La primera conclusión es que Argentina perdió terreno. A comienzos de Siglo, el país estaba tercero en el medallero y en los últimos años fue desplazado por uno que viene en franca remontada: Brasil.
En la exposición se observó que “en la Era de los Alimentos, Brasil fue el ganador y, además, hay un grupo de países que aprovecharon esos años para mejorar su productividad y ganar participación en el mercado global”.
De Freijo sostuvo que es vital preguntarnos cómo Brasil pudo sacarnos tanta ventaja, ya que compartimos más de mil cien kilómetros de frontera, y la conclusión es que “necesitamos abandonar la era de los derechos de exportación y retomar la proyección que tenía nuestro país” antes de la cita olímpica de Australia.
En esa línea, el dato contundente es que “la era de los derechos de exportación le significó a Argentina US$ 190.000 millones que fueron a aumentar el gasto público, mientras que en el resto de los países sucedió lo contrario”.
El economista Jefe de la SRA remarcó: “Argentina fue el país que más discriminó a sus productores agropecuarios durante la era de los alimentos”, un dato que surge del Instituto de Estudios Económicos (IEE) de la Sociedad Rural Argentina y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
En diálogo con Tranquera Abierta, de Freijo remarcó que entre los países que demostraron un notable crecimiento están Turquía, Rusia, Ucrania, Malasia, Vietnam, México, Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay, todos ubicados entre los tops treinta de los exportadores. “A causa de las retenciones, Argentina lo que hizo fue postergar, limitar, la posibilidad de poder desplegar todo su potencial”, sostuvo el economista.
¿Qué pasó en esos 20 años?
Si uno analiza los precios internacionales, desde 2002 hasta ahora, lo que se ve es que hubo 17 años con precios por arriba del promedio, por diferentes razones. Eso muestra entonces que fue una era con buenos precios de alimentos. Entonces surgen tres preguntas. La primera es cómo aprovecharon esa situación los países productores en ese período. La segunda es si esto permitió el ingreso de nuevos países al comercio global o no, y la última, cómo lo capitalizaron los productores argentinos.
¿Y qué observaron?
Lo que vimos es que el comercio de alimentos aumentó 328% contra el 283% que creció el comercio total de bienes. Los que más aumentaron fueron los combustibles, la industria farmacéutica, hierro y acero, y luego alimentos. Claramente el mundo aprovechó los buenos precios internacionales en esa era para potenciar el comercio global.
¿Y quiénes lo aprovecharon?
Ahí ubicamos a los países que denominamos relevantes, que son los 10 primeros (Unión Europea, Estados Unidos, China, Canadá, India, Indonesia, Tailandia, Australia, Brasil y Argentina) y “las estrellas” que son aquellos que pertenecen al Top30 y fueron los que más crecieron, los que tuvieron mayor tasa de crecimiento, como Turquía, Rusia, Ucrania, Malasia, Vietnam, México, Ecuador, Perú y Paraguay. El resto de los países cayeron en participación dentro del comercio mundial de alimentos. En tanto, los países relevantes se mantuvieron estables, con una leve caída. El caso de Brasil pasó del 4% al 7% mientras que la Argentina quedó estancada en el 3% de participación.
¿Cuánto crecieron en volumen de comercio?
Claramente cada país aprovechó de manera distinta el aumento del comercio de alimentos. Tenemos un promedio de 328% en 20 años y Argentina creció 351%, levemente por encima. Pero Rusia aumentó 1.598%, Ucrania un 898%, Indonesia el 852%, Paraguay un 778% y Uruguay, 766%. De la región, se suman Brasil con 689%, Perú con 640% y Ecuador, 601%.
¿Y cómo resultó el medallero?
La Unión Europea, que era la primera durante los juegos de Sidney, perdió dos medallas para los de Tokio pero se mantuvo a tope, mientras que Estados Unidos, que es el segundo, se mantuvo con la misma cantidad de medallas. Pero Argentina, que era el tercero en Sydney, cayó al cuarto lugar; lo desplazó Brasil. En ese período Argentina perdió dos medallas y Brasil sumó tres. Otro país que perdió mucho fue Australia, con 4 medallas menos, básicamente afectada por el posicionamiento lácteo que tenía y que perdió bastante valor en esos 20 años.
¿Pero los protagonistas son los mismos o hay novedades?
Ahí hay otro dato interesante porque antes se llevaban los premios unos pocos países mientras que ahora está más diversificado. Eso muestra que con las tasas de crecimiento, cualquier país puede aspirar a tener medallas. Porque cuando hay buenos precios internacionales, eso permite realizar inversiones necesarias para posicionarse en los mercados de forma permanente. En definitiva, el mundo aprovechó la era de los alimentos para crecer productivamente por el comercio y eso también permitió bajar la pobreza a nivel global, que cayó de 1.600 millones de personas a casi 700 millones.
En eso vamos a contramano...
Bueno, es lo que se desprende implícitamente del informe también. Justamente Argentina es productora de alimentos y la base del desarrollo que tiene el país; y justamente todas las regulaciones que se instrumentaron para ‘proteger la mesa de los argentinos’ lo único que hicieron fue entrampar al país. Porque en la medida en que se pusieron retenciones y se amplió el gasto, se destruyó la productividad. Pensemos que su sumamos las retenciones desde 2002 a la actualidad, suman más de 190 mil millones de dólares. Eso limitó la posibilidad de inversión, que es el único mecanismo que existe para garantizar empleo y elevar el ingreso real de las personas.
¿Qué tenemos que hacer para volver al podio en Los Ángeles 2028?
Estabilizar la macroeconomía, que es ir sacando palitos chinos, y cuando uno saca, los otros se mueven. Entonces hay que tener la pericia para desarmar esa montaña de palitos; y el Gobierno eso lo está haciendo, va sacando palitos.
¿Se puede sacar ahora el palito chino de las retenciones?
Hay que confiar en las potencialidades de las respuestas del campo, que es central. En otros momentos, en los ‘90 cuando se eliminaron las retenciones el efecto fue muy rápido y lo mismo en 2016, cuando se eliminaron en maíz y trigo. Entonces, hay que animarse a pensar esquemas distintos.