La camiseta rojinegra del club Kispest, los consejos de papá entrenador, la práctica alternativa del básquetbol por aquello de considerar los húngaros a ese deporte vital para aumentar velocidad, reflejos y disciplina táctica. Algo de natación, esquí y remo también. Esa fue la escenografía de niñez y adolescencia de Ferenc Puskas, que nació en la hermosa Budapest el 2 de abril de 1927 y falleció el 17 de noviembre de 2006.
A los tres años, en el descanso de un partido, el niño Feri realizó malabarismos con su pie izquierdo y una lluvia de caramelos lo saludó. Premonitorio.
A los dieciséis ya era titular del Kispest; hoy un barrio al sureste de la ciudad histórica de Pest y por aquel entonces un pueblo lindante con la capital húngara. El pequeño Ferenc utilizó al principio el nombre de Miklós Kovács para eludir las normas de la edad mínima antes de firmar oficialmente por el Kispest a los 12 años. Ya con 16 despuntaba en la Primera División húngara con el club en el que comenzó siendo alcanzapelotas. Allí fue donde recibió el apodo de Öcsi, que significa “hermano” en húngaro.
Debutó en la selección a los 18 años, el 21 de agosto de 1945 contra Austria y anotó un gol. Fue el bautismo internacional y el nacimiento de su siguiente apodo: “Frerot”. Así le puso el centrodelantero Sengeller, cuando le dio el pase pidiéndole que pateara al arco: “Pateá Frerot”, y le quedó.
Su nombre de nacimiento era Ferenc Purczeld. En 1945 fue cuando Ferenc decidió cambiarse el apellido Purczeld al de Puskas (que es un diminutivo de la palabra “escopeta”, en húngaro) . Como se apreciará tiempos de poco Registro Civil. O al menos poco rígidos. Hasta su club cambió el nombre. En 1949, el Kispest pasó a llamarse Honved (la palabra húngara honvéd significa literalmente “el defensor de la patria”). El club, que también contaba en sus filas con József Bozsik y más tarde se reforzaría con otras dos estrellas húngaras como Zoltán Czibor y Sándor Kocsis, no tardaría en convertirse en el equipo del Ejército de Hungría.
Puskas, entonces, jugó en tres clubes: el Kispest hasta el 48, el Honved (gran sensación en Europa) hasta el 56 y en el Madrid hasta el 67.
En la selección de Hungría jugó 84 partidos e hizo 85 goles. En el Madrid 372 encuentros y 324 gritos. Más conocido en España como Cañoncito o Pancho, Puskas ha sido uno de los mejores goleadores de la historia del fútbol, la gran estrella mundial durante más de una década. No sólo era un futbolista extraordinario, sino también "una bellísima persona". Más apodos para Pancho.
Zurdo de diabólica habilidad y remate terrible. Un punta de lanza de excepcional capacidad para resolver las jugadas. Le decían “látigo” (otro seudónimo) cuando remataba. Póster en las paredes junto a Di Stéfano. Ubicuo, inteligente, pique corto demoledor (en la temporada 47/48 marcó para el Honved, 50 goles). Un fenómeno del fútbol.
Las películas en sepia lo mostraban en la selección de “Los violines magiares” que perdieron increíblemente el Mundial 54 en Suiza a manos de los alemanes.
En el partido de la primera fase ante los teutones y en el que Hungría ganó 8 a 3, fue lesionado por el germano Liebritch; recién pudo volver en la final, en la increíble final, cuando después de ir ganando dos a cero, los húngaros cayeron tres a dos, contra la misma Alemania a la que habían goleado.
Cuatro veces campeón de Hungría con el Honved, cinco de España con el Madrid, una Copa de España, una de Europa en el 60 cuando Puskas metió cuatro goles ante el Eintratch Francfurt y la Intercontinental del mismo año.
Puskas llegó al Madrid a los 31 años y completó el quinteto más mentado, con Kopa, Rial, Di Stéfano y Gento. Allí ya no era el genial Frerot, sino el querido Pancho.
La casa blanca lo recibió después de haber peregrinado Pancho por distintos lugares de Europa en una especie de “destierro”, por la invasión soviética a su país, cuando él jugaba un cotejo amistoso en Bilbao. Decidió desertar. Fue juzgado en ausencia acusado de "traidor a la patria" por el régimen comunista y tardaría un cuarto de siglo en regresar a su país.
Puskas fue también técnico. Cuando dejó de jugar en el 67, con 40 años, viajó a Canadá para estar dos años en el Royal Vancouver y luego tiene un paso fugaz por los EE.UU. Desde 1971 dirigió al Panathinaikos de Grecia, ganó el torneo de ese país y fue vicecampeón de Europa e Intercontinental (perdió la final ante Nacional de Uruguay, jugando en lugar del campeón de Europa, Ajax, que no quiso hacerlo).
Cuando jugador, algunas giras con la slección de Hungría fueron memorables. Una goleada en Wembley a Inglaterra en el 53, 6 a 3 y la revancha 7 a 1 en Budapest.
Hijo de Ferenc y Biro, casado con Elizabeth y con una hija; Pancho Puskas enfermó de Alzheimer y una neumonía se lo llevó a jugar escaleras arriba. Ferenc Puskas fue uno de los pocos habitantes de siempre, en los álbumes de figuritas, redondas y duras, en las últimas páginas, entre las figuras internacionales.
Puskas: bandera de Hungría y del Real Madrid. Bandera que flamea en una nube de fútbol. Pancho y la memoria de “los violines magiares”. Hungría no estará en el Mundial. Puskas lo hará siempre.
Osvaldo Alfredo Wehbe Comentá esta nota Noticias Relacionadas