Y esto fue lo que se vivió este lunes cuando unos doscientos argentinos convocados simultáneamente por las redes sociales dejaron su impronta en el mediodía moscovita plagados de ilusiones y, por supuesto, "recomendaciones" para los brasileños en el camino hacia la final.
Camisetas de Defensores de Belgrano y Douglas Haig de Pergamino que se confundían con sus colores rojos y negros, junto a las de San Martín de Tucumán y Newell's Old Boys daban cuenta de que el interior argentino está ya haciéndole el aguante a la selección en Rusia.
Amilcar Alías, de Cipolletti, encabezó la convocatoria apoyado por un grupo de los creadores de los temas musicales que identificarán a Argentina en el Mundial parafraseando un tema de Callejeros y otro del inefable Pepo.
La comparsa se armó enseguida en derredor de los enviados de Télam y se fue extendiendo conforme se fueron sumando al grupo cada momento más cuantioso, hinchas de México, Perú, Colombia y, sobre el final, hasta se animaron algunos brasileños.
La camaradería, a 15.000 kilómetros de Argentina empuja al encuentro, a saltar y desplegar banderas con las caras emblemáticas de Diego Maradona y Lionel Messi, y a pedir por otro título mundial "como en el 86".
"No puede ser que algunos argentinos todavía no están convencidos de valorarlo a Messi, cuando a cada persona que le digo por aquí que soy argentino, enseguida nos identifica con él", sostuvo Alías a manera de reproche para con alguno de sus compatriotas.
"Nosotros formamos un grupo que tenemos la suerte de poder seguir a la selección argentina por el mundo, y como no vamos a hacerlo si tenemos a Messi. Hay que seguir disfrutándolo porque esto se acaba. Por eso ya estamos preparando el viaje para la Copa América de Brasil del año que viene", le remarcó el rionegrino a Télam.
Y la idea es no dejarlo solo a "Lío", haciendo lo posible, y hasta lo imposible, para estar cerca suyo cada vez que se pueda. Por eso la intención festiva se prolongó por la tarde en el entrenamiento de Bronnitsy, la pintoresca localidad campestre situada a más de 60 kilómetros del centro de Moscú.
Allí fueron, pese a lo caro del transporte y lo complicado del tránsito, a lo que se sumó una lluvia intermitente, ese grupo de "hinchas de la selección argentina", que suelen cubrirse con otros colores mientras Messi y compañía también lo hacen. Ellos son fieles a esa vieja consigna futbolera que reza eso de que "la vida es eso que pasa entre Mundial y Mundial".
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