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Cámara del Crimen: el juicio contra el odontólogo Zernotti entró en la fase de los alegatos

Las partes harán sus planteos ante el juez Félix Martínez. La querella intentará demostrar la culpabilidad del imputado, mientras que la defensa irá por el pedido de absolución. Hoy podría haber sentencia

Hoy comienzan los alegatos del juicio al odontólogo villamariense Marcelo Camilo Zernotti (59), a quien se le endilga el supuesto delito de “Defraudación por circunvención de incapaces”.

El debate que dio inicio el lunes en la Cámara del Crimen gira en torno a la compra de una vivienda, la cual fue adquirida por el imputado a un valor que representa menos del 6% del precio real del inmueble.

Se cree que Zernotti se aprovechó de la vendedora, quien en ese entonces tenía más de 80 años, para sacar ventaja económica y hacerse con el inmueble, ubicado sobre calle José Ingenieros 534.

La causa que hoy es materia de debate en la Cámara del Crimen nace de una denuncia que presentó José María Rigazio, el hijo de la octogenaria, identificada como Lilia Marsilli de Rigazio.

La investigación, en una primera etapa, fue llevada a cabo por el exfiscal Gustavo Atienza, funcionario que entendió que había motivos para imputarle a Zernotti el delito de defraudación por circunvención de incapaces.

La pieza acusatoria que se leyó durante la primera sesión sostiene que el odontólogo le compró el 23 de marzo del 2010 a Lilia Marsilli un inmueble a un precio mucho más bajo del que aparecía en el mercado, aprovechándose de que la anciana presentaba un cuadro de demencia senil progresiva e irreversible, diagnóstico que surge de un examen realizado por el neurólogo Sergio Vesco.

Alegatos y sentencia

En la instancia de los alegatos, que dará inicio hoy a las 9.30, el experimentado abogado querellante José Luis Bertoldi intentará demostrar que Zernotti incurrió en un delito y que es mereceder de una pena.

Los abogados defensores Héctor Oses y Antonio Alarcos, por su parte, buscarán probar que la venta del inmueble se concretó de acuerdo a lo que dice la ley, en una escribanía pública, delante de varios testigos y ante una vendedora que se encontraba lúcida y ubicada en tiempo y espacio, lo que les lleva a pensar que el comprador no sacó ningún provecho al momento de efectivizar la operación. Este miércoles también alegará el fiscal de Cámara Francisco Márquez, en representación del Ministerio Público Fiscal. Luego de que expongan las partes, el juez que preside la audiencia, Félix Alejandro Martínez, pedirá un cuarto intermedio para deliberar. La sentencia podría conocerse hoy mismo.

Lo que dejó la instancia de presentación de pruebas

Zernotti fue el primero en declarar durante el juicio. Cuando lo hizo, dijo que es “totalmente inocente” y que no cometió ningún delito. Luego afirmó que quedó “en el medio de una disputa familiar entre dos hermanos, que están peleándose por sus bienes” (la referencia es para José María Rigazio y Elva Maris Rigazio, hijos de la ya fallecida Lilia Marsilli).

El imputado también cruzó al abogado querellante José Luis Bertoldi, a quien acusó de haber “mediatizado la causa”.

Cuando a Zernotti le consultaron cómo se encontraba Lilia Marsilli al momento de vender su propiedad, respondió que estaba acompañada por su hija Elva Maris y que aparentaba estar “lúcida y ubicada en tiempo y espacio”. Además, sumó que cuando se concretó la transacción también estaban el abogado de Marsilli, Martín Pieckesteiner, y el escribano Sergio Lozita.

El hijo de la anciana, quien a su vez se constituyó como querellante particular, declaró en calidad de testigo.

Cuando le preguntaron por el estado que presentaba su madre en los últimos años, respondió que ésta “confundía nombres y números”, y luego agregó que el doctor Vesco la había diagnosticado un retroceso cognitivo. También se refirió a la relación que tenía con su hermana Elva Maris Rigazio, a quien acusó de sentir “celos y envidia” de él.

En la primera sesión declararon como testigos José Matías y Sofía Rigazio, nietos de Lilia. Ambos coincidieron en que su abuela en los últimos años “no estaba bien” y “se perdía”.

Sofía, por su parte, reconoció que su abuela “nunca se hubiera ido de su casa de toda la vida”, y en esa línea dijo no entender por qué había vendido la propiedad.

El cuarto testigo fue el escribano Sergio Guillermo Lozita, quien recordó que Lilia se encontraba “lúcida” al momento de ceder sus acciones y que no le llamó la atención el precio del inmueble. Asimismo, sostuvo que no está en sus funciones saber si algo que vende es barato.

Maximiliano Ramón López, un agente inmobiliario que administraba el alquiler de una vivienda que estaba a nombre de la anciana, y Noelia Mateo, amiga de la nieta de Marsilli, fueron los dos últimos testigos del juicio.