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"Si realmente supiésemos lo que comemos, nos alimentaríamos mejor"

Para la nutricionista Dayana Comba, es necesario contar con una normativa y lamentó que "vivimos en una pandemia de enfermedades como la obesidad, hipertensión arterial, sobrepeso y diabetes". Descartó que comer sano sea costoso

“La ley es fundamental para que el consumidor conozca qué es lo que está comiendo, el aporte nutricional de los alimentos que comemos todos los días”. Con esa contundencia se expresa la licenciada en nutrición Dayana Comba (MP 4166) al ser consultada por este medio por el proyecto de ley de etiquetado frontal que el Congreso de la Nación aún no pudo transformar en normativa.

De igual manera, el proyecto actual tiene alcance sobre los productos procesados, no así hacia algunos ingredientes de preparaciones como harina, leche, azúcar y sales. Para Comba es clave contar con una ley en virtud de que los alimentos procesados “son altos en sodio, grasas, y principalmente saturadas, que son los ingredientes o nutrientes críticos que a la larga terminan generando las enfermedades crónicas”.

Y fue más allá al decir que “estamos en una pandemia de enfermedades de este tipo, como la obesidad, la hipertensión arterial, sobrepeso, diabetes”. Sobre la base de su experiencia, abordada sobre si la sociedad conoce de qué ingredientes está hecho lo que consume, consideró que no es habitual y que, incluso “si supiésemos en realidad lo que comemos, nos alimentaríamos mejor, ya que al conocer lo que estamos consumiendo tenemos la capacidad de decidir. Si vemos un producto en góndola que tiene rombos negros, lo vamos a consumir con menor frecuencia. No es que se va a dejar, pero habrá más cuidados a la hora de elegir el alimento”.

El rombo negro al que hace alusión corresponde a un etiquetado que, de aprobarse el proyecto de ley, será obligatorio en ese tipo de productos. “Claramente la gente no quiere consumir algo que esté lleno de esos rombos, entonces lo que se busca con la ley es justamente generar una señal de alerta”, destacó. Incluso, mencionó que se propone que “los alimentos con rombos no pueden ser publicitados ni comercializados en los colegios, permitiendo así regular la alimentación de los chicos en edad escolar, sin el control de los padres, ya que al estar en la escuela son ellos los que deciden qué comprar”.

Comba entendió que desde el sector empresarial existen rechazos a la iniciativa porque indefectiblemente “afectará sus ventas”. “Las enfermedades crónicas causan el 80% de las muertes en nuestra población”, destacó con tono de preocupación, aunque aclaró que existe “una dicotomía porque cada vez más la población se interioriza más para comer de forma saludable, entonces está muy en auge el vegetarianismo y veganismo, pero también está el que va a lo más rápido, que son los productos procesados”.

Mencionó que, a su entender, la población “cada vez está tomando más conciencia de los alimentos que consume”. Además, descartó que comer sano “sea más costoso, sino más bien reemplazar porque en vez de elegir una gaseosa que cuesta entre 150 y 200 pesos, podemos tomar agua. O cuando eligen snacks, por qué no ir a la verdulería y comprar un par de frutas. Muchas veces es una cuestión de conciencia y costumbre”.

Consideró además que de manera diaria percibe, a través de sus pacientes, “la preocupación por cuidarse en la alimentación. Si no fuese así, no harían la consulta. Están aquellos que vienen por derivación del médico, obligados o porque un familiar le dijo que tiene que bajar de peso. Está ese grupo, pero también está la mayoría que se preocupa por su alimentación, lo que no deja de ser saludable por el cambio de conducta”.

Obesidad en niños

Un informe reciente de Unicef da cuenta de que uno de cada dos niños compró alimentos pocos saludables observados a través de una publicidad. Pero, además, el dato más preocupante es que Argentina lidera el ranking de niños menores de 5 años con sobrepreso. “La obesidad creció de manera tan alarmante en América Latina que hoy es considerada una epidemia”, destaca la investigación.

Para Fernando Zingman, especialista en Salud de Unicef, el incremento en los niveles de obesidad se debe fundamentalmente “a cambios en el patrón alimentario de la población, que ha pasado de consumir alimentos naturales y comidas caseras a desplazarlos por productos procesados y ultraprocesados, que son envasados listos para consumir, y bebidas azucaradas. Esta conducta, en muchos casos, responde a la influencia de estímulos que alientan el consumo de productos que tienen exceso de azúcar, grasas y sal añadidos, con escaso valor nutricional”.

También se detalla que, al analizar los productos alimenticios, la mitad es alto en azúcares y 4 de cada 10 son altos en grasas saturadas y/o grasas totales. “Ninguno de ellos estaría permitido si se aplicaran los criterios del perfil nutricional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), por ser altos en algún nutriente crítico, como azúcar, grasas o sal”, remarcan.

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