“El Mundial vendió más celeste y blanco que el Día de la Bandera”

Cotillones, mercerías y casas de deporte coincidieron que el “boom” de los colores patrios se debe a la Copa del Mundo más que a nuestra enseña. Muy a pesar de que “no habrá fervor hasta que no gane la selección”

Como la Virgen de la cual toma su nombre, Villa María se vistió de celeste y blanco. Autos y vidrieras, casas y bares y hasta alguna chica con las mejillas pintadas para la única “guerra santa”.

Aunque muchos coinciden en el “desinterés” con el que se está viviendo la actual copa del mundo, uno se pregunta si esa sinfonía en “nube y cielo” se debe sólo al Día de la Bandera que acaba de pasar.

Para responder a esa pregunta, valga este pequeño recorrido por algunos comercios emblemáticos de la ciudad.

Galeras y sombreros de arlequín

Hace 25 años que Alberto Aisama lleva adelante un cotillón en Bulevar Sarmiento 940. Y la primera consulta es para él.

“Se están vendiendo artículos tanto por el Mundial como por el Día de la Bandera. Para esta época es indispensable la galera, el bastón y el shabot en los actos. En cuanto al Mundial, se nota la crisis pero algo se vende. Lo que más salen son los sombreros de arlequín. Si bien no hay tanto interés por este mundial, es en el que más se ha vendido. El circo de la Copa impacta cada vez sobre más personas. Y las mujeres, que antes no veían los partidos, hoy están a la par de los hombres. El factor femenino que se incorporó al fútbol es el que está haciendo la diferencia”.

Fundada en 1978, “La Papelera” (Bulevar Sarmiento 1359) nació con el Mundial argentino. Y Francisco, uno de los vendedores, cuenta que “están saliendo muchas banderas y los banderines para los autos. También papel crepe celeste y blanco”. Pero Sergio, el cajero, con 20 años en la casa, no tiene dudas: “Hasta ahora, el Mundial vendió más celeste y blanco que el Día de la Bandera. Pero también es cierto que si avanzamos en la copa se irá vendiendo más.

Nancy es la empleada con más antigüedad de La Casa del Comercio (Bulevar Sarmiento 1387) y confirma que “se han vendido más artículos de la Selección; pero tiene que ver con que las maestras ya hicieron la compra grande el 25 de Mayo y decoraron las aulas  hasta el 9 de Julio. Sin embargo, ellas han incidido en las ventas futboleras porque han pedido a los chicos que lleven puesto algo de la Selección. Por eso la venta de vinchas, gorros, bufandas, arlequines...  Pero no habrá fervor hasta que la Selección gane un partido”. 

Después de Messi, Pavón y Dybala

Federico es vendedor en un comercio de deportes en calle Entre Ríos y cuenta que“desde que empezó el Mundial se venden un montón de camisetas argentinas; 30 o 40 por día. La que más sale es la de Messi, pero después viene la de Pavón y Dybala. Este año se juntó el Mundial con el Día del Padre; y eso marcó la diferencia. El modelo de camiseta que más se vende es la celeste y blanca. Por cada cuatro podés vender una azul o una negra, como la que usamos contra Islandia. Hoy, una camiseta réplica cuesta 380 pesos, pero la original está en dos mil”.

Marta de una tradicional librería de calle Corrientes al 1000 comenta que “los colegios compran más para el 9 de Julio, aunque de la zona vienen el 25 de mayo. Se han vendido banderas pero salen todo el año. Hay mucha gente que las cuelga del balcón. También las escarapelas. Muchos estudiantes extranjeros se la llevan de recuerdo y los que se van de viaje la llevan con pin y la regalan como souvenir”.

En el local contiguo se levanta Casa Diva; la mercería más antigua de la Villa. Su dueño, Isaac Gornitz, tiene una especialidad. “La cinta argentina es un clásico y uno la lleva en el alma. En estos días se han vendido mucho, tanto por la Bandera como por el Mundial. Muchos decoran vidrieras. Hay cintas de varios anchos, hasta de 20 centímetros para los abanderados”. 

Y Gornitz desenrolla la cinta como se desenrolla un sueño. Quizás su apellido ruso embanderado en celeste y blanco nos de suerte esta tarde en Nizhni, donde seguramente también habrá una Casa Diva llena de cintas y recuerdos.



Iván Wielikosielek. Redacción Puntal Villa María

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