Es profesor de historia, y su especial visión del fútbol local y el rol social de los clubes le permite opinar con autoridad. Su experiencia como jugador, dirigente y ahora técnico le apasiona, y sin dudar lanza la propuesta para debatir: “Es preciso crear una mesa de diálogo con técnicos, dirigentes y gente de fútbol que quiera mejorar las estructuras actuales. Necesitamos debatir para mejorar las condiciones, para mentalizar a los padres y a los chicos, y para que acordemos qué perfil de jugador y hombre estamos formando. Todo se hace con esfuerzo y pasión, pero si unimos los esfuerzos podemos hacer un mejor fútbol y jugadores que además se formen como personas útiles para la sociedad”.
Estimó que “yo tuve la suerte de jugar 20 años. Me considero un afortunado, porque si bien en mi carrera seguramente perdí más de lo que gané, soy un triunfador por la cantidad de amigos que el fútbol me regaló, y por el respeto que recibo en todas las canchas a las que voy. Logré lo más importante para un jugador local: hice muchos amigos, jugué 20 años, y me formé como profesor de historia”.
Indicó que “para muchos son dos profesiones que no tienen relación, pero me sirvió para observar las diferentes concepciones de la vida. Si indago en mi interior, seguramente ambas profesiones me apasionan, pero en mi corazón el fútbol está por encima de todo”.
Recalcó que “me siento feliz porque Rivadavia nos abrió las puertas, y con Pablo Suárez iniciamos un proceso a largo plazo”.
“Logramos formar tres categorías. Queremos que sean competitivas con el tiempo, y trabajar en la formación integral del hombre y deportista. Los padres deben apoyar más al adolescente”
“La subcomisión de fútbol está muy interesada en la contención de los niños y el armado de las inferiores. La idea era hacer un par de categorías, y armamos 3. Pablo Suárez tenía otras propuestas, pero no le cerraron y se interesó en este proyecto. Se mantuvo el profesor Rodrigo Vincenti, y Juan Manuel Peretti como ayudante”.
Agregó que “tiene que ser una continuidad desde inferiores a primera. Es un solo club, y la función social es tan importante como lo deportivo. Trabajamos en una formación integral, como me enseñó el maestro Mario Requena. Después hay que darle un orden táctico, sumarle recursos técnicos potenciando individualmente para luego sumar entre todos al equipo. Desde nuestra experiencia, es muy importante priorizar lo humano, formar buena gente nos conduce a armar buenos grupos. Eso nos pasó en Alem, en Etruria y ahora”.
“Nos entusiasmó el respaldo que nos brindaron Daniel Degiovanni, Edgardo y Renato Pereyra, junto a un grupo de padres. No nos dejan faltar nada. Tenemos elementos para trabajar, e instalaciones: vestuarios y pisos en condiciones”.
“Nos interesa tanto lo deportivo como la problemática de los adolescentes: los peligros, las adicciones, las enfermedades sexuales y los inconvenientes económicos y familiares que atraviesan. Por eso nos gusta hablar mucho con los chicos, y llevar a gente del fútbol que efectúe charlas con ellos (en los próximos días irá Franco Jara)”.
También se refirió a que “en nuestro fútbol es necesario saber qué jugador queremos formar, y cómo hacerlo. Si la Liga nos convoca, con gusto iría, y estoy seguro que todos los técnicos podemos aportar y extraer conclusiones importantes, desde la forma de jugar hasta la de contención de los jugadores, y la forma de disputa de los torneos. Por ejemplo, el fair play puede dar buenos resultados. No se trata de ganar a cualquier precio”.
“Los padres abandonan a los chicos en la edad en que los chicos más los necesitan. Veo las canchas de baby llenas (fue presidente de Deportivo América), pero en inferiores desaparecen. Son los adolescentes los que más necesitan de ellos, porque a esa edad aparecen y despiertan cosas que antes no existen. Es mayor el cuidado que requiere un chico en inferiores, que en el baby”.
“Los padres se visten de jugadores y van a jugar a los torneos comerciales, y los pibes van solos a las canchas. Se olvidan de la rebeldía, de las apariciones, de las adicciones. La tecnología incrementó los peligros. Practicar 3 veces por semana no alcanza para contener todas las necesidades de esos pibes. El trabajo de los padres, la escuela y el deporte en conjunto puede ayudar, pero es necesario debatir con autocrítica”.
Con respecto al trabajo en un pueblo dijo: “Es preciso cambiar la mentalidad. Hay mucha diferencia con el pibe que jugó 5 años en el baby, pero esa diferencia se reduce con trabajo y con tiempo. Además, no todos los pibes de Villa María y Villa Nueva son contenidos por clubes. Ya sumamos 20 pibes, que viajan y se forman como jugadores de Rivadavia, aunque no sean nacidos en Arroyo Cabral”.
“El sentido de pertenencia se genera. Depende del trato que se recibe en un club. Yo a los 29 años pasé a San Lorenzo, jugué 6 años en Las Perdices, y te aseguro que me hubiera quedado a vivir”.
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