En la actualidad las modificaciones estéticas están dejando de ser tabú para pasar a ser una práctica naturalizada y altamente consumida en la sociedad. De acuerdo a datos proporcionados por la Sociedad Americana de Cirugía Estética (Asaps), a partir del 2021 las consultas por cirugías y tratamientos estéticos han aumentado notoriamente.
Modificaciones estéticas: un viaje hacia el cambio y la aceptación
El médico magíster en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud Emanuel Moscatello, es el director del centro de estética Biostetiq y propone como ética de trabajo la "armonización facial para sentirse bien sin dejar de ser uno mismo"
A nivel mundial, se identificaron algunos factores claves en los motivos de su crecimiento. Por un lado aparece la pandemia, época en la que muchos pacientes con gran disponibilidad de tiempo lograron realizar consultas estéticas que habían postergado.
Por otra parte, se vislumbra la utilización constante de las redes sociales y de plataformas como Zoom, las que hicieron que estar en contacto con la imagen propia sea una cuestión habitual.
El médico magíster en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud Emanuel Moscatello indagó en este fenómeno social que hoy afecta a miles de personas.
Antes de sumergirse en el tema, Moscatello dio a conocer que es docente en la carrera de medicina del Instituto universitario de Ciencias Biomédicas de Córdoba (IUCBC) y que actualmente es el director del centro de estética Biostetiq, creado en 2017 bajo un un concepto de “armonización facial” y “envejecimiento saludable”.
Tabú vs. aceptación
Según contó, el centro de estética que dirige tiene dos sucursales, una en Justiniano Posse (localidad ubicada a 100 kilómetros de Villa María) y otra en Córdoba Capital.
El profesional dijo que en sus inicios debieron atender en departamentos o en zonas donde el paciente no sea expuesto públicamente.
“En principio la demanda era que nadie se entere de lo que me voy a hacer, entonces quiero lo mínimo y que nadie sepa”, explicó. Sin embargo, observó que en el presente el hecho de querer acudir a una modificación estética ya no es inconfesable.
En su análisis destacó que la visibilización fue una razón para que la gente pierda el miedo: “Creo que ha dejado de ser un tabú debido a que muchos referentes sociales y famosos exponen que se realizan prácticas quirúrgicas sin ningún problema. Eso ha liberado a las personas en el sentido de animarse a hacerlo”.
Aun así, reflexionó sobre el hecho de que en ocasiones les corresponde como profesional, la tarea de validar el deseo de cambiar por parte del paciente, para desechar el prejuicio de la mirada ajena. “Está bien querer cambiar y aceptar ese nuevo yo que lejos de ser vanidoso, puede darse esas licencias”, resaltó.
En el ámbito de la estética se ha producido un viraje de lo quirúrgico hacia lo que se considera menos “invasivo” en nivel de complejidad.
En otra parte de la charla, afirmó que los cirujanos participan cada vez más de capacitaciones y congresos sobre inyectología, dejando en un segundo plano a las cirugías estéticas.
El docente reflexionó sobre las motivaciones que se ocultan detrás de este cambio y reconoció que existen dos agentes que promueven su consumo: el apoyo y el acompañamiento del médico antes, durante y después del tratamiento, por un lado, y la inmediatez con la que se realizan estas modificaciones, por otro. Sobre ésta útima variable, destacó que las intervenciones llegan a tardar aproximadamente una hora, dependiendo del método elegido.
En sintonía con lo expuesto, precisó que desde hace unos años atrás “la estética se ha centralizado más en la cara que en el cuerpo”.
Y agregó que, de hecho, algunos de los trabajos más demandados son temporales: la rinomodelación con ácido hialurónico, el aumento de labios y la modificación del perfil facial. Asimismo, destacó que la única práctica quirúrgica es el implante capilar solicitado en su mayoría por hombres.
“Hoy el auge de los tratamientos está en la armonización facial. La gente ya no pregunta tanto ¿por qué le voy a hacer? sino ¿qué es lo que mejor me va a sentar a mí para lograr esa modificación que necesito?”, declaró el médico.
Para Moscatello, la armonización implica “aquello que no desentona conmigo, con mi forma de ser, con quien yo quiero mostrar”. Y combina distintas prácticas de ácido hialurónico, toxina botulínica y bioestimuladores de colágeno.
La hegemonía y el hambre de la perfección
El director de Biostetiq indicó que la hegemonía existe pero que, en mayor medida, se combate la “fobia a tener un defecto”. Asimismo, dio a entender que la idea de la perfección aún persiste en el inconsciente colectivo y que las redes sociales “han multiplicado” ese fenómeno.
Por otra parte, mencionó que los filtros que alteran la apariencia pierden el uso “lúdico” para enfocarse en la necesidad de tener ese rostro. “Muchas veces llegan pacientes al consultorio que cuya foto de perfil, que se tiene en cuenta para analizar las facciones y los rasgos, está evidentemente modificada”, añadió.
Es por eso que destacó como fundamental que el paciente se pregunte por qué quiere hacer esa consulta, y que reconozca si es por decisión propia o si alguien se lo recomendó. Desde su lugar, Moscatello intenta siempre explicar a los pacientes que se buscará conseguir un resultado similar al modelo requerido siempre y cuando se adecúe al rostro propio porque la idea no es “borrar” nada personal.
Las fotografías constituyen un registro esencial para demostrar que la transformación del rostro no se aleja del rostro inicial.
Remarcó que el concepto de lo que es “perfecto” puede cambiar porque siempre corresponde a modas y estilos, más lo que perdura en el tiempo es la “expresión y la fisonomía”.
“Wellness”: la nueva forma de sentirse bien
El concepto “wellness”, deriva de las palabras well-being (bienestar). Se entiende como el bienestar de todos los estados de la persona logrando un equilibrio entre los niveles físicos, emocionales y mentales. No solo hay que estar en forma sino también hay que ser felices.
El magíster en Epidemiología afirmó que la industria del “wellness” fue una de las que más ha crecido en el último tiempo y que la gente está cada vez más conectada con todo lo que conlleva hacer más actividad física, comer saludable y verse bien.
Luego destacó que esto permite romper con el sedentarismo que provoca la cantidad de horas que una persona pasa en frente de las pantallas.
Sin embargo, consideró la contracara de esta práctica, en donde se lleva al extremo la percepción constante de las medidas y los parámetros del cuerpo. Por ejemplo, la utilización de relojes o aplicaciones que miden los pasos, la frecuencia cardíaca, las horas de sueño y las calorías quemadas, son aspectos detallados de la salud que si bien es importante el auto-cuidado, no se debe confundir con la obsesión.
“El motor de búsqueda del confort no debería ser seguir un modelo”, exteriorizó.
¿Cómo tomar la decisión de cambiar?
Emanuel Moscatello enumeró varios consejos para decidir consciente y responsablemente acerca de una modificación estética.
En primer lugar, dijo que hay que distinguir si el cambio es buscado personalmente o si está influenciado por alguien más, ya que es importante conectar con “el deseo propio”.
En segundo lugar, afirmó que uno de los puntos clave es la empatía profesional, y en esa línea sostuvo que es de suma relevancia acudir a profesionales en los cuales el paciente pueda verse reflejado y sentirse cómodo. Además, mencionó que hay que tener en cuenta qué tratamientos propone desde una perspectiva y un discurso saludable.
En tercer lugar, indicó que es necesario recurrir a un centro que esté preparado para resolver complicaciones imprevistas y que cuente con profesionales que estén capacitados tanto para “inyectar” como para solucionar cualquier problema que pueda presentarse.
Por último, aseguró que el paciente debe realizar todas las preguntas y evacuar las dudas que tenga antes del procedimiento o incluso durante. “En caso de arrepentimiento es mejor reconocerlo y dar un paso al costado, porque eso es igualmente válido”, concluyó.
Carolina Fissore.
Estudiante de la UNVM