Julián López fue por su sueño a Italia y lo está cumpliendo.
Disfruta el paisaje maravilloso que lo rodea en Leonforte (14 mil habitantes), provincia de Enna en la región de Sicilia, y manifiesta que no quiere despertar de este “sueño, que es jugar al fútbol profesionalmente. A eso vine a Europa, a hacer lo que me gusta”.
Logró el ascenso “en mi primera temporada. Es todo nuevo para mí, y en mi primera experiencia afuera de mi país, conseguir el máximo objetivo del club que era el ascenso, y llegar a las semifinales de la Copa Italia, es increíble”.
Tiene 26 años, es papá de Vittorina, y en un mes se casará con Martina Torres en Villa María. Irán a vivir a Italia, donde “me gustaría jugar 10 años más, y luego analizar lo que sigue para nuestras vidas. Lo único que me preocupa es el estudio de mi hija, que tiene 3 años, pero todos me aseguran que se adaptan más rápido los chicos que nosotros los grandes en esta historia de vivir en Europa”.
La gloria lo estaba esperando
Por razones laborales, entrenar en Alumni le resultaba complicado por la exigencia de los horarios. Había regresado de Belgrano de Córdoba, tras formarse en su amado River Plate. Ricardo Gutiérrez le abrió las puertas, pero en vez de jugar en La Palestina, surgió la posibilidad de irse a Italia, y no lo dudó: “Mi sueño era jugar en el fútbol profesional en Argentina, y luego emigrar a Italia. De alguna manera se me cumplió de grande”.
Explicó que “con mi club ascendimos a la máxima categoría a nivel regional que es la Eccellenza. Cuando me llamaron me aclararon que este club estuvo en la Serie D, y comenzaría un proceso para volver a ese objetivo. Este club fue descendido desde la Serie D por haber quebrado, y desde el piso en el que podía estar, ahora empezó a ascender. Quieren volver”.
Al menos, ya dio en firme el primer paso. “La idea era hacer un buen torneo, intentar ascender y armarse para lograrlo próximamente. Se nos dio rápido. Con un plantel muy corto, ascendimos”.
Acotó que “jugué como último hombre en defensa, y fui titular en 27 de los 28 partidos del torneo. Además jugamos muchos partidos de Copa Italia entresemana”.
Indicó que “llegamos con lo justo, y le regalamos a Leonforte el ascenso tras 10 años de espera”.
Remarcó que “peleamos desde la primera fecha con otros 2 clubes. Se nos escapó el título en las 2 últimas fechas. Fuimos terceros, y debimos ascender mediante playoff entre los que ocuparon del segundo al quinto puesto. Ganamos las dos series, y debimos jugar la promoción con otro club de la región de Sicilia, al que le ganamos”.
Insistió en que “Associazione Polisportiva Dilettantistica Leonfortese (APDLeonfortese) ya me confirmó la renovación del contrato. Me fue bien, es un equipo muy táctico, y fuimos la defensa menos vencida de toda Sicilia”.
El “mellizo” López sueña con “convencer a Juan Cruz (su hermano gemelo es arquero) para que se sume a este sueño. Es difícil”.
Resalta que “hice 4 goles, pero no pude convertir de tiro libre (su especialidad). Me costó un mes la adaptación, porque es un fútbol muy táctico, y muy exigente. No tiran el achique. En Argentina mueve la cabeza el ‘2’ y salimos todos. Acá es al revés. El DT Gaetano Mirto está loco por el fútbol, pero me enseñó mucho, y me hizo un mejor jugador. Confió en mí siempre, y sólo falté a 1 partido por estar suspendido al llegar al límite de cinco amonestaciones”.
El idioma no fue obstáculo
Julián López tenía tanta fe en poder jugar en Italia, que su abuela (Paola Gianaria) le había enseñado el idioma. “No tuve problemas en entender, sólo fue cuestión de interpretar los términos futbolísticos, pero hoy puedo hablar perfectamente el italiano”.
Señaló que “tengo la suerte de compartir equipo con otros dos jugadores argentinos. Somos inseparables. Ellos me ayudaron, y el grupo es muy bueno. Eso ayuda”.
Contó una anécdota: “Hay palabras parecidas en ambos idiomas, pero el significado es distinto. El DT me gritaba: scapa, y yo salía como loco a achicar. Pero futbolísticamente en italiano significa retroceder. Estaba haciendo lo contrario a lo que me pedía, jaja”.
Explicó que “jugamos con línea de 3 defensores, yo soy el último, el líbero. Cubrimos espacios en zona, no marcamos al hombre. Y con la pelota, la idea es atacar el espacio y resolver en 2 o 3 toques”.
Consideró que “no pude meterla aún de tiro libre, pero sí hice 4 goles, casi todos de cabeza”.
Distintos, pero parecidos
Asegura que es “distinto el juego en Italia. Físicamente son fuertes, los chicos parecen mucho más grandes de edad por sus cuerpos. Se trabaja mucho, pero la resistencia es similar. A ellos no les gusta el roce como pensamos en Argentina, y son muy respetuosos con el árbitro, casi no protestan”.
Remarcó que “el que protesta es amonestado rápido, porque queda expuesto. Piden mucho las faltas por roce. Hay de todo: técnicos, lentos, rápidos, fuertes. Hay 5 que te la dan redonda en la salida, hábiles con buena técnica, y ligeros. Yo creo que 11 argentinos les ganan a 11 italianos. Nosotros somos más pillos, y ellos son más tácticos, y no se desordenan ni se desesperan aunque vayan perdiendo 3-0. No pierden nunca la cabeza”.
Su aprendizaje pasó por “la parte táctica. Ellos son admirables a la hora de trabajar cada detalle. Saben todo lo que deben hacer en una cancha. El respeto y la disciplina es su marca distintiva”.
Con respecto a lo que buscan de un argentino es “la técnica. Pero ellos se ríen porque somos muy bichos. No pueden creer cuando demoro el juego cuando vamos ganando. Se ríen en la cancha por lo que tardo en hacer un lateral, o cuando me ato los cordones”.
Como en su casa
Con respecto a la vida en Italia dijo que “en esta ciudad es fácil adaptarse. En otros lugares me dicen que es más frío y distante”.
Se encargó de aclarar que “tiene que gustarte la pasta. Te invitan a comer, te saludan. Es muy cálida la gente. Me decían que eran racistas, que discriminaban, pero no es así. El grupo es muy unido, y la gente te hace sentir como en tu casa”.
Lautaro Callejo y Sebastián González son los otros argentinos del equipo. “Son de Buenos Aires y de Santa Fe. Ya estaban en Italia. Uno atajaba en Independiente y el volante en Rosario Central. Conocían Italia. Venían los dos de Calabria”.
Buenos conocidos
Al igual que José María Gobbi, ascendió a la Eccellenza. “Es el mismo nivel, pero distintas regiones. José ataja en un club de Cerdeña, y yo en Sicilia. Sólo nos enfrentaríamos si ascendemos a la Serie D. Ojalá que pueda darse”.
Extraña, pero es feliz en Italia. “Me escribo con los chicos del ‘RG’ y sé que River está por volver en la Liga. Me caso el mes que viene, y voy a aprovechar para disfrutar con mis amigos y familiares. Mi hija cumplió años y me lo perdí. Es fútbol profesional, pagan bien, se vive del fútbol, y se entrena a full”.