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El Gobierno, preocupado porque la sequía quitará dólares este año

Habrá menos volumen de exportación de trigo, el puente de ingresos que a fin de año permite llegar hasta la cosecha gruesa

La situación de prolongada sequía combinada con las heladas tardías ocurridas en gran parte del territorio agrícola en las últimas semanas combinado con el pronóstico de pocas probabilidades de lluvias abundantes en el corto plazo ya anticipa una debacle productiva que en el Gobierno generó una fuerte preocupación por la escasez de dólares que ingresarán entre el último tramo del año y el comienzo de 2023.

En ese marco, ayer el secretario de Agricultura de la Nación, Juan José Bahillo, recibió a integrantes de la cadena del trigo para evaluar el contexto y anticipar acciones frente al recorte que asoma en el horizonte.

“Nos reunimos con integrantes de la cadena del trigo, y quiero ser claro en algunos puntos para que no haya especulaciones de ningún tipo. Vamos a acompañar al sector sin cambiar las reglas del juego, asegurando la producción para exportaciones y para el consumo interno”, indicó Bahillo, aclarando que frente a los pronósticos de una producción de 15 o 16 millones de toneladas con un consumo interno en torno a las 7 millones.

“Desde el Estado nacional trabajamos para que más allá de la sequía podamos sostener la productividad en las próximas campañas”, indicó el secretario del área.

Y agregó: “Nuestro objetivo es lograr que el equilibrio no sea alterado por factores ajenos como son los fenómenos climáticos adversos”.

La preocupación que existe en el Gobierno es que, frente a una cosecha que será menor a lo proyectado en el inicio de la campaña y también respecto de la anterior, la situación impacte en el abastecimiento del mercado interno, como también en el ingreso de divisas por la menor exportación de trigo, algo que a esta altura parece inevitable.

De hecho, la campaña terminará con unas 6 millones de toneladas menos que la anterior, todo lo que se descontará de los volúmenes de exportación argentina.

Como factor compensador vuelven a aparecer los posibles mayores precios por menor producción mundial, agravado por la guerra en Ucrania, un jugador clave que vuelve a estar en dudas por el recrudecimiento del conflicto.