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Gana el pesimismo por goleada

A la salida de una jornada de bruma, niebla, lluvia y muchas nubes, aparece el sol, se despeja y uno empieza ver a su alrededor. Las caras de siempre, la esquina del barrio, el negocio de toda la vida y las personas que caminan cerca. El fútbol argentino es mucho de eso.

Después de cada tormenta tiene fortuna y aparece el sol; pero, cuando aclara, las caras y las costumbres son las mismas. Y en este caso es una mala, una pésima noticia.

Pasó el Mundial. Ya sabemos lo que sucedió dentro de la cancha, poco conocemos de lo ocurrido fuera de ella y seguiremos en la nebulosa de siempre, esa que no admitiré jamás desde el criterio del sentido común y el bienestar del deporte que amamos. Seguiremos igual o peor. Ganarán los mismos. Nosotros no perderemos, sólo contemplaremos los dislates de una dirigencia que cuenta con el beneplácito de los grupos mediáticos hegemónicos, y elegidos por la gente, para “conocer” de qué se trata la historia.

Hace tiempo que dejamos de mirar hacia la calle Viamonte para tratar de comprender cómo era esto de un fútbol monopolizado por una persona y su séquito, por don Julio y los beneficiados de su entorno.

Hoy, con pretendidos “grondonitas” diseminados entre “halcones y palomas”, resultante de aquella vergonzosa votación del 38-38, el poder del fútbol sigue concentrado en pocas manos que, por si fuera poco, cuentan con la anuencia del máximo mando del gobierno nacional.

La figura que tiene el fútbol en las manos parece tener la camiseta de Boca puesta. Y esa percepción llega a través de Tapia, Angelici y compañía.

Pero no es el club xeneize el culpable de todo esto. Boca es más grande y mucho mejor que las personas que por un tiempo pasan por un club o la AFA.

Los manejos que seguirá teniendo el fútbol caerán en “errores no forzados” mientras les convenga a las empresas cercanas a la AFA, que jamás se fueron, ni habiendo estado sospechadas y condenadas por delitos económicos y financieros en paralelo al Fifa Gate, cuestión que sigue su curso de investigación y que ha volteado muñecos pesados del mundo de la redonda y adyacencias, de lo cual don Julio se salvó sólo por no estar más.

Detrás de la niebla, empezará una nueva Superliga. En la que algunos equipos le compran a otros jugadores importantes para estos, sólo para ser muy suplentes de aquellos. Una forma de vida futbolera despareja que tiende a semejarse mucho a lo que sucede en España, por ejemplo.

Sería una lástima que nos acostumbráramos a que sean dos o tres los únicos con chances de ganar un título y los demás obtengan como “gran premio” un lugar en una Copa.

Con Scaloni y Aimar, la Sub-21 será la primera representación nacional en jugar luego de Rusia 2018. Saludable que ellos estén allí para conducir a muchachos valiosos que han tenido que extraer de los clubes, en algunos casos, con pinzas, por las mezquindades inconcebibles de las instituciones, que no cuentan con los chicos como titulares y de última sólo faltarían una fecha de 30.

Pesimista. Absolutamente. Eso soy respecto de lo que seguirá en la vida del fútbol nacional. Más preocupado por comprar un predio en Europa para subsede de AFA (dicen para reclutar jóvenes argentinos que juegan allá) que por fomentar y ayudar a cada uno de los clubcitos que hacen enormes esfuerzos por todo el país para jugar en las ligas; siendo, por cierto, una fuente de contención social enorme para los jóvenes de cada lugar.

Pero eso está muy lejos de los popes de AFA, de Torneos y demás.

Ellos son los “vivos”. Y sí. Si definimos como “vivos” a los que se anticipan a los otros, los que ganan como sea, los que llenan sus bolsillos y todo eso, vaya si lo son.

Por el momento me declaro “hincha” de la Sub-21, sabiendo que Pablo Aimar está allí. Una mosca blanca en medio de todo esto. Y espero, de verdad, que alguien con dignidad y seriedad sea el próximo técnico de la selección. Ocurre que para arreglar un contrato y presentar un proyecto el trato será con esta gente. Nada cercana a esas cualidades. Porque no las tienen y no les convienen.

Osvaldo Alfredo Wehbe. Redacción Puntal.

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