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Murió Mordillo, un ícono del humor gráfico

El humorista gráfico Guillermo Mordillo, que murió anteanoche a los 86 años en una zona cercana a su casa de Palma de Mallorca (España), se trasformó en un ícono del género que será recordado por el sesgo lúdico y reflexivo de sus viñetas mudas que abarcan desde indagaciones sobre la soledad o el amor hasta su fascinación por los deportes y los animales.

Con un trazo tan elocuente que le permitió prescindir de las palabras, Mordillo fue tal vez el humorista argentino más universal: lo logró gracias sus temáticas despojadas de una pertenencia territorial o temporal, pero también a partir del descubrimiento de un estilo moldeado por la intuición y el azar.

"A los 34 años, mientras vivía en París, me quedé sin trabajo. Entonces, me puse a hacer dibujos para ganarme la vida. Como no sabía el idioma muy correctamente, entonces los hice sin palabras. Esta fue una decisión que tomé por necesidad y por instinto", definió alguna vez Mordillo el origen de sus viñetas silenciosas.

El ilustrador, que murió mientras cenaba en un restaurante próximo a su residencia en la isla mediterránea de Mallorca -donde pasaba largas temporadas que alternaba con su casa en Mónaco- comenzó a dedicarse de manera profesional al cómic a los 34 años, precisamente cuando se instaló en París y, tras permanecer varios meses desempleado, empezó a realizar dibujos para ganarse la vida. 

Pero Mordillo no era ningún improvisado en el rubro: se había formado en la Escuela de Dibujantes -llamada hoy Escuela del Cómic- luego de una infancia en Villa Pueyrredón marcada por su afición al dibujo y al fútbol.

Entre los galardones recibidos figuran el Premio Phoenix de Humor (1973), el Premio Yellow Kid (1974) y el Premio Nakanoki (1977).

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