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La historia detrás de los cordobeses premiados en el Mundial del Alfajor

Dirigen empresas familiares jóvenes que se consolidan con la calidad de sus productos. Admiten que el reconocimiento les abre nuevas puertas y proyectan un crecimiento controlado "para no chocar contra una pared"

Cordobeses por adopción o de pura cepa. Sus productos fueron premiados en distintas categorías durante la reciente edición del Mundial del Alfajor realizado en Buenos Aires en donde cinco empresas cordobesas fueron distinguidas entre 350 participantes. Llevan las riendas de empresas jóvenes que crecen al reparo de la calidad de sus productos y apuestan al crecimiento medido ante el temor de “chocarse con una pared” en un contexto económico donde los riesgos pueden elevarse al extremo.

“Bien cordobés”

Gerardo Seghezzi, es gerente de la firma Oki Oki, que junto a su mujer y su hijo promueven desde de San Francisco.

En diálogo con I + I Córdoba cuenta que la empresa está próxima a cumplir sus primeros 10 años el 1 de diciembre de 2022.

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El alfajor tradicional les permitió dar sus primeros pasos como emprendimiento gastronómico y una idea de su mujer fue la que los catapultó en el Mundial: el “alferneé”.

“La iniciativa fue de mi señora. Diseñamos la idea a principios de 2017, estuvimos casi un año haciendo pruebas con distintas clases de fernet hasta que terminamos optando por un fernet artesanal que se produce en Traslasierra, porque la idea nace de la posibilidad de juntar dos productos cordobeses: el fernet y el alfajor”, cuenta Seghezzi.

Para agregar: “En el 2018, a través del Ministerio de Agricultura de la provincia y de un programa denominado Vidriera Productiva, hicimos la presentación en Expoagro. Gracias a esa intervención de la Provincia el producto ‘explotó’, tomó trascendencia en medios nacionales y realmente nos cambió la vida”.

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Ahora, la distinción medalla de Plata en la categoría Mejor Sabor Exótico volvió a reimpulsar al emprendimiento que en sus inicios se consolidó en la región turística de Córdoba y los paradores de ruta 9.

Con el correr del tiempo, los alfajores Oki Oki se instalar ya en casi todas las provincias del país, excepto Formosa. “Crecimos paso a paso. Agregamos maquinaria a medida que el producto fue creciendo pero no nos volvimos locos, lo hicimos paso a paso. A fin del año pasado renovamos todas las líneas de maquinarias y hoy estamos en una producción de 2.500 docenas diarias”, señala el empresario.

El producto “Alferneé” quedó segundo detrás del marplatense Milagros del Cielo (Mar del Plata) que fue el gran ganador de la competencia mundialista.

Al respecto, Seghezzi admite que el hecho de tratarse de una “cata a ciegas” para definir al ganador incentivó a más de un emprendedor a participar y la premiación implicó un nuevo impulso comercial.

Desde La Cumbrecita

El premio mayor de la categoríaMejor Sabor Tradicional se lo adjudicó “La Pampita”, un emprendimiento con sede en La Cumbrecita que ganó con su especialidad: el alfajor relleno de dulce de leche con baño azucarado glasé.

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Pero detrás del reconocimiento está la historia familiar de Juan Pablo Puentes, un bonaerense oriundo de Olavarría a quien su pasión por el montañismo lo trajo al valle de Calamuchita hace más de una década y fue allí que decidió dejar su puesto en la multinacional para la que trabajaba, y emprender con un producto regional que identifique al pintoresco poblado en un lugar que a la vez le brindara una mejor calidad de vida.

“La idea era hacer un producto premium artesanal originario de La Cumbrecita. Empezamos con esa visión y agregamos otros productos como chocolates, helados artesanales y demás. Con los años se fue dando, escuchando a clientes y turistas que iban a probarlos para saber si les gustaba el producto e ir mejorándolo”, cuenta Juan Pablo a I + I Córdoba.

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El nombre “La Pampita” corresponde a la pradera verde que hace las veces de bienvenida al pueblo porque es el sector físico donde comenzó el emprendimiento.

“Actualmente estamos en la calle principal en un espacio más grande donde incorporamos algunas pequeñas maquinarias”, comenta.

En total, entre cinco personas se reparten las actividades para poner en marcha el aparato productivo que les permite fabricar entre 3 mil y 4 mil alfajores por día.

“No es una producción grande y sabemos que se podría crecer más, con más gente, pero tenemos que ir poniendo frenos para dosificar la energía que le ponemos y no chocarnos con una pared”, admite.

Los hermanos, unidos

Flavio y Romina Bomprezzi son dos hermanos oriundos de Villa María y juntos llevan las riendas de “MC productos artesanales” que en el Mundial gastronómico les permitió adjudicarse la medalla de plata de la categoría Mejor Alfajor de Maicena.

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Pero detrás de MC -que sintetiza el nombre María del Carmen, quien es la madre de ambos- hay dos caminos que confluyeron en un emprendimiento común.

Flavio distribuía lácteos y fiambres para un particular, y con el paso de los años se lanzó como distribuidor independiente. Desde allí fue incorporando en sus recorridas los alfajores que elaboraba su hermana –quien es aficionada a la repostería y resta presentar su tesis para recibirse de ingeniera en Alimentos-, para ser ofrecidos en el comercio que María del Carmen tiene en Villa María.

“Hace aproximadamente 12 años que decidimos dejar cada uno sus tareas particulares con terceros y abocarnos de lleno a este emprendimiento y hoy yo me dedico a todo lo que es logística y ventas, y mi hermana a la producción. Hasta ese momento, mi hermana elaboraba en su casa y yo tenía mi propio espacio y cámaras de refrigeración, y le propuse dejar todo y meternos de lleno en esto.”, señala Flavio a I + I Córdoba.

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Y agrega: “Nunca pensé que el alfajor de maicena, que fue ese primer producto con el que arrancamos todo, nos abriera paso a lo que hoy llevamos adelante con 65 productos en distintas líneas: alfajores, matera, galletitas, especialidades y chocolates”.

En la actualidad, MC distribuye a unas 60 localidades emplazadas en un radio de 130 kilómetros de Villa María.

“Hace 7 años atrás notábamos que los productos se vendían y que la gente decía que el producto era bueno, pero nosotros no podíamos llegar a pagar los sueldos, ni teníamos como para comprar maquinaria. Notamos que algo andaba mal, entonces acudimos a una consultora que en las primeras entrevistas nos dijo literalmente que si seguíamos como hasta ese entonces, en dos años nos fundíamos”, contó Bomprezzi.

Y añadió: “Por lo que implementamos tres acciones bien definidas que fueron vender más, bajar los costos de producción y obtener mayor rentabilidad en las ventas, así que nos enfocamos en eso y en dos años empezamos a ver las mejoras. Siempre rescato esto, porque está bueno reconocer que cuando uno no sabe hacer algunas cosas, es positivo acudir a quienes saben de ello”.