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Futuro y pasado

Aunque distintos analistas sostienen que la crisis llegó a su piso, todavía la administración central no tiene buenas noticias para mostrar en la economía real, ni siquiera forzando al máximo algunos acontecimientos. Por: Pablo Correa.

Tal vez por la quietud que exhibe el indicador que más sensibilidad genera en la opinión pública, el tipo de cambio, durante la semana pasada el tema excluyente fue el acuerdo alcanzado entre el Mercosur y la Unión Europea. Si bien falta mucho para que pueda rubricarse y luego un largo período de adecuaciones hasta hacerse realidad, para los países que forman parte de ambos bloques, indudablemente causó un fuerte impacto, capitalizado hábilmente por el Gobierno nacional. El hecho le sirvió para retomar puentes políticos con distintos sectores que venían siendo muy críticos con la administración central y que, ante la sorpresa que significó el anuncio, se pronunciaron a favor. Entre ellos, se encuentran la Unión Industrial Argentina (UIC), la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (CONINAGRO). A su vez, le permitió marcar una clara diferencia con el otro extremo de la polarización política, que no tuvo otra reacción que oponerse al tratado.

Aunque distintos analistas sostienen que la crisis llegó a su piso, todavía la administración central no tiene buenas noticias para mostrar de la economía real, ni siquiera forzando al máximo algunos acontecimientos. Y temas de alto impacto, como la baja del dólar y riesgo país, no se anima a publicitarlos. La experiencia dice que son variables que no respetan razones y campañas.

Los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), siguen siendo esquivos. El jueves de la semana pasada se conoció el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) de mayo, que cayó 6,9 por ciento frente al mismo mes de 2018. El mismo día el organismo también difundió el  Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) que decreció 3,4% con respecto a igual período del año anterior. Los dos índices registran subas en comparación con los meses precedentes, aunque no alcanzan para decretar el final de la crisis.

Dólares

Luego de un año para el olvido -que visibilizó los problemas estructurales del país- el clima permitió la recuperación agrícola; pero los excelentes rindes no derraman a los sectores urbanos, que continúan con el consumo estancado.  

El último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) sirve para entender por qué la cosecha de soja, tan esperada en el interior del país, no tuvo el poder dinamizador de las viejas buenas épocas. 

El trabajo de la entidad analizó las exportaciones del complejo sojero durante los meses de abril y mayo de la campaña actual y la pasada, y los datos son más que elocuentes.

“A pesar de haber aumentado un 45% en términos de volumen, los despachos del complejo medidos en dólares son sólo un 11% superior a los del mismo período en la campaña anterior. La discrepancia entre las dos variables se explica por la caída interanual de los valores de la soja”, destacó el estudio. Precisando más, en abril – mayo de este año el precio promedio FOB (sin costo de embarque) estuvo USD 97/tonelada por debajo de esos meses de 2018. 

Como aliciente para los productores, el maíz y trigo cuentan con buenos valores. Este último cultivo se encuentra en su tramo final, alcanzando la siembra casi el 74 por ciento de la superficie proyectada a nivel nacional (6,6 millones de hectáreas). 

Según la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), se espera para el departamento General San Martín un incremento del 10 por ciento de la superficie implantada con el cereal, información que no coincide con lo expresado el mes pasado desde la Regional Villa María de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid); miembros de la entidad estimaron la misma superficie para ambas campañas. Hectárea más o menos, hay que festejar la consolidación del trigo y maíz en las rotaciones de la región, hecho que sin dudas marcó un cambio de tendencia muy positiva para la sustentabilidad de los sistemas.

Conflicto

Días pasados este diario fue el escenario de un conflicto en puerta. Estaba ahí, latente, pero las declaraciones de Pablo Villano, presidente de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (APYMEL), apuraron los tiempos. 

En diálogo con PUNTAL VILLA MARIA el experimentado dirigente tiró una bomba: por la caída del valor de los productos lácteos en el mercado internacional el precio del litro de leche debería ubicarse en torno a los $13. El promedio de mayo, difundido por el Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA), fue $14,84 por litro. Esa diferencia es un abismo. 

Como no podía ser de otra manera, llegó la respuesta del otro lado de la cadena. Luis Beltramino, titular de la Cámara de Productores Lecheros de Córdoba (Caprolec), fustigó a los industriales, a quienes advirtió que deberán pensar de dónde sacarán la leche para sus establecimientos. 

“Tendrán que poner sus tambos. De persistir con esa idea no tengo duda de que se empezará a ordeñar otra vez menos y se liquidarán vientres, porque hoy la vaca de conserva tiene muy buenos precios en el mercado internacional”, avisó. 

Desde que Beltramino está al frente de la entidad hay un cambio de mirada y de negociación. Luego de tantas discusiones interminables entre los actores de la cadena, la producción entendió que los únicos que pueden cambiar de actividad (hacer ganadería o directamente agricultura) son ellos. La industria no dispone de alternativas, salvo pujar por la leche cuando no hay. 

Tal vez sea prematuro para predecir una nueva crisis sectorial. Aún resta saber cómo se comportará el precio internacional y si la tendencia que muestra Fonterra (empresa neozelandesa que opera como referente de precios del mercado mundial) se mantiene en los próximos eventos. Igualmente, Villano arrojó la primera piedra; pero las cámaras y mesas de productores de las distintas cuencas lácteas no aguardarán pasivamente su resolución, que evidentemente impactará en la región.

Una vieja canción, que hace muchos años abandonó las radios, decía: “Veo el futuro repetir el pasado; y el tiempo no para”. En algunas actividades lo único permanente es la circularidad de la historia. 

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