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El conocimiento es poder

Francis Bacon y la importancia de la experiencia adentro de la cancha

Las tribunas de las canchas de fútbol, hoy deshabitadas, son el escenario de eternas discusiones que rara vez tienen una resolución. Uno de esos debates se da en torno al valor de la experiencia en la conquista de logros.

"Los pibes ganan partidos, pero los campeonatos los consiguen los hombres", es una frase que se oye desde hace mucho en los estadios. Los que la utilizan defienden la idea de que para obtener un título, se requiere de un plantel experimentado. La premisa aparece cada vez que un equipo de jóvenes empieza un torneo con un andar prometedor y termina cayéndose en las fechas finales.

El jugador veterano tiene más partidos disputados y ha adquirido experiencia en las distintas situaciones que pueden presentarse. Sabe cómo reaccionar ante las amenazas y como aprovechar las oportunidades. Entiende cuando hay que bajar el ritmo de un partido porque el trámite se está poniendo feo y comprende las señales que le indican que hay que atacar al rival.

El valor principal de la experiencia a la hora de ganar un título está en la presión. El jugador con varios duelos sobre su espalda ya convivió con los miedos, las expectativas y los nervios que conllevan disputar partidos importantes. El joven puede convivir con esas sensaciones cuando el encuentro no tiene mucha importancia, pero a la hora de la verdad, esa falta de conocimientos lo traiciona. En términos futboleros se diría que le "tiemblan las piernas".

En la frase hay una relación proporcional entre la experiencia y el conocimiento. El que experimentó un acontecimiento, posee saberes que no tiene quien no lo ha vivido. Este razonamiento encuentra sus bases en la filosofía empirista, de la cual Francis Bacon (1561-1626) es considerado uno de sus referentes principales.

Ese conocimiento es pragmático. Debe permitir al hombre ejercer un dominio sobre la naturaleza. De allí, se desprende la frase: "El conocimiento es poder". El saber permite accionar sobre la realidad y obtener resultados.

El pensador inglés remarcó que los sentidos son los que permiten conocer el mundo. El hombre no puede comprender ni dominar la Naturaleza, sino “obedeciéndola”, es decir, siguiendo sus leyes. La experiencia es la base sobre la que se genera el conocimiento. Para Bacon la ciencia debía ser experimental y consistía en aplicar el método racional a los datos que nos suministran los sentidos.

En términos futboleros, aquel que ha disputado una mayor cantidad de partidos ha experimentado con diversas situaciones y ha adquirido conocimientos que le permiten responder ante ellas en el futuro. Poder anticipar hacia donde saldrá la pelota luego de un rechazo o percibir cuando es el momento de poner la pelota bajo la suela, son saberes que se desarrollan con el correr de los partidos.

Esa influencia se extiende también hacia adentro de los planteles. El experimentado es el que, generalmente, comanda los grupos. La acumulación de batallas sobre el lomo es la que le brinda una ascendencia mayor dentro del equipo. No por nada son los más experimentados los que llevan la cinta de capitanes.

El experimentar en el fútbol muchas veces tiene que ver con las fallas. Hay mucho de ensayo, error y aprendizaje en el deporte. El de mayor recorrido tiene en su carrera muchas de cal y muchas de arena, mientras que el joven recién está agarrando la pala.

El defensor que ha jugado muchos partidos sabe que siempre es preferible despejar hacia afuera, aunque sea con la pierna menos hábil, que hacerlo hacia adentro, dejando viva la pelota. También conoce más su cuerpo y puede hacer cálculos más certeros respecto de los tiempos. Es raro ver que un central experimentado sale a tontas y a locas a la mitad de la cancha para quedar pagando. En general sólo dejan su posición cuando saben que van a llegar. El cómo lo saben tiene que ver con que en alguna oportunidad anterior hicieron el ridículo, perdiendo con el rival y dejando un hueco en el corazón de la defensa.

Esto ocurre con todas las posiciones. El mediocampista central va adquiriendo conocimientos sobre cómo pararse mejor. Muchas veces el cinco más experimentado quita más pelotas haciendo menos desgaste que el joven que corrió muchos más kilómetros.

Ni hablar de los delanteros. La experiencia de los goles errados es la que le permite al atacante saber cómo resolver ante una situación. Mientras más mano a mano se han tenido, más sencillo es controlar los nervios del momento y se define mejor.

Los que señalan que los equipos inexperimentados no ganan títulos, hacen referencia a todas estas falencias. Muchos de esos conjuntos terminan perdiendo en los momentos decisivos por el apresuramiento de un central, el desgaste físico de un volante o los nervios de un delantero.

Está claro también que cuanto más receptivo sea el jugador joven, más rápido adquirirá esos conocimientos. De todas maneras, para una gran porción del mundo futbolero argentino la experiencia suele ser vital a la hora de ganar campeonatos. Para ellos, el conocimiento es poder.