Uno a uno van llegando los invitados, arrastrando la suela de los zapatos por la vereda de grava del cementerio. Esos ruidos que sólo se escuchan en la ciudad de los muertos y hacen recordar a los que ya no están vivos. Parece extraño pero todos se congregan frente a un panteón casi en penumbras, esa casa del más allá apenas besada por el sol de las cinco. Bajo el capitel puede leerse un nombre grabado en piedra: Miguel Ángel Veglia (1950-2014). Y allí está su esposa Cristina y su hijo David, junto al amigo de toda la vida José Luis “Peludo” Peralta. Son los primeros en llegar, antes incluso que la primera plana de la UCR. Y aprovechando esa puntualidad, este micrófono se acerca a quien fuera el hombre de confianza del único intendente villamariense tres veces electo de forma consecutiva para pedirle unas palabras, acaso un recuerdo.
“¿Qué cosas recuerdo del Veglia político? La honestidad. Era muy frontal y buscaba la unidad. Para él no había peronistas ni radicales, sino ciudadanos villamarienses. Hoy los políticos se han olvidado de andar por los barrios y darle soluciones a la gente com él. Pero hasta cuando dejó la función pública Miguel andaba en bicicleta por Las Acacias, Roque Sáenz Peña, el Mariano Moreno... Sobre todo en épocas de inundación. Fue como un segundo padre para mí. Yo venía del Mercado de Abasto y entré en la función pública con 22 años. Me fui a los 37 estando en planta permanente y le dije: Miguel, yo entré con vos y me voy con vos. Se lo extraña mucho al loco. No fue fácil aceptar su ausencia y sé que muchos villamarienses lo extrañan también”.
Cristina, compañera de vida
Entonces, tocada de anteojos negros y con un ramo de flores amarillas en la mano, llega Cristina, su esposa y compañera de vida y estas son sus palabras.
“Desde la familia lo recordamos con mucho cariño y mucha nostalgia. Hace cuatro años ya que le hacemos este homenaje con sus amigos y correligionarios. Estamos viviendo tiempos de tanta impunidad y caradurez en todo el país, que nos resulta muy importante rescatar la figura de alguien que vivió siempre en lo claro y transparente. Con él no había doble discurso. Tuvo sus enemigos y detractores porque no fue perfecto. Pero le tocó un tiempo que no fue fácil, y en donde hubo hiperinflación y violencia. Y allí donde muchos presidentes y gobernadores no pudieron terminar su mandato, él cumplió tres. Y los tuvo con honestidad. Yo rescato ese ejemplo”.
Le pregunto a la viuda por la muerte de Veglia. “Fue totalmente inesperada. Estaba trabajando en su profesión y había salido temprano. Estaba contento porque había llegado a un acuerdo con el City Hotel, donde hubo gente despedida. Ese día se fue de Tribunales y ya no volvió. Pero siempre está presente en nosotros”.
Correligionarios de la Villa
Pocos minutos después, llega la primera plana del radicalismo encabezada por el presidente del partido Marcelo Barotto junto a Carlos Gagliano y el contador Yáñez. También la primera plana de la oposición, con Eduardo Accastello, José Escamilla y el funcionario Eduardo “Tati” Rodríguez quien disculpó la ausencia del intendente Martín Gill.
Fue Barotto el encargado de abrir el sencillo acto ante la tumba de Veglia, agradeciendo “la presencia de correligionarios y amigos. Y también del exintendente Accastello. Es impensada esta presencia después de tanta grieta entre radicalismo y peronismo. Por eso creo que esta reunión es un hecho trascendente que va a marcar un antes y un después en la ciudad. Me acuerdo que una vez tras una charla de café sobre qué había que hacerse en la ciudad, Miguel me dijo: se lo voy a transmitir a Eduardo. Yo le dije que las cosas no estaban como para charlar con el intendente pero él fue igual. Y el Eduardo lo recibió y lo escuchó. Eso marca lo que debería ser la política en el país. Pero hoy, los rivales no se dan el espacio para el debate y la discusión. Y ellos, ellos que fueron los dirigentes más protagonistas de los últimos 30 años lo hicieron. Por eso pudieron ver más allá del tiempo histórico que les tocó vivir”.
Un adversario despide a un amigo
Llegó, entonces, el turno del exintendente Accastello, que expresó: “Vinimos a decirle presente a una persona que le dio tantas cosas a la ciudad. Con Miguel fuimos colegas, vecinos, y adversarios. Pero sobre todas las cosas fuimos servidores. Miguel fue un hombre muy generoso con la ciudad. Cuando yo gané las elecciones en el ´99, llamó a todo mi equipo y durante tres horas nos tuvo en el Hotel República contándonos cómo dejaba Villa María. Fue un gesto de generosidad increíble. Lo mismo que cuando llevé el proyecto de la universidad y me dijo ´vamos a trabajar juntos´. Éramos adversarios políticos pero entendimos que la ciudad estaba primero. La trascendencia de su obra lo supera todo. Y nadie puede ser tres veces intendente como Miguel sin dejar un gran legado, que en cierto modo nosotros continuamos con los centros de apoyo y la Costanera. Él tuvo mucho crédito en esa transformación de la ciudad que fue nuestro eslogan, pero que no tuvo un sólo hacedor sino muchos. Porque Villa María es merecedora de un trabajo en común. Si en algún momento hubo grieta, como dijo Barotto, sólo fue racional. Porque en lo emocional, Miguel y yo, al igual que radicales y peronistas, siempre tuvimos más cosas en común que diferencias”.
Iván Wielikosielek
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Cristina, compañera de vida
Entonces, tocada de anteojos negros y con un ramo de flores amarillas en la mano, llega Cristina, su esposa y compañera de vida y estas son sus palabras.
“Desde la familia lo recordamos con mucho cariño y mucha nostalgia. Hace cuatro años ya que le hacemos este homenaje con sus amigos y correligionarios. Estamos viviendo tiempos de tanta impunidad y caradurez en todo el país, que nos resulta muy importante rescatar la figura de alguien que vivió siempre en lo claro y transparente. Con él no había doble discurso. Tuvo sus enemigos y detractores porque no fue perfecto. Pero le tocó un tiempo que no fue fácil, y en donde hubo hiperinflación y violencia. Y allí donde muchos presidentes y gobernadores no pudieron terminar su mandato, él cumplió tres. Y los tuvo con honestidad. Yo rescato ese ejemplo”.
Le pregunto a la viuda por la muerte de Veglia. “Fue totalmente inesperada. Estaba trabajando en su profesión y había salido temprano. Estaba contento porque había llegado a un acuerdo con el City Hotel, donde hubo gente despedida. Ese día se fue de Tribunales y ya no volvió. Pero siempre está presente en nosotros”.
Correligionarios de la Villa
Pocos minutos después, llega la primera plana del radicalismo encabezada por el presidente del partido Marcelo Barotto junto a Carlos Gagliano y el contador Yáñez. También la primera plana de la oposición, con Eduardo Accastello, José Escamilla y el funcionario Eduardo “Tati” Rodríguez quien disculpó la ausencia del intendente Martín Gill.
Fue Barotto el encargado de abrir el sencillo acto ante la tumba de Veglia, agradeciendo “la presencia de correligionarios y amigos. Y también del exintendente Accastello. Es impensada esta presencia después de tanta grieta entre radicalismo y peronismo. Por eso creo que esta reunión es un hecho trascendente que va a marcar un antes y un después en la ciudad. Me acuerdo que una vez tras una charla de café sobre qué había que hacerse en la ciudad, Miguel me dijo: se lo voy a transmitir a Eduardo. Yo le dije que las cosas no estaban como para charlar con el intendente pero él fue igual. Y el Eduardo lo recibió y lo escuchó. Eso marca lo que debería ser la política en el país. Pero hoy, los rivales no se dan el espacio para el debate y la discusión. Y ellos, ellos que fueron los dirigentes más protagonistas de los últimos 30 años lo hicieron. Por eso pudieron ver más allá del tiempo histórico que les tocó vivir”.
Un adversario despide a un amigo
Llegó, entonces, el turno del exintendente Accastello, que expresó: “Vinimos a decirle presente a una persona que le dio tantas cosas a la ciudad. Con Miguel fuimos colegas, vecinos, y adversarios. Pero sobre todas las cosas fuimos servidores. Miguel fue un hombre muy generoso con la ciudad. Cuando yo gané las elecciones en el ´99, llamó a todo mi equipo y durante tres horas nos tuvo en el Hotel República contándonos cómo dejaba Villa María. Fue un gesto de generosidad increíble. Lo mismo que cuando llevé el proyecto de la universidad y me dijo ´vamos a trabajar juntos´. Éramos adversarios políticos pero entendimos que la ciudad estaba primero. La trascendencia de su obra lo supera todo. Y nadie puede ser tres veces intendente como Miguel sin dejar un gran legado, que en cierto modo nosotros continuamos con los centros de apoyo y la Costanera. Él tuvo mucho crédito en esa transformación de la ciudad que fue nuestro eslogan, pero que no tuvo un sólo hacedor sino muchos. Porque Villa María es merecedora de un trabajo en común. Si en algún momento hubo grieta, como dijo Barotto, sólo fue racional. Porque en lo emocional, Miguel y yo, al igual que radicales y peronistas, siempre tuvimos más cosas en común que diferencias”.
Iván Wielikosielek