Opinión |

Mujer sola busca un hijo: una realidad social y cultural

Por Sergio Pasqualini * y Patricia Martínez **

Es cada vez más frecuente que al consultorio se acerquen mujeres con deseos de ser madres solas. En general, existen dos tipos bien definidos: la mayoría son aquellas que vienen de una ruptura y se encuentran pasados los 38 años sin haber logrado tener un bebé y deciden no dilatarlo más. Luego, están las que siempre tuvieron la intención de ser madres solas, son menos y un poco más jóvenes.

Estas situaciones a las que se enfrentan las mujeres son diferentes y tienen connotaciones distintas. En las primeras, el retraso en la consecución de los objetivos e ideales que la persona se fija en su vida altera las etapas de crecimiento humano. Esto conduce a la disparidad en el crecimiento personal de cada uno de los miembros de una pareja, motivo por el cual muchas veces ocasiona rupturas y lleva a la mujer a tomar la decisión de encarar la maternidad en solitario porque el reloj biológico amenaza y no da tregua. En general las mujeres manifiestan que no quieren esperar, el tiempo es el eje fundamental en esta cuestión. Han logrado sus objetivos en el plano profesional/laboral e incluso económico y por otro lado comienzan a percibir que las chances de armar un modelo familiar como el que han idealizado se van extinguiendo cada vez más, por eso la idea de encarar la maternidad en solitario se presenta como una alternativa cada vez más viable. En la mayoría de los casos encaran esto como una alteración de factores que no cambia el producto final que es la familia. Bajo la premisa de que "sólo altero el orden de las cosas", primero el hijo y después vendrá la pareja a "paternar" a ese hijo.

En el caso de las mujeres cuya decisión es tener una familia monoparental, fuera del marco de una pareja, el consejo es no postergar la decisión para no encontrar luego complicaciones relacionadas con la edad materna.

Ahora, en muchas oportunidades vienen con el deseo de ser madres solas, pero quisieran una pareja. En ese caso, la opción siempre posible es la vitrificación, para poder preservar su fertilidad sin sentir que las apura el reloj biológico. Y en caso de no establecer pareja, luego ¿tendrían un hijo sola? No muchas veces la respuesta es tan obvia. En una encuesta que realizamos sobre 188 mujeres que se acercaron con la intención de vitrificar óvulos, el 52% respondió que buscarían un embarazo en el futuro solas, si bien preferían hacerlo, en la gran mayoría, en pareja.

¿Cómo es el tratamiento?

En primer lugar, se evalúa la fertilidad de la mujer, sobre todo en relación con su edad y su historial médico. A partir de ahí se sabrá qué tipo de tratamiento es más acorde a su situación, puede ir desde hacer una inseminación con banco de esperma (incluso puede ser sin estimulación ovárica) hasta un tratamiento de alta complejidad, en el que incluso podría necesitarse recurrir a óvulos donados.

Por su parte, la selección del donante de semen se realiza a través de un catálogo donde constan sus características, que pueden ser solamente físicas, o ir más allá e incluir el nivel de estudio, profesión, hobbies, etc. También puede ser que el donante acepte o no ser contactado, eventualmente, el día de mañana.

Pero, además, se evalúa qué entorno la acompaña en este proyecto, siempre pensando en el bienestar del hijo. De esta manera se tiene en cuenta la conformación de su familia, si tiene amistades cercanas; es decir, no es lo mismo una mujer sola de 44 años cuya única familia son los padres mayores, que otra de menos edad con hermanos, primos y una familia unida. Esto sobre todo en el caso de la ovodonación junto con el semen de banco, que permite a mujeres de cada vez más edad encarar la búsqueda de un hijo. El bienestar de ese hijo es lo que se debe tomar como premisa primera. Criar a un hijo en solitario y a una edad madura conlleva conflictos.

La maternidad en solitario y los nuevos modelos familiares son una realidad social y cultural. Por lo tanto, se trata de enfrentarla con seriedad y compromiso ético y humano.



* Médico ginecólogo especialista en fertilidad.

** Psicóloga especialista en fertilidad.


TEMAS:
Comentá esta nota

Noticias Relacionadas