Villa María |

Bustamante: "Se vive una gran crisis de dirigentes en Argentina"

El vicario de la Diócesis de Villa María realizó un profundo análisis de la situación social y política que afronta el país. Habló de una dirigencia "intelectualmente mediocre, espiritualmente empobrecida y éticamente corrompida"

El vicario de la Diócesis de Villa María, Alberto Bustamante, fue categórico al señalar que Argentina “vive una gran crisis de dirigentes”.

Según indicó, tal situación se transparenta en instituciones como el Congreso, donde queda en evidencia “el nivel de mediocridad, agresividad y confrontación” que tienen los líderes de los diferentes partidos.

“Se vive una gran crisis de dirigentes en Argentina. Y, cuando digo dirigentes, no digo solamente los políticos. Me refiero a los dirigentes sociales, empresariales, sindicales, religiosos y eclesiásticos. Argentina está transitando este momento con la dirigencia más intelectualmente mediocre, espiritualmente empobrecida y éticamente corrompida de la historia”, aseguró el religioso en diálogo con Puntal Villa María.

“Basta con ver el nivel de los debates que estamos teniendo en ámbitos institucionales, como por ejemplo el Parlamento, donde se da la confrontación entre oficialismo y oposición, entre miembros del mismo oficialismo y también entre integrantes de la oposición. En todos los ámbitos se puede observar ese nivel de mediocridad, de agresividad y de confrontación”, resaltó.

“Pobreza espiritual y ética corrompida”

-Cuando mencionás los términos “probreza espiritual” y “ética corrompida”, ¿a qué te referís?

-En lo que hace a la falta de pobreza espiritual, me refiero a que en la actualidad se observa la falta de grandeza, la falta de capacidad de tener las manos abiertas, la falta de descubrir que el abrazo siempre es más razonable que el insulto. Todo eso es parte de no tener a Dios en el fondo. Con el concepto de una dirigencia éticamente corrompida, puedo nombrar la lucha que existe detrás de los propios intereses, las coimas, el arribismo, el cuestionamiento al Poder Judicial, las intromisiones de los ejecutivos en otros ámbitos, la chatura del Legislativo. Por ejemplo, lo vemos cuando no se acatan las sentencias del Poder Judicial. Uno tiene derecho a cuestionar todos los fallos de la Justicia y puede no estar de acuerdo con ellos. Lo que no puedo hacer es desobedecerlos o recurrir a las instancias legales constitucionales que están previstas si entiendo que el fallo no ha sido conforme a derecho.

“Deuda social e institucional”

-En 2019, en una entrevista con este medio, mencionaste el concepto de deuda social. ¿Lo seguís sosteniendo?

-Sí. El proceso democrático tiene una gran deuda social y también institucional. La deuda social tiene que ver con que no se pudieron resolver los núcleos duros de pobreza. Argentina ha convivido con un 20 por ciento de pobres y un 10 por ciento de excluidos como un núcleo duro que no ha podido revertir ninguno de los gobiernos que asumieron. Podemos decir que en Argentina ningún espacio político tiene el monopolio de la solución y ni tampoco el monopolio de ser la causa de los problemas. Hay una corresponsabilidad de todos. Esta gran deuda social tiene que ver con la pobreza, pero también con la exclusión, con la falta de trabajo, con un proceso educativo que no ha logrado despegar y que no ha sido capaz de integrar inclusión con calidad educativa.

-¿En materia de economía también existe una deuda?

-En lo económico, excepto un corte muy breve, siempre se convivió con procesos de mucha desestabilización económica, con procesos inflacionarios que comen los ingresos y que no permiten la inversión genuina en el campo de lo privado y por lo tanto deja a muchas familias sin trabajo. Genera angustia, preocupación y falta de dignidad en la vida de las personas y las familias, quita horizontes de futuro. Argentina convive con un universo de jóvenes que ven más posibilidades de futuro afuera que adentro. Otra gran deuda es la incapacidad de haber logrado consensos para generar políticas de Estado sobre la base de un modelo de país, un modelo de desarrollo, un modelo educativo que acompañe planificadamente. Sin modelo de país es imposible pensar un modelo de educación y Argentina no ha sido capaz de hacerlo.

Grieta y falta de autocrítica

En otra parte de la charla, Bustamante se refirió a esa palabra tan utilizada en la política: la grieta. “Esto que hoy llamamos ‘grieta’, y que es una matriz binómica de permanente confrontación en la historia argentina, llamémosle unitarios y federales, puerto contra interior, radicales, peronistas, o lleve el nombre que lleve, ha generado que Argentina viva permanentemente confrontando sin lograr razonables espacios de acuerdo”, enfatizó al respecto.

También habló de la falta de autocrítica que tienen los dirigentes. “Siempre las responsabilidades las ponemos afuera, en organismos internacionales de crédito, o bien, en otros países que caracterizamos con ideologías trasnochadas de la década del 70, como el imperio. Nunca hemos sido capaces con humildad de decir que estamos como estamos porque somos como somos. Mientras no seamos capaces de tener esa perspectiva y esa mirada, nos va a costar mucho salir”.