Todo le salió redondo, desde la programación, cuando su delegado Julio Elhall debió pelear a capa y espada para convencer al Consejo Directivo que “El Campus” podía ser el escenario del partido más trascendental del semestre de la Liga, hasta el final de un cotejo cerrado, que con dos goles en los últimos 10’ terminó en goleada: 3-0 a Argentino.
No se objeta el triunfo, aunque el resultado parezca casi milagroso por lo observado en el desarrollo.
No se objetan los goles, licitamente convertidos por Tomás Pratti, en dos ocasiones, y por Juan Acosta.
No está en duda el arbitraje de José Díaz, pese a que permitió antirreglamentariamente que un penal se ejecute con pelota en movimiento, y Simón Mellano se lo contuvo a Mauro Fuente.
Tan bien le salió todo a Universitario, que hasta podrán creer que la suerte del campeón esta vez está de su lado, tras las finales perdidas en 2017 ante Alem y Rivadavia.
El milagro es posible. Nadie le otorgará las 3G del fútbol, pero ganó bien, y con empatar en cancha de Argentino se consagrará campeón por tercera vez.
El 3-0 es un resultado milagroso, porque Argentino estuvo muy cerca de empatarlo, y se retiró del “templo del estudio” goleado.
El “lobo” llegó como máximo candidato y se fue muy malherido de “El Campus”, casi obligado a ganar los próximos 2 partidos finales para revertir la tendencia que ahora indica que a la “U” no se le puede escapar.
Los fieles al “Pato” recordaron el 3-0 de aquella final de 2011 que le propinó al mismo rival. Bernadó no abandonó el perfil bajo, ni el proyecto, ni dejó de hablar del gran rival que es el “lobo”, pero sabe que lo tiene en sus manos.
Argentino sintió sus dos bajas: Ronco y Molina, salió al campo con jugadores averiados, pero perdió esta final desde la previa. No acertó una en el inicio del partido, e impulsado por el fuerte viento, la “U” le sopló el sueño.
Con el mismo machete que en 2011 aprobó otro examen final. “Pato” apeló a sus jugadores clave, y a su libreto. El resto se puso el overol, y en su templo: creyó.
Pratti se vistió de Barbuio (autor de dos goles en 2011) y a los 2’ desvió su primer intento desde lejos.
La fórmula era: darle la pelota al “10”. Carrera le cometió infracción innecesariamente. Pratti ubicó el balón y ejecutó el tiro libre con un zurdazo inmortal, al ángulo superior derecho de Vega. 1-0 (6’).
Estuvo para el cachetazo el “lobo”. ¿La mejor prueba?: Díaz cometió dos infracciones seguidas.
Si “Lana” no juega, el “lobo” está perdido. Vega lo salvó al taparle a Acosta y un tiro libre a Barengo.
“U”n cuarto de hora soñado.
Pero Díaz reaccionó, y cuando “Lana” juega, el “lobo” puede. La realidad es que hizo pie Ñáñez en el medio, y Díaz dejó de correr para empezar a mandar en la final.
La “U” retrocedió, con orden, y de contra pudo aumentar cuando Pratti escapó a Jacobi, pero se apresuró a definir con Barengo por el medio del área (21’); y Vega le contuvo otro tiro libre (27’).
Ya no era el mismo partido, porque Argentino demostró que tiene más juego, y lo expuso. El “lobo” debió empatar por cantidad de arribos y mejor manejo en esos 45’, pero Layús salvó milagrosamente dos veces en la línea, y el travesaño jugó para San Simón (Mellano), que hasta le contuvo un penal (con balón en movimiento) a Fuente (31’), luego de que la pelota pegara en la mano de Piccotti.
Argentino la dejó pasar a la final, porque tuvo para “sacar” a la “U” de su templo, pero eligió jugar la segunda final en casa. Tuvo para evitar que jugaran sus lesionados (Piovano salió a los 7’, y fue reemplazado por Gaitán, en medio de su peor momento en el partido), y tuvo más juego, pero no tuvo gol.
Contra eso no se puede, menos si se regalan 15’. Luego volvió a ser Argentino, pero no le alcanzó. Es que a su juego lo llamaron a la “U”. Defender, y herir de contra.
Simón Mellano atajó hasta el viento, en otra tarde brillante, a puro reflejos e intuición. No fue milagro, pero pareció cuando impidió el 1-1 al volar para enviar al córner el frentazo de Gaitán (13’); cuando hizo vista al disparo cruzado de Moreno (23’); o cuando le tapó el mano a mano a Moreno (31’). En los peores momentos de la “U”, Mellano apareció y lo salvó.
Argentino no hizo todo bien, pero sí lo necesario para empatar, y arriesgó hasta los ahorros como siempre, con Galíndez (jugó como defensor), dejándole su lugar a Claudio Andrada, para que el “10” (Díaz) terminara de “5”, y quedar expuesto en defensa con Jacobi y Rojas, más la ayuda generosa de Ñáñez y el retroceso de Gaitán.
El resto, todo depositado en la búsqueda de un gol, con 3 puntas: Moreno, Fuente y Carrera. Lo llevó contra su área al local, y lo obligó a rezar en “su templo”.
Pero cuando la “U” necesitó de Pratti, el “10” no falló. Barengo escapó por derecha, y su centro le quedó a Pratti, que no le pegó bien, pero su pifia se transformó en una asistencia para Juan Acosta, que “de rebote” la encontró en el área y batió a Vega con remate a su izquierda. El “1” alcanzó a tocarla, pero no a evitar el 2-0 (35’).
Era demasiado premio, y Mellano confirmó que era el mejor de la tarde. Voló para negarle su gol al “Lana” Díaz en un tiro libre perfecto, sobre la barrera, y contra el palo más lejano al arquero (40’). No fue un milagro, pero pareció.
Tampoco que Tomás Pratti cerrara la fría tarde con el calor de su botín zurdo. Jacobi se durmió en la última pelota, y como si tuviera un “guante”, le robó el balón y ante Vega definió a su izquierda. 3-0.
Fue la frutilla del postre (42’), en una tarde soñada. En su templo, los fieles al proyecto del “Pato” desde 2011: creen en el milagro.
Edgar Scauso. Redacción Puntal Villa María.
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