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Al padre Vaudagna lo golpearon en el rostro y recibió dos balazos

Los impactos fueron en la parte superior del tórax. Uno de ellos afectó la base del cuello, lo que le provocó la muerte. Un joven de 23 años fue detenido como el principal sospechoso. Un menor de 14 años sería su cómplice

El padre Jorge “Coqui” Vaudagna fue golpeado con violencia en su rostro con un elemento contundente y fue ultimado de dos balazos con orificio de ingreso en la zona superior del tórax, aunque uno de los proyectiles terminó con su vida, de acuerdo con las conclusiones de la autopsia.

El cura párroco de la parroquia San José de Vicuña Mackenna fue asesinado alrededor de las 21 del martes en la cochera posterior del predio parroquial, sobre calle 9 de Julio al 500, cuando se habría resistido a una tentativa de robo por parte de dos jóvenes.

El homicidio generó un fuerte estupor y conmoción entre los vecinos de la ciudad y también de una amplia región.

La investigación del crimen del sacerdote de 59 años está a cargo del fiscal de Instrucción de Cuarta Nominación, Daniel Miralles, quien dispuso en la madrugada de ayer una serie de allanamientos, a partir de testimonios recolectados entre los vecinos.

Los procedimientos realizados en tres domicilios del barrio Las Ferias, al oeste de Vicuña Mackenna, permitieron la detención de Guillermo Arias, de 23 años, quien está acusado del supuesto delito de homicidio calificado por el uso de arma de fuego en concurso con la participación de un presunto menor de edad.

Traslado detenido por caso Jorge Vaudagna en Vicuña Mackenna

En el domicilio del sospechoso se secuestraron algunos elementos relacionados con la investigación.

También fue identificado un adolescente de 14 años, quien lo habría acompañado durante el fatal asalto.

Entre ambos hay una relación de parentesco, indicaron las fuentes consultadas.

Para los investigadores, Vaudagna se habría resistido al ser abordado por los delincuentes, quienes lo sorprendieron luego de que estacionara su camioneta Toyota y cerrara el portón.

En medio del forcejeo con los jóvenes, uno de ellos le aplicó varios golpes (habrían sido con la culata del arma de fuego o con unos palos que había en la cochera) y luego le efectuaron dos disparos.

Ambos ingresaron en la parte superior derecha del tórax. Uno quedó alojado en el hombro, mientras que el otro, con orificio de salida, afectó la base del cuello y lesionó varios vasos de la zona, lo que le provocó la muerte a los segundos.

La autopsia realizada en la morgue del Hospital San Antonio de Padua estuvo a cargo de la forense Ana Laura Peiovich.

Los delincuentes habrían pretendido amordazarlo, ya que en una de sus manos tenía atado un pedazo de tela, que podría ser la estola que se utiliza en las misas.

Testigos indicaron que el padre clamó a los delincuentes que no lo mataran y se escucharon al menos dos o tres detonaciones de arma de fuego.

Los sujetos se dieron a la fuga por los techos de la manzana del templo, ubicado frente a la plaza principal del pueblo, que se encuentra a oscuras porque está cercada por una obra de remodelación.

Cuando llegó la Policía al lugar, convocada por una vecina del frente, vieron que uno de los delincuentes se daba a la fuga por los techos del sector.

Junto al cuerpo sin vida de Vaudagna, ubicado en la parte posterior de la vieja Toyota, estaban el arma utilizada para el homicidio -una pistola 22 milímetros-, dos casquillos y un barbijo, que sería de uno de los asaltantes.

En el lugar del crimen trabajaron efectivos de la Policía Científica del Ministerio Público Fiscal y personal de la Dirección de Homicidios de la ciudad de Córdoba, que llegó en la madrugada para avanzar en la investigación.

Entre las pesquisas que quedaban pendientes, luego de la detención de Arias y la identificación del menor, ayer se estaban revisando varias filmaciones para determinar con precisión si había algún otro cómplice con participación en el homicidio del cura.

Vaudagna había regresado de grabar la misa para ser difundida por los medios de comunicación del pueblo y en el Facebook de la parroquia San José.

“Lo mataron a sangre fría”, resaltó un amigo del padre.