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¿Cómo preparar el terreno para nuestro jardín?

Preparar el terreno para destinar en ese espacio el lugar del jardín puede depararnos algunas sorpresas. Podemos encontrarnos con que justo ese sector haya sido el elegido en obra como el lugar para la preparación de la mezcla y el territorio esté dominado por restos de cal y cemento, e incluso arena, que también suele acopiarse en un perímetro dentro del lote en la instancia de construcción.

Otra posibilidad es que el lugar elegido para ubicar las plantas de nuestra casa se encuentre compacto al punto tal que dificulte la absorción del agua, lo que también demandará de un tratamiento previo antes de colocar los vegetales.

Lo importante es que, cualquiera sea el panorama, tiene la posibilidad de recibir un proceso que pueda mejorar la superficie que en el futuro se destacará por la belleza natural del jardín.

Evaluación

Lo primero será evaluar cómo está conformada la estructura del suelo que albergará un espacio tan preciado de la casa: el jardín.

Los especialistas señalan que el suelo se compone de elementos orgánicos e inorgánicos, entre los que se encuentran microorganismos, restos de otros vegetales, agua, aire, arena y arcilla, entre otros. Será importante poder determinar si en nuestro espacio elegido predominan la partículas gruesas, estaremos ante un terreno arenoso, de fácil absorción de agua, lo que nos dará una primera señal respecto a cómo intervenirlo.

En cambio, si notamos que estamos ante un terreno compacto donde las finas partículas impiden el paso del agua y llevan a la acumulación superficial, se tratará de un suelo arcilloso que también deberá ser atendido.

El objetivo será lograr obtener un terreno intermedio entre ambos, donde la planta encuentre una base óptima por donde pueda absorber el agua evitando la acumulación y puede tomar los nutrientes necesarios para su crecimiento.

Los especialistas recomiendan que los suelos arenosos sean enriquecidos con materia orgánica, con componentes tales como tierra preparada, compost o humus de lombriz, entre otras posibilidades. En tanto, los suelos arcillosos también deberán recibir algunos elementos conformados por materia orgánica pero a la vez podrán demandar también de arena fina que favorezca el escurrimiento del agua.

Intervención

El primer paso al momento de determinar nuestro nuevo espacio para el jardín será quitar todo tipo de yuyo o maleza, preferentemente de raíz.

Hecho esto, se procederá a “puntear y rotar” la superficie del área delimitada a los fines de romper la capa compactada. En este caso será necesario utilizar una pala o azada para tal acción.

Recurriendo al uso de un rastrillo, se podrán retirar los vegetales indeseados y restos de cascotes o escombros que pudieran haber quedado de la etapa de obra.

Luego se evaluará si es necesario aportar materia orgánica o arena fina a esa superficie para buscar esa armonía en el suelo antes mencionada. En caso de aplicar cualquier tipo de agregado deberá volver a rastrillarse la superficie con el fin de promover una mezcla de los componentes y una nivelación del terreno de forma tal que a futuro evite acumulación de agua por sectores.

Una vez hecha la intervención es recomendable esperar un par de semanas para que el nuevo suelo adquiera un carácter homogéneo y luego si dar paso a la instancia de siembra o trasplante.

Si se colocan plantas de gran porte, es recomendable que en el hoyo donde se ubicarán se complete a posteriori con tierra preparada de forma tal que el vegetal encuentre todos los nutrientes necesarios en su primer contacto con el terreno y luego tome contacto con el territorio preparado para el jardín.

Con el paso del tiempo, ese nuevo territorio deberá ser enriquecido periódicamente con el agregado de compost o humus de lombriz para mantener los nutrientes que las plantas demandan.

¡Todo listo!, ¡a elegir el lugar para nuestro jardín!