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Entrevista a Luciano Rosso: "Tal vez mi sueño de chico era ser un dibujo animado"

Desde París, y a pocas semanas de presentar su nuevo proyecto "Apocalipsync", el actor se refirió a lo dinámica que ha sido su carrera en los escenarios, a las particularidades de la fonomímica y a los desafíos del teatro ante la pandemia y las nuevas tecnologías.

A veces no es tan sencillo poner en palabras una presentación adecuada de los entrevistados que logre describir sus características y transmita el reconocimiento por su labor, sin exagerar u ofender. En el caso de Luciano Rosso no me costó imaginar cómo iniciar la nota, menos cuando sus palabras lo definían con una simpleza y hasta picardía, excelente, al decir que desde chico su sueño era ser un dibujo animado. Con su energía y un dominio especial de todo el cuerpo, se hizo conocido por su trabajo con fonomímica o lip sync, pero se trata de un gran actor argentino que ha logrado reconocimiento en todo el mundo.

“Apocalipsync” es su más reciente proyecto, que si bien surgió antes de la pandemia, encontró en este período un rumbo novedoso y de difusión a través de las redes sociales. Rosso ya conoce de este medio y cuenta con una clara idea de cómo el teatro se empapa de las tecnologías y el mundo actual para su realización. Tuvo un paso por un reality, participó de un programa infantil, se viralizó con millones de reproducciones de su interpretación de “El Pollito Pío” y encabeza obras que se mantienen desde hace una década, con presentaciones por todos lados. Un artista para tener en cuenta.

Luciano comenzó con el arte desde la danza. “Siempre tuve un vínculo fuerte con la expresión artística, cualquiera que sea. Pero recién a los 17 años me lo empecé a plantear seriamente como carrera”, comentó y aclaró: “No tengo una formación académica y eso es algo que me permitió siempre explorar de forma autodidacta y caótica todo lo que se me presentaba en el camino. Toda esa información que fui recolectando me constituye como artista y son mis herramientas a la hora de crear”. Además, confiesa: “Siempre sentí el escenario como un lugar de ‘comodidad incómoda’”.

Poco tiempo después de empezar a bailar comenzó a trabajar y desde allí a tomar clases de música, de teatro, de acrobacia, “un poco de todo”, dice. Esto lo llevó a que a los 20 ya estuviera viajando por todo el mundo y viviendo de su profesión. “Fue todo muy rápido y de golpe no sólo para mí sino también para mi familia, y creo que eso ayudó a que vean desde que era muy chico por dónde iba mi camino”, sostuvo Luciano, y aseguró: “Siempre tuve el apoyo de mi familia y mis amigos”.

- ¿Hay referentes o grandes maestros que busques "imitar" en tu trabajo?

- Creo que estoy atravesado por el trabajo de muchísimos artistas y también de personas que no tienen que ver en absoluto con el mundo artístico, desde caricaturas, pasando por el cine mudo hasta artistas con quienes me junto a crear hoy en día, que son por lo general mis amigos. Pienso que el estado del artista debe estar siempre en modo esponja y así seguir absorbiendo conocimientos. A mí me gusta la idea de ignorar más de lo que creo que sé, porque entonces me desafío a seguir aprendiendo y es una forma de no estancarse, de no conformarse con lo que uno es.

Vivir del arte

- ¿En qué momento decidiste vivir de la actuación?

- Me acuerdo que alrededor de los 20 años pensé: “Yo puedo vivir de esto”. Trabajando como intérprete en “El Choque Urbano” y viajando por todo el mundo. Ahí fue cuando me di cuenta de que no había vuelta atrás, que quería vivir viajando con mi trabajo.

Luciano tuvo su paso por el programa para niños del reconocido Luis Pescetti, es decir, desde su trabajo ha llegado a públicos de todas las edades. “Tengo la costumbre de crear pensando en mi trabajo como una expresión que no tenga límites de edad o barrera idiomática. Me gusta cuando sucede esta comunión en la que tanto un niño como un anciano pueden disfrutar y compartir un hecho estético y que estamos hablando un mismo idioma, aunque no salga una sola palabra de mi boca”, aseguró el actor.

- Hay técnicas que manejás con gran destreza como la de la fonomímica, ¿hay otras con las que te sientas más cómodo?

- Los lugares donde mejor me siento son por lo general los que tienden a tener algún tipo de riesgo escénico, donde la comodidad está siempre a punto de quebrarse. Yo creo que cualquier técnica pulida es más interesante cuando está expuesta ante un factor inesperado, un algo o un alguien que le dé vida y razón de ser. Si no existe una contradicción, por ejemplo, es imposible contar una historia.

En su currículum figura haber ganado el certamen peruano “Los Reyes del Playback”, programa televisivo en el que consiguió un fuerte apoyo de toda la audiencia gracias a sus increíbles interpretaciones (en YouTube se pueden ver sus trabajos llenos de energía y mucho humor).

- ¿Cómo fue la experiencia en "Los Reyes del Playback"?

- El pueblo peruano me abrió los brazos y en menos de una semana todos conocían esta faceta de mi trabajo. Si bien no imaginaba hacer un programa de televisión de este estilo y en vivo, tengo mucho que agradecerle a Perú. Fueron unas semanas intensas en las que conocí gente increíble, a mí además me gusta mucho la cocina peruana, así que espero volver pronto.

- ¿Cuáles son para vos los secretos del playback? ¿Se piensa en rasgos que puedan ser "caricaturizados"?

- Bueno, la técnica de lip sync se basa justamente en la sincronía de los labios en respecto de un sonido. Lo primero, si es el caso de una canción, es saber exactamente la letra, pero también hay un montón de otros factores, como la respiración, el vibrato, la distancia entre la boca y el micrófono, el timbre de voz, la posición y ubicación de todo el aparato fonador, que son claves a la hora de hacerle creer al espectador que quien emite ese sonido es uno mismo. Es como un truco de magia que sabés que no es real, pero la ilusión va directo al cerebro y lo engaña. Yo, además, le sumo una gran carga gestual a modo de caricatura porque hay algo de ese tipo de expresión que siempre me llamó la atención, tal vez mi sueño de chico era ser un dibujo animado. Voy improvisando con esas herramientas hasta que queda una especie de coreografía facial.

- ¿Cómo te sentís con la improvisación?

- A veces cuando se habla de improvisación se cree que es un momento como de trance, en el que uno deja de ser uno mismo para darles entidad a otros seres, y la verdad que yo lo pienso casi de forma opuesta. La improvisación es una técnica muy concreta, en la que tenés una paleta de colores definidos y vas decidiendo qué colores usar, cómo mezclarlos, cuáles te conviene usar en función del cuadro que se está pintando. Son puras decisiones conscientes, hay que estar atento y abierto a la propuesta. A mí me encanta ese estado y lo disfruto muchísimo, no sólo en el terreno escénico sino también en otros contextos. Me gusta mucho cocinar y hay mucho de improvisación ahí también.

Luego de su paso por la televisión peruana decidió radicarse en Francia, donde vive desde entonces en París, aunque explica que los ritmos de vida de los artistas, recorriendo los escenarios europeos, aún no le permiten empaparse como quisiera de la cultura. “Lo que sí podría mencionarte es la sensación de estabilidad que nunca antes había sentido. Acá la cultura en general tiene una importancia enorme y los artistas en particular son muy respetados. Hay también un cariño muy grande con el teatro argentino”, comentó Rosso.

- ¿Cuáles creés que son los desafíos del teatro en un mundo donde dan batalla otras ofertas culturales? ¿Puede el teatro aprovechar esas herramientas que dan los nuevos medios?

- El teatro siempre sobrevive. Yo sospecho que es porque el teatro es inherente al ser humano. Mientras exista alguien que muestre y otro que observe, y los dos compartan un espacio en común, el teatro estará ahí. Todo lo agregado después son las herramientas que el teatro va apañando. Creo que el teatro debe aprovechar esas herramientas y de hecho, lo viene haciendo hace rato ya. La tecnología es la más actual y es la que se impone hoy en día. El problema surge cuando las herramientas intentan reemplazar o incluso desplazar al teatro.

Un escenario “apocalipsynco”

- Todo el arte, en el contexto de pandemia, se ha debido reconfigurar, para llegar a su público, incluso con medios online, ¿cómo viviste esta realidad?

- Fui testigo del crecimiento exponencial del consumo de redes sociales y también de la necesidad del usuario de expresarse en ellas. Es como si la pantalla se hubiese convertido en una ventana por donde asomarse a respirar. Por un lado, creo que hay una necesidad de estar comunicados todo el tiempo y, por otro, me da miedo que esa necesidad nos haga desconectarnos de nuestro deseo real.

El período de aislamiento social por la pandemia lo obligó a cambiar un poco la agenda, en la que tenía previstas funciones hasta el año que viene tanto de su obra “Un Poyo Rojo” como de “Furor”, aunque explicó: “Tuvimos que reprogramar toda la agenda para el próximo año y ahora estamos a la espera de ver cómo evoluciona esta situación” y agregó: “Ya tenemos algunas fechas para fin de este año también, pero todo puede suceder”. Es también este contexto complicado que surge un nuevo proyecto, muy interesante al que ya se puede acceder desde su sitio web: “Apocalipsync”, una propuesta que se armó con el aporte de seguidores, con las limitaciones del encierro, pero desarrollando toda la creatividad del artista argentino.

- ¿Cómo nace el proyecto de "Apocalipsync"?

- Apocalipsync surge como un proyecto escénico que tenía ganas de hacer y empecé a imaginar el año pasado. La adaptación que hicimos con Miguel para esta edición fue también impulsada por la cuarentena que nos tocó vivir acá en París, y terminó dándonos foco para hacer algo productivo que nos llevó casi dos meses entre ensayos, rodaje y edición. Es un poco la muestra gratis de lo que será el espectáculo en vivo que ya estamos readaptando para estrenar en el Festival Off d'Avignon de 2021.

- ¿Cómo te sentís con nuevos formatos audiovisuales, considerando también la experiencia con el videoclip de la canción “Keep on Smiling”?

- Me gusta el formato que tomó en video porque un poco es el cúmulo de experiencia que vengo desarrollando en videos cortos desde hace 10 años. Como fue también la colaboración con la banda The Cuza, radicada en Reino Unido, que nos propuso su canción “Keep on Smiling” para desarrollar la idea que quisiéramos. Fue un proceso rápido pero muy divertido y creativamente quisimos mostrar cómo hacer algo con los mínimos recursos y mucha imaginación.

Desde hace tiempo comparte muchos proyectos con Miguel Israilevich, con quien asegura que se complementan logrando potenciar el trabajo de cada uno. “Con Migue hacemos un equipo creativo hace varios años ya. Nos casamos en 2017 y para ese entonces ya habíamos hecho presentaciones en algunos centros culturales con ideas cortas de escenas cómicas. Siempre que nos lanzamos al vacío empiezan a surgir ideas de la nada y nos es muy natural alimentarlas y hacerlas crecer para darles forma”, comentó Rosso y señaló: “Con ‘Furor’ recorrimos 5 países en menos de un año, además participamos del Nikon Festival de cortometrajes en Francia con un trabajo que él escribió y yo protagonicé que se llama ‘Je suis une enveloppe’”.

En este sentido, Luciano indicó: “Con Israilevich siempre estamos creando cosas juntos, ‘Apocalipsync’ también es una creación de los dos. Es genial porque yo siempre trabajo solo cuando hago videos para las redes pero en este caso su trabajo de dirección potenció el mío de una forma increíble y eso se puede ver claramente en esta oportunidad”.

- ¿Está entre tus proyectos enseñar lo aprendido el día de mañana?

- No me considero capaz de enseñar nada. Prefiero dedicarme a estar arriba del escenario por el momento y no sé por cuánto tiempo más. Me gusta pensar en seguir dirigiendo proyectos, pero también me gusta fantasear con alejarme del mundo artístico y desafiarme a mí mismo en un terreno completamente diferente.