Los patrones de tráfico en las redes de comunicaciones mostraron variaciones notables durante la pandemia.

La concentración de actividad en las casas matrices de las empresas y entre éstas y las principales sucursales o las instalaciones físicas distribuidas se diluyó por completo.

Hoy la red corporativa involucra también los hogares de los empleados -o cualquier otro sitio que elijan para trabajar- y, de manera creciente, el enorme cúmulo de dispositivos móviles y de sensores de internet de las cosas.

Pero eso no es todo. En este esquema de teletrabajo, que se aceleró por el Covid-19 pero podría consolidarse en América Latina, en cada casa se produce una competencia por el ancho de banda entre las aplicaciones de negocios, las plataformas educativas, la videoconferencia, las compras electrónicas, el streaming y los videojuegos.

El desafío de las redes del futuro, un futuro que prácticamente se está manifestando en el presente, consiste en alcanzar la mejor experiencia posible para el cliente, independientemente del uso que le esté dando o de la ubicación en que se encuentre.

Las redes adaptativas como el modelo SD-WAN (software defined wide area network) aportan análisis e inteligencia para administrar de manera predictiva y adaptarse a las necesidades de cada usuario en tiempo real, efectuando los ajustes que la situación exija.

Todo esto se realiza de manera autónoma. La vieja estructura de conexiones dedicadas, que resultaban insuficientes ni bien crecía el negocio o totalmente subutilizadas cuando bajaba la actividad, parece a punto de quedar obsoleta.

Las redes adaptativas proveen la mejor conectividad posible, por lo que, desde el punto de vista de la experiencia del cliente, se traduce en mayores niveles de compromiso. Por su parte, las estructuras de nubes híbridas combinadas con esquemas de TI ágiles se posicionan como la alternativa ideal para dar un acceso sencillo a las aplicaciones y una respuesta de negocios más rápida.

Para que nubes independientes estructuren un esquema híbrido deben poder conectarse de manera transparente para el usuario final que, de nuevo, es el principal ganador: tiene lo que necesita, cuando lo necesita, en el momento exacto en que lo solicita.

El tercer gran punto en el que deben enfocarse las redes del futuro es el de la seguridad conectada: deben incorporar inteligencia para detener las amenazas globales y proteger los datos y los negocios de manera proactiva. Se trata de un problema creciente que encontró en la redistribución provocada por la pandemia, en la que el acceso al software corporativo se hace desde prácticamente cualquier lugar, un excelente caldo de cultivo. A modo de ejemplo: el centro de monitoreo de Lumen Threats Research Labs analiza al día 1.300 millones de eventos de seguridad.

En ese futuro que se adelantó y que se solapa con el presente, que una persona trabaje desde el hogar, desde una oficina o desde una silla ubicada en una plaza es un mero detalle.

Las nuevas infraestructuras de red, adaptativas, inteligentes, híbridas y seguras le ofrecerán la mejor experiencia.

El nuevo escenario se construye en base a dos conceptos: flexibilidad y agilidad. Y las comunicaciones no quedan afuera de esta lógica.