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Abrió la puerta al primer título

Formó parte y fue pieza fundamental adentro y afuera de la cancha en los dos primeros títulos de la historia de Hipólito Yrigoyen, en el que jugó en varios puestos.

Pablo Osés recuerda: “Ellos ya habían perdido una final con Rivadavia y varios partidos decisivos. No podían salir campeones”.

“Fue clave Jorge Peñaloza. Llegó en 1996 y nos preguntó si queríamos ser campeones. Yo siempre les decía que eran unos cagones a mis compañeros y esa forma de herir la susceptibilidad nos llevó a unirnos para ganar esos dos torneos. Un gran grupo y una linda etapa, llena de anécdotas”, cuenta.

“El capitán era Bicho Ochoa. Un tipazo. Un día se enojó porque estaba en el baño y le abrí la puerta. ‘Miren gringos cagones, cómo van a salir campeones si el capitán está sentado en el inodoro’”, sonríe.

Señala: “Era cierto que les faltaba el temple para ser campeones. El Chacho ayudó a cambiar esa mentalidad porque hizo algunas cosas de locos. El Tato Bassi armó ese equipo pero se fue”.

Remarca: “Nunca lo contó Peñaloza, pero cuando llegó había problemas graves. No había luz, ni agua caliente en la cancha, entrenábamos al lado de la ruta. Esas cosas te matan o te fortalecen”.

La pelea con su amigo Peñaloza

Para Osés es “imposible salir campeón en la Liga con un grupo que no está unido”.

Resalta: “Yo me sumé para un Interligas a Yrigoyen y la rodilla se me había roto del todo. Hice una resonancia y los médicos me dijeron: ‘No tenés nada’. Me alegré y les dije: ‘Menos mal’. Pero me dijeron: ‘Entendiste mal. No tenés nada, ni meniscos ni ligamentos, nada de nada. Está vacía’. No podía jugar más en 1996”.

Insiste: “Yo al principio lo odiaba al Chacho porque íbamos en un remís a entrenar y me decía: ‘Te veo muy rengo. No vas a poder jugar el domingo’. Más me mataba por jugar en las prácticas”.

Agrega: “Dejaba la vida por jugar. Me infiltraba y entraba. Me ponía nervioso, porque me molestaba, y me echaron un par de partidos. El Chacho me hacía calentar a propósito. En una práctica me anula un gol por offside. Agarré la pelota y me hice un gol en contra. Me echó y lo insulté”.

Recalca: “Me gritó: ‘Eso es lo que hacés en la cancha. Te hacés el nervioso y nos cagás a todos’. Más loco me puse”.

Destaca: “Entré al vestuario a bañarme y el Chacho abre la puerta y se pone a bañar a mi lado. Me di vuelta y me tocó el hombro. Pensé que nos íbamos a ir a las manos, pero me dijo: ‘¿Me enjabonarías la espalda?’. Tenía esas cosas que te hacían reír mucho”.

Precisa: “Yo seguía enojado. Nos amigamos un día que le dijo al grupo que íbamos a cenar un sábado a las 21.30 en El Colorado. Llegué y no había nadie. Me senté y llegó el Chacho. Se sentó y me dijo: ‘No viene más nadie’. Nos pusimos a hablar, me explicó cómo era la cosa y me convenció. Me dijo lo que yo representaba para el equipo y me metió en el bolsillo”.

Abrió la puerta al título

Osés subraya: “Entramos por la banderola a semifinales, como me dijo un periodista. Le dije: ‘Vamos a salir por la puerta grande’. Y así fue. Le ganamos un repechaje a Ticino, que nos iba ganando 2-0 al terminar el primer tiempo del alargue. La gente de Tío Pujio se fue de la cancha. Ahí grité: ‘Nos hicieron 2 goles en 15’ y tenemos 15’ para hacerles 2’. Un defensor rechazó, me reventó un ojo de un pelotazo y esa fue la asistencia para que descontara Quique Páez, que empató de penal a los 15’. Les ganamos por penales”.

Recuerda: “En semifinales le ganamos en el último minuto con otro gol de Quique Páez a River Plate, que tenía un equipazo de pibes y corrían como locos”.

Rememora: “A Quique Páez lo llevé yo. Fue siempre un goleador terrible, de otro nivel, pero había tenido mal de los rastrojos. Se puso a punto y fue clave al final”.

Reconoce: “Jugamos muy mal la final en Tío Pujio con Colón. Fue 0-0. Sobraban lesionados y parecíamos veteranos de Vietnam”.

Enfatiza: “Yo había jugado en Colón y me llaman cuando llego a la cancha y me muestran. Tenían cien globos rojos y cien negros. Ya estaban festejando en Cabral”.

Añade: “Me dio más bronca. Pasé por el vestuario de Colón y le pegué una patada a la puerta. Se abrió la puerta y quedé frente a todo el grupo de Colón, que estaban en la charla técnica. Entré y les dije: ‘Los vamos a cagar a patadas gringos cagones’. Y me fui”.

“‘Estás loco en serio’, me dijo el Chacho. Entramos y ganamos 3-1 con un hombre menos. Yo hice el último gol y me cargan porque dicen que primero lo maté de un pelotazo al arquero. Pero lo hice”.