Este año se sumarán a los padrones los chicos que nacieron en 2005 y pasarán a engrosar el listado de electores jóvenes que resolverán quién será el próximo presidente de la Nación, como también el próximo gobernador cordobés. Y claramente no es un segmento menor: el 40% del padrón son millennials o centenials.
Y eso genera un enorme desafío para quienes se postulan a algún cargo debido a que en la mayor parte de los casos hay generaciones de distancia en cuanto a edades, pero más aún en prácticas y vías de comunicación.
Un informe publicado ayer por la consultara Zuban, Córdoba y Asociados se ocupó de este enigma y explicó que “la experiencia profesional nos indica algo: las juventudes son quizás el segmento en el que menos invierte la política. Casi no se realizan estudios de opinión pública enfocados en el sector, casi no hay inversión publicitaria destinada al segmento en las campañas, y las plataformas electorales ni siquiera suelen mencionarlas”.
Pero además destacaron que son la base de la pirámide poblacional, sin la cual el objetivo de ganar cualquier elección se vuelve muy difícil. “Todos los sectores políticos necesitan representar al menos una porción de las/os jóvenes para poder ser competitivos. ¿Lo están logrando?”, se pregunta el trabajo.
Entre las conclusiones afirma que “la política habla a las juventudes con la misma falta de empatía que suele utilizar en general: recurriendo a lugares comunes, estereotipos y propuestas vacías que muchas veces ni siquiera abordan correctamente las principales preocupaciones del segmento”. Pero las juventudes votan igual.
En datos
De acuerdo al relevamiento, que se hizo bajo muestreo probabilístico por conglomerados y con cuestionario domiciliario con 1.300 casos, el 59% de quienes tienen menos de 35 años tiene sentimientos negativos con la situación actual del país. Las emociones que predominan son el enojo y la decepción.
“El marketing electoral suele sobrevalorar los mensajes de contenido positivo en las campañas, especialmente cuando se trata de hablarle al público joven. ¿Funcionará esa estrategia en una juventud que tiene niveles históricos de escepticismo con la política?”, agrega el informe de Zuban, Córdoba y Asociados.
Por otra parte se observa que ninguna figura política tiene más de 35% de imagen positiva entre los jóvenes. Es un piso muy bajo que muestra que la fragmentación y la polarización que afectan a la sociedad se ven agravadas cuando se trata del público joven. “Las campañas electorales que subestimen este dato y no adecuen correctamente sus mensajes se van a chocar con una de las peores reacciones que se pueden obtener en comunicación: la indiferencia y la apatía”, destacaron.
La juventud espera a la política, aguarda que tome sus reclamos y preocupaciones y los transforme en propuestas y políticas públicas. Pero la política no parece estar dispuesta a escuchar. Y entonces la fragmentación se hace más grande.
El Frente de Todos sigue primero entre las percepciones de representación política del segmento, pero con muchísima menos potencia que hace cuatro años. “El oficialismo no debe olvidar que fue el voto joven el que le permitió ganar en primera vuelta en 2019. Hoy es posiblemente el segmento en el que más espacio perdió”, finaliza.