elía, que deberían ser convocados al efecto si el anuncio de Alberto va en serio. No vamos a negar que es un desafío peliagudo, porque la onda paz y mano tendida ya había sido cultivada antes, por Cristina, por Mauricio, y hasta podríamos remontarnos a Mitre, Rosas y los congresistas de Tucumán, y por algún motivo misterioso nunca termina de prender. A lo mejor es porque los odiadores seriales suelen resistirse a entender que los que tienen razón son los que, enarbolando las banderas del amor, quieren borrarlos sin contemplaciones de la faz de la tierra.

Viernes 10.- “Si se busca instalar un discurso de odio, hay que ir desarmándolo porque, si no, sucede lo de ayer, se agrede al que piensa distinto”.- Íbamos a terminar destacando un discurso de amor: el del intendente jujeño que, henchido de fervor patriótico, copió el discurso del presidente norteamericano que en “Día de la Independencia” salvó a sus súbditos terrícolas de unos aliens que terminaron por ser más feos aunque menos duros de roer que este virus de porquería. Pero, como salió a destacar el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, la prioridad del momento son el odio y los odiadores, responsables del cobarde ataque contra los periodistas del canal del amigo Cristóbal López, pero si los agredidos hubieran sido el gordo Larrata, el infeccioso Leucocito o el otro gordito lechoso igual habríamos salido a defenderlos porque nadie respeta tanto la libertad de prensa ni ama tanto a los periodistas como nosotros. A lo sumo propondríamos un juicio popular con todas las garantías de imparcialidad y de que la condena sería de ejecución condicional, alguna tarea comunitaria como la de repartir entre los necesitados libritos de El Nestornauta con una pechera de La Cámpora. Habrá que enseñarles a los odiadores con el ejemplo, que aprendan de cómo tratamos nosotros “al que piensa distinto”: se le explica que su odio se debe a su incapacidad de entender que todo lo hacemos por su bien, que lo estamos cuidando, y que si no se da cuenta es porque es un imbécil globoludo cuyo cerebro ha sido colonizado por el virus imperialista y cipayo plantado por los medios hegemónicos. Pero eso sí, de ningún modo se lo agrede, faltaba más.