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¿Quién pagará el ajuste que vendrá?

El presidente electo, Javier Milei, aseguró que "esta vez lo deberá pagar la política y no el privado, el ciudadano". Sin embargo, están en marcha medidas que impactarán en tarifas, combustibles, alimentos y tipo de cambio. ¿Cómo frenará ese tsunami?

Hay un dato que sigue siendo una incógnita a la hora de valorar el amplio respaldo que logró Javier Milei en las urnas el 19 de noviembre: el triunfo lo fundó sobre una serie de pilares como la dolarización, la eliminación del Banco Central y la necesidad de un fuerte ajuste. Los dos primeros entraron en serias dudas durante la primera semana del flamante presidente electo. Sobre el último, insistió en varias de las entrevistas que dio tras conocerse el resultado de los comicios, que se aplicará sobre la política y que los ciudadanos “esta vez no serán los perjudicados”. Y buena parte del electorado fue a votar coincidiendo en esa necesidad de ajuste, aun a riesgo de ser alcanzado por sus efectos, de magnitud aún impredescible.

Lo que resulta difícil de asimilar es que ese ajuste lo pagará la política. ¿Cómo? ¿Habrá recortes de sueldos significativos para funcionarios y legisladores nacionales? ¿Alguna cláusula para que cada diputado o senador no tenga pagos los vuelos, los asesores, los gastos diarios de “representación” y demás beneficios que abultan las dietas formales que figuran en los recibos? ¿Los trabajadores que figuran en el Poder Legislativo, tendrán que fichar todos los días y cumplir horarios? ¿El Congreso tendrá que recortar abruptamente sus erogaciones? ¿Mueve el amperímetro eso? ¿O se lo hará de todos modos como un gesto?

Habrá que ver qué tiene pensado llevar adelante Milei con su motosierra o si cambia de instrumento y avanza con un fino bisturí. Pero lo que aparece nítido es que la parte de la promesa referida a que esta vez el sector privado y la gente no correrá con los costos, resulta poco verosímil. Es que el fuerte proceso inflacionario que transita el país desde hace años y que se aceleró en los últimos meses hasta alcanzar los dos dígitos mensuales, podría seguir expandiéndose a medida que comiencen a liberarse variables que permanecían frenadas y que Milei anticipó que “sincerará”. Se podría tratar de un fogonazo inflacionario sobre el actual alto nivel. Es un cable complejo, una fibra sensible, porque además se aplicará sobre un porcentaje de pobreza superior al 40% en términos generales pero que escala al 60% en los niños y adolescentes.

Este fin de semana los combustibles tuvieron un nuevo aumento y ya se pusieron a raya de la inflación del último año, ¿deben seguir subiendo? Las petroleras aseguran que están todavía muy atrasados. Habrá que ver el equipo económico de Milei qué cálculo hace. Por lo pronto al frente de YPF se confirmó a un hombre de Techint: Horacio Marín, mientras se espera el nombre para ocupar la Secretaría de Energía, para el que suena Fabián López, actual ministro de Servicios Públicos de la gestión de Juan Schiaretti, un funcionario de dilatada trayectoria y conocimiento en la materia.

Lo cierto es que el salto de precios en las estaciones de servicio impacta en muchos bienes y servicios, especialmente en un país que depende del transporte por camiones para mover su mercadería. Eso implica que se refleja hasta en una lata de tomates puesta en la góndola del supermercado.

Sobre los alimentos, las fábricas ya anunciaron que Precios Justos seguirá hasta el 10 de diciembre y que luego es terreno incierto. Eso implica que posiblemente el 11 haya otra realidad debido a que el nuevo Gobierno ya anticipó que no cree en la efectividad de esos programas para contener la inflación. Está claro que el fracaso de esas iniciativas está a la vista al menos en los últimos 3 gobiernos, pero en el actual estado de cosas y con la dinámica inflacionaria actual y venidera, tal vez sean mejor que la nada hasta que haya resultados evidentes en una desaceleración de precios.

El tercer elemento que se suma a alimentos y combustibles es el de las tarifas. También de incumbencia del área energética, es parte del programa económico general. Es una de las áreas sensibles cuyas correcciones también se trasladan inmediatamente a otras áreas. La fábrica de zapatillas o la de gaseosa utilizan electricidad y gas, por lo cual sus costos serán más altos y finalmente pasarán al menos una parte a precios.

Hay un punto más: el dólar. Se da por descontado una corrección fuerte del tipo de cambio que terminará corriendo a precios, potenciando los tres elementos anteriores.

El que estará de frente a ese tsunami será el asalariado, cuentapropista o trabajador informal con un paragüas de peatonal en la mano. Pero la ola pasará hasta los comerciantes y pymes, que seguramente se verán ante costos en alza y desplome de ventas.

Por eso resulta poco verosímil que el costo del ajuste anunciado lo pagará exclusivamente la política. ¿Cómo se impedirá que llegue el agua a las capas medias y medias bajas? ¿Qué tipo de barrera tendrá pensado colocar Milei y el gobierno para evitar que haya nuevos impactos en esos segmentos?

Entonces, si la decisión es que no habrá intervenciones del Estado para hacer control de daño, cumpliendo a rajatablas lo que el candidato y ahora Presidente electo prometió en campaña, el tsunami impactará de lleno. Porque el escenario de los próximos meses muestra niveles de inflación aún mayores -situación actual más liberación de variables-, consecuente pérdida de poder adquisitivo y continuidad de caída en el consumo y la producción.