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"Diez madres lo denunciamos pero había más de 30 nenas manoseadas"

Familiares de alumnas que habrían sufrido abusos en el Ipea 87 de Ucacha dijeron a Puntal que el profesor de Tecnología "anda por el pueblo como si nada" y no respeta la orden de restricción que le fijó la Justicia.

Las familias que denunciaron a un exdocente de Ucacha por reiterados abusos sexuales contra alumnas de 11 a 15 años de edad esperan que la Justicia de Río Cuarto ponga fin al largo proceso judicial y el acusado termine en la cárcel.

Ese es el sitio que -en opinión de P.F. y L.Q.- le corresponde a Hugo Marcelo Capra, el profesor de Tecnología de 47 años que quedó en el centro de todas las sospechas seis años atrás, durante el ciclo lectivo 2014.

En lugar de eso, “Capra sigue moviéndose de acá para allá en el pueblo, sin ningún problema”, aseguraron a Puntal las dos madres, a quienes identificamos con sus iniciales para preservar a sus hijas.

En ese convulsionado 2014, varias alumnas que asistían al colegio primario Ipea 87 -un anexo del que funciona en Bengolea- les confiaron a sus padres que el profesor de Tecnología las manoseaba durante las clases de Taller y de Huerta.

Después de que este diario difundiera la noticia de que la causa ya está en los Tribunales de Río Cuarto y sólo resta que se fije la fecha para que el docente vaya a juicio, P.F. y L.Q. se contactaron con este medio para brindar sus testimonios. Ambas expresaron su impotencia, pues en todos estos años la comunidad educativa les dio las espaldas, dijeron.

Más allá de que las presuntas víctimas de abuso siguieron cursando -y algunas se recibirán este año en el colegio, que ahora se denomina Ipet 409- las madres denunciantes precisaron que sus hijas sufrieron burlas y destratos “de compañeros y hasta de otros docentes” por haberse animado a contar lo que les sucedía.

“Somos diez mamás y papás los que denunciamos porque el resto de los padres no quiso hacer nada, pero hay más de 30 chicas manoseadas por este profesor”, afirmaron.

Cuando el escándalo estalló en el pueblo, los padres recibieron asesoramiento legal de una fundación de Villa María que protege a las víctimas de abuso.

La semana pasada Mariano Ludueña, el abogado que las representaba, se ofreció públicamente a continuar como querellante, en forma ad honorem, pese a que ya se desvinculó de la fundación.

Para eso pidió que las familias se comunicaran telefónicamente con él, ya que no podía movilizarse desde su ciudad, Oliva, una de las más castigadas por el coronavirus.

Sin embargo, P.F. y L.Q. aclararon que las diez familias querellantes tienen nuevo abogado. Se trata de César Irigo, un profesional de Ucacha. “Él nos confirmó que el juicio está encaminado y que sólo falta que fijen la fecha”.

Reacción en cadena

“A una de mis nenas, a la más chica, este profesor la manoseó en la clase de Huerta; en cambio, a las otras nenas las manoseaba en el aula taller que funcionaba en un galpón”, contó P.F., en tono angustiado.

Detalló que fue la mayor de sus hijas la que la puso sobreaviso.

-Mamá, Capra toca a las chicas.

-¿Cómo que toca a las chicas?

-Sí. Mamá, andá hablar a la escuela porque él hace eso con un montón de nenas.

El breve diálogo entre madre e hija, antes de las vacaciones de julio de 2014, generó la sospecha que, meses después, terminaría en una denuncia colectiva en la comisaría de Ucacha.

Las mujeres recordaron que en aquel tiempo el Ipea 87 era coordinado por un triunvirato de directivos varones, entre los que se contaba el propio Capra.

“Después nos enteramos de que había una directora a la que ni conocíamos porque estaba en Bengolea. Los que hacían y deshacían todo eran esos tres directivos. Fui a hablar con dos de ellos, Mario Solís y con Sergio Marconi, antes de las vacaciones de invierno, y no hicieron nada. Me dijeron que lo tenían en observación. Después, hablando con uno y con otro padre, nos enteramos de que Capra no manoseaba a una nena, sino a un montón”, comentó P.F.

Agregó que el episodio que los decidió a denunciar al docente se produjo cuando una de las nenas que venía sufriendo mayor hostigamiento se retiró de la clase en el aula taller y, en medio de un ataque de pánico, le contó a un grupo de docentes de apoyo escolar lo que le estaba sucediendo.

“Llamen a mi mamá, Capra me toca y no quiero que lo haga más”, les habría advertido.

Desde el colegio citaron a los padres y los testimonios entre las niñas de 11 a 15 años empezaron a correr como un reguero. Así, una decena de padres se encaminó hasta la comisaría y denunciaron los presuntos abusos en presencia de la jueza de Paz y del sacerdote del pueblo, Raúl Frega.

“Mientras estábamos en la comisaría, Capra se entera y se va a la casa de una de las nenas. Estaba sólo la mamá porque el padre y su hija estaban haciendo la denuncia. Entonces, Capra empieza a recriminarle por qué estábamos haciendo eso. ‘Me hubieran dicho a mí, hubiéramos hablado y yo les podría explicar’, le dijo. Era casi como reconocer los abusos”, recalcó una de las madres a Puntal.

La investigación recayó en la Fiscalía de Instrucción de La Carlota. A las alumnas les tomaron declaración en cámara Gesell y ratificaron allí que en horas de clases eran sometidas a tocamientos en sus partes íntimas.

Hugo Marcelo Capra terminó siendo imputado por abuso sexual agravado por la condición de encargado de educación de las víctimas pero, pese a la gravedad de la acusación, nunca estuvo preso.

“Fue más vivo que todos nosotros. Se buscó un abogado y al otro día se presentó en La Carlota y dijo que se ponía a disposición de la Justicia. Así consiguió quedar libre hasta el día del juicio”, contaron.

P.F. y L.Q., igual que el resto de las denunciantes, se lo cruzan habitualmente en las calles de Ucacha.

“A él la Justicia le fijó una orden de restricción para que no se acercara a nuestras hijas; sin embargo, se mueve de acá para allá sin problemas. Incluso, en varias ocasiones venía hasta el colegio en su auto a buscar a su esposa, que es directiva del colegio, como si nada sucediera y nadie le podía decir nada”, se indignó P.F.

Luego de que Capra fuera imputado, dejó de dar clases en el Ipea 87 y, según manifestaron las madres, fue trasladado al Centro Cívico de Río Cuarto. “Sin embargo, adujo que no podía manejar hasta allá por un problema de salud y creo que lo terminaron jubilando desde la Provincia”, acotaron.

Las mujeres señalaron que en la actualidad Capra trabaja en una de las empresas cerealeras más importantes de la región.

“En el pueblo tenés la mitad de la gente que está a favor de él, porque es parte de una familia respetada, y muchos de ellos son docentes. Nosotras, como madres, lo único que esperamos es que este señor reconozca lo que hizo y que vaya preso”, coincidieron las mujeres. Remarcaron que si, después de seis años de lucha , la causa judicial finalmente llegó a juicio fue porque todo este tiempo las diez familias que denunciaron al profesor de Tecnología permanecieron unidas y decididas a obtener justicia por sus hijas.