El arquero fue figura en las dos finales, y se quedó con las ganas y el buen fútbol que mostró Argentino.
Universitario no necesito de su mejor versión para apoderarse del ansiado campeonato que se le había escapado en finales ante Alumni, Alem y Rivadavia, pero que había conseguido precisamente ante el “lobo” y ante Yrigoyen en el inicio del proyecto liderado por Joselito Bernadó y su ayudante de campo: Luis Fassi.
Ambos con los profesores del club, le otorgaron una preparación acorde al equipo, que se sintió campeón a partir de aquel penal que Mellano le atajó a Fuente.
Fue un mojón en las finales, porque el “1” se agrandó, y le rindió un homenaje a Guillermo Chiampo, aquel notable arquero de la década del 70 y 80.
Ayer se destacó también Pablo Piccotti, otro que merecía otro título, al igual que Gastón Moyano, quien jugó ayer su quinta final consecutiva y se le negaba la vuelta.
Otro punto alto fue Lucas Barengo, que convirtió el gol del campeonato, y apareció en los momentos más duros del torneo.
Argentino mostró grandeza
Argentino hizo méritos para ganar el partido, y quizas también el torneo. Pero la medida es el gol, y falló demasiado en las finales.
El ejemplo de Díaz jugando en una pierna, asistiendo y gestando en los dos goles es de un crack.
Jacobi empujando con Piovano, y bajando pelotas en el área propia y rival, más la jerarquía de Ñáñez y el olfato de Fuente, deja en claro que es un gran equipo.
El estilo no se negocia con Christian Romero, y aunque muchos no lo entiendan, en el fútbol se pierde más de lo que se gana, pero lo importante es la forma. Con grandeza, así cayó Argentino.
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