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La preservación de los derechos de los más chicos en cuarentena

En la Argentina, la suspensión de clases presenciales afecta a más de diez millones y medio de niños, niñas y adolescentes. El sistema educativo enfrenta hoy el mayor desafío que haya tenido en su historia moderna: sostener una escuela masiva basada en prácticas presenciales, bajo un formato de educación a distancia mediada por el uso intensivo de viejas y nuevas viejas y nuevas tecnologías.

El problema central es que el cierre de escuelas se enfrenta con un conjunto de desigualdades existentes en educación, que afectan de manera desproporcionada a estudiantes más vulnerables.

Los gobiernos han desplegado políticas orientadas a asegurar la continuidad de los aprendizajes en las casas y sostener el vínculo de las escuelas con las familias: cuadernillos impresos, programas de televisión y radio, portales educativos y plataformas. Se trata de un esfuerzo enorme para un conjunto de sistemas educativos con disparidad de recursos, capacidades de gestión y acceso a las tecnologías.

La encuesta Covid-19 de Unicef muestra que se ha logrado en gran parte la continuidad: 81 por ciento de los hogares con niños y niñas tiene actividades escolares y esto aumenta en los hogares con niños de primaria o y secundaria. Sin embargo, el 21 por ciento señala que no tiene retroalimentación por parte de los docentes.

Al consultar a los adolescentes, se advierte que nueve de cada 10 están recibiendo tareas, pero en este grupo el 31% indicó que no cuentan con una devolución y un 23,4% dijo no haber tenido contacto directo con la escuela. El 18% declara no tener acceso a internet y el 37% no contar con computadora. Esto se intensifica en los hogares más vulnerables.

La pandemia impacta también en la situación emocional de los chicos y chicas: se sienten preocupados o angustiados. Así que es clave fortalecer a los equipos escolares y las familias para brindar contención frente el aislamiento social y fortalecer el contacto y diálogo con los estudiantes.

Finalmente, otro dato relevante, el apoyo a los chicos y chicas con las tareas escolares recae en las madres, 68%, y sólo 16% de los padres, brecha que se profundiza en los hogares más pobres. Es importante tomar nota sobre la desigual distribución del trabajo y su consecuencia en las próximas fases de la pandemia.

Los países que avanzan en la reapertura de escuelas coinciden en algunos criterios: escuelas seguras, gradualidad en el retorno, decisiones contextualizadas territorialmente y con participación local, y el sostenimiento de estrategias presenciales y a distancia.

¿Cómo avanzar en la Argentina? ¿Cómo asegurar las condiciones y recursos necesarios para priorizar el interés superior del niño, y garantizar su bienestar, protección y aprendizajes? Las políticas educativas por venir deberán mitigar la profundización de las brechas en el acceso al conocimiento, un bien estratégico en el siglo XXI y un derecho inalienable para todos los niños, niñas y adolescentes.