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Hace 48 años, un villamariense creaba el primer gremio para docentes privados

Se trata del profesor Eduardo Requena, quien fuera desaparecido en 1976 por el gobierno militar. Su amigo y compañero, el profesor Elvio Omar Toscano, recuerda aquella gesta sindical en tiempos de Obregón Cano.

A Elvio Omar Toscano lo conoce todo el mundo en Villa María. Sobre todo por su militancia inclaudicable en Derechos Humanos (es el actual presidente de la APDH), por su labor incansable como periodista (hace 16 años que edita la revista “Educando”) y por su labor docente durante varias décadas (fue profesor de los Trinitarios, el Manuel Belgrano y el Rosario Vera Peñaloza, entre otros secundarios locales). Pero quizás pocos saben que el autor del “Nunca Más villamariense” (“En honor a la verdad”), fue uno de los afilidos al primer gremio cordobés para docentes privados, el Seppac (Sindicato de Educadores Privados y Particulares de la Provincia de Córdoba), el que en 1970 creara su amigo, el profesor Eduardo Requena.

“Por ese tiempo estaba la Unión de Educadores de Córdoba que sólo aglutinaba docentes públicos -rememora Toscano-.  Así que el Seppac nació exclusivamente para cubrir esa necesidad, ya que los docentes privados estaban completamente desguarnecidos. Si te ubicás en el tiempo la cosa era complicada”.

-¿Por qué? 

-Porque en ese tiempo también se crea Ctera, y Eduardo tiene un papel protagónico representando a Córdoba. También surge la idea de fundar un sindicato para Córdoba y una delegación en cada ciudad importante. Y así nacimos nosotros. Éramos un grupo importante. Y los primeros afiliados, además de Eduardo y yo, eran Roberto Tais, el sacerdote Amado Aguirre y los profesores Sonia Oddino, Carmen Nebreda, Elina Master y Ninina Taix.

-¿Cómo recordás ese gremio?

-Era la primera vez que uno iba a una escuela privada a hablar de asociaciones sindicales. Queríamos ser reconocidos por los docentes y no era fácil. Nos reuníamos en el viejo colegio Mariano Moreno donde ahora está Sancor. Yo daba clases allí, en el secundario del Manuel Belgrano. Y como no teníamos sede, era un buen lugar. Llegamos a tener muchos afiliados, sobre todo de los colegios primarios de la ciudad.

Navarrazo y después

-¿Y ya eran un gremio oficial?


-Sí, porque en el ´70 Ricardo Obregón Cano gobernaba en Córdoba y su vice era Atilio López, un dirigente sindical. Y ellos nos dan el primer estatuto. Pero al poco tiempo le dan un golpe al gobierno, el  “Navarrazo”. Lo destituyen a Obregón Cano y a Atlio López lo mata la Triple A. En el ´76 lo desaparecen a Eduardo y desde ese momento el Seppac fue perdiendo peso. 

-¿Qué me podés decir de Requena como docente y gremialista?

-Eduardo era docente del Rivadavia y de una escuela de Córdoba en barrio Ituzaingó que hoy lleva su nombre. Era un tipo muy especial. Viajaba a Buenos Aires en tren y con muy pocos recursos. Se iba con el bolsito y el sándwich de mortadela. Era un laburante, un docente que amaba su profesión y que estaba siempre en actividad para defender los derechos de los maestros. Hoy el sindicalismo es algo muy distinto. 

-¿Cuáles eran los reclamos más importantes de esos tiempos?

-Siempre el reclamo más importante es el salarial, no para hacerte rico sino para tener cubiertas las necesidades básicas, cosa que hoy casi no podés cubrir.

-¿Cómo ves la realidad docente de la provincia y el país?

-En Córdoba se ha avanzado en ciertos derechos, pero creo que el docente no tiene un reconocimiento del trabajo importantísimo que realiza en la sociedad. Ni económico ni moral. Cuando uno ve que Buenos Aires aún no arreglaron las paritarias, lo puede palpar. Siempre quedamos relegados.

-¿La actualidad docente tiene que ver con las políticas de Estado?

-Totalmente. El gobierno quiere poner al docente como responsable de todo lo malo. Incluso de los paros. Hay una distorsión absoluta. Este gobierno ha convertido al país en un mercado. Pronto la gente va a pedir préstamos para pagar la luz como si  fueran a comprar una heladera. Es como si te mojaran la oreja. En el país nunca hubo una edad dorada de la educación, pero el salario de hambre que hoy cobran los docentes argentinos lo supera todo.

Iván Wielikosielek

Redacción Puntal Villa María


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