Espectáculos libro |

Eduardo Halfon: "Hay algo en la literatura que queda más en los silencios que en los gritos"

En los relatos que forman parte de "El boxeador polaco", el escritor guatemalteco presenta a la literatura como una búsqueda que es capaz de generar revelaciones y potenciar los decires de quienes se animan a relatar el dolor pero también se permite abordarla como una práctica que siempre tiene nuevos sentidos y que vale la pena intentar descifrar.

El boxeador polaco es una pieza central del proyecto literario de Eduardo Halfon, el autor guatemalteco que construyó en estos relatos la voz de un narrador con su mismo nombre capaz de generar revelaciones y potenciar los decires de quienes se animan a relatar el dolor y posicionar a la literatura como una forma de encontrar nuevos pliegues de sentido.

A meses del lanzamiento en la Argentina de "Biblioteca Bizarra", el sello Libros del Asteroide publica ahora una nueva edición del libro de cuentos en el que también se encuentra la nouvelle "La pirueta".

Antes de establecer su relación con la literatura, Halfon (Guatemala, 1971) se recibió de ingeniero y esa profesión lo llevó a trabajar en emprendimientos familiares hasta que se anotó en la universidad para estudiar filosofía y los caminos se abrieron para posibilitar su oficio de escritor y de profesor.

La pandemia y la paralización del mundo tal como lo conocíamos lo encontraron en París, donde llegó con su familia por una beca de la Universidad de Columbia que se terminó en el mes de mayo y desde entonces decidieron seguir en Francia, aunque lejos de la ciudad.

Desde Forcalquier, el pueblo del sur de Francia donde atraviesa la pandemia, el autor mantuvo una entrevista con Télam.

Desde esa cotidianidad se dispuso a esta charla sobre la reedición del libro que contiene la voz de un narrador que recibe una confesión de parte de su abuelo, quien estuvo en los campos de concentración de Auschwitz y logró salvarse por los consejos de un boxeador polaco que llegó a recomendarle qué decir y qué guardarse en un interrogatorio.

Los decires de estos cuentos también contienen los silencios de aquellos que no lograron decir antes y si bien para revelar no alcanza con alguien dispuesto a escuchar, estos personajes -como el joven indígena maya que tiene que suspender sus estudios o el pianista serbio que rememora su identidad- logran soltar palabras pesadas ante un interlocutor que se dispone a ir con ellos a buscar esa historia que parece haber quedado suspendida.

"Para todo siempre existe más de una verdad", se lee en el cuento "El fantasma" y Halfon demuestra en estos nueve relatos que la literatura puede dar cuenta de la posibilidad de abrir sentidos sobre lo que creíamos ya habitado de una única manera.

image.png

-¿Cómo fue reencontrarte con los textos después de diez años?

-Realmente no fue un reencuentro después de diez años debido a todas las traducciones de "El boxeador polaco" que se fueron dando en este tiempo. Son textos que tengo muy metidos en la cabeza porque los he ido trabajando en otros idiomas, con traductores y editores entonces no es un volver a encontrarme con ellos sino volver a encontrarme con ellos en español.

-Habla de "El boxeador polaco" y de "La pirueta" como un proyecto. ¿Cómo surgió ese proyecto?

-En 2008 se publicó la primera edición de "El boxeador polaco" en la editorial Pre-Textos con seis cuentos y 102 páginas. Pasó casi desapercibida por la prensa y pensé que eso era todo y que ahí terminaba el proyecto. Cuando escribí los cuentos pensé que eran independientes pero hilvanados por un mismo narrador, esa voz narrativa de ese otro Eduardo Halfon. Pero de pronto uno de esos cuentos originales, el del pianista serbio, continuó y entonces un cuento se volvió capítulo en un libro que publiqué dos años después que se llama "La pirueta". A su vez en 2013 otro de esos cuentos originales, el de las dos chicas isrealíes, "Fumata blanca", se vuelve capítulo en otro libro que es "Monasterio", tercer libro de este proyecto, luego le sigue "Señor Hoffman" en 2015, "Duelo" en 2017 y ahora estoy trabajando en uno nuevo.

Se fue dando una especie de novela en marcha, de proyecto, de andamio. Algo surgió en 2008 con "El boxeador polaco" que empezó de golpe a engendrar otros libros y se volvió algo más que ese libro breve de seis cuentos y 102 páginas. Es una historia que continúa creciendo ante mí y ante mi sorpresa porque no lo tenía pensado ni planificado y no sé hacia dónde va ni cuándo terminará.

Mis cuentos no son finales, no están fijados en el tiempo en el que los escribí sino que siguen escribiéndose, siguen creciendo o disminuyendo y de golpe se vuelven otra cosa, entonces ese carácter líquido, continuo y vivo de la literatura es a lo que me refiero Mis cuentos no son finales, no están fijados en el tiempo en el que los escribí sino que siguen escribiéndose, siguen creciendo o disminuyendo y de golpe se vuelven otra cosa, entonces ese carácter líquido, continuo y vivo de la literatura es a lo que me refiero

-En el prefacio de esta edición dice que la literatura sólo es literatura si la dejamos morir. ¿Cómo sería eso?

-De la misma manera que estos cuentos crecieron, otros muchos murieron o estos mismos pudiesen haber muerto en el camino pero también me refiero a que la literatura no está escrita sobre piedra. Mis cuentos no son finales, no están fijados en el tiempo en el que los escribí sino que siguen escribiéndose, siguen creciendo o disminuyendo y de golpe se vuelven otra cosa, entonces ese carácter líquido, continuo y vivo de la literatura es a lo que me refiero.

-Los narradores de estos relatos tienen la capacidad de escuchar, de disponerse a la escucha y así logran que otros se animen a desplegar confesiones. Pienso en el nieto con su abuelo, en el narrador que se deja sorprender por el músico Milan o el docente que interpela a su alumno.

-Sí, casi casi que el narrador, este otro Eduardo Halfon, está ahí como escucha, tomando el testimonio de ellos, casi como portavoz de estas otras historias, sin darse cuenta que, al mismo tiempo que escucha y toma y recibe las historias de todos estos personajes, está de alguna manera escribiendo la suya, a través de las de ellos.

-En el último de los relatos que componen el libro, hay varias definiciones o reflexiones sobre lo que es la literatura pero también acerca de cómo se concibe, cómo se construye. En ese sentido se afirma "al escribir sabemos que hay algo muy importante que decir con respecto a la realidad". ¿Cómo es su relación con la escritura en este contexto de pandemia?

-Si continúas esa frase "nunca llegamos a saberlo". Hay algo en la literatura de esotérico, de mágico, de codificado. Es algo que tenemos al alcance pero que no se termina de decir, de entender, que queda entredicho, que queda más en los silencios que en los gritos. Entonces en ese sentido, tratar de escribir sobre una realidad como esta pandemia no es justo porque habrá que hacerlo usando una metáfora o desde una distancia con el tiempo que aún no tenemos. Estamos tan metidos en ella ahora que creo que la única manera de escribir sobre la pandemia es el periodismo, retratándola. Pero en términos literarios creo que va a pasar mucho tiempo antes de que podamos hacer literatura sobre ella.

-¿En qué proyecto literario está embarcado en este momento?

-Estoy por entregar el manuscrito de mi último libro que se publicará en enero, si la pandemia lo permite. Ya sabemos que son tiempos inciertos. Se titula "Canción" y es una novela breve que va dentro de este proyecto literario en el que estoy trabajando. Es una vuelta a Guatemala, de alguna manera a la historia reciente y bélica de Guatemala pero también es mi libro más japonés.