A pesar de sus edificios en altura, Villa María tendrá por primera vez una “Torre de Höelderlin”. O al menos el equivalente a su metáfora; un simil de esa bohardilla que un carpintero de mil ochocientos acondicionó para Friedrich Hölderlin, uno de los máximos poetas alemanes de todos los tiempos. En aquella modesta torre semejante a un campanario, pasó sus últimos 30 años el autor de “Hiperión” hasta su muerte en 1843, rodeado de libros, paz y conocimiento. Y algo muy parecido se inaugurará el jueves 31 de mayo en los altos de Lisandro de la Torre 80; como si el mismo nombre de la calle reforzara el simbolismo. Porque allí se levantará una fabulosa “torre de libros” también. Se trata de una biblioteca especializada en filosofía como quizás no haya en la provincia. Acaso porque sus 20 mil volúmenes fueron atesorados con un fabuloso rigor y cariño por uno de los filósofos argentinos más eminentes: Alberto Caturelli. Y así fue que, tras la muerte del doctor en 2016 (había nacido en 1927) y mientras la biblioteca era un “barco ebrio” que pudo haberse quedado en Córdoba o anclado en Arroyito, merced a la gestión de tres villamarienses encalló para siempre en la ciudad. Esas personas son el doctor Carlos Daniel Lasa (profesor de la UNVM y la UCASAL y alumno dilecto de Caturelli), el presidente del GESTA (Grupo de Empresas Sociales de Trabajo Asociado) Miguel Olaviaga y la presidenta del SEA (Sociedad Educativa Argentina) licenciada Soledad Barbero. Y es con ellos tres con quienes, a pocos días de la inauguración, mantuvimos esta charla.
Veinte mil libros y quince minutos
Es el doctor Lasa el encargado de romper el hielo y explicar el significado de esta biblioteca para la ciudad y sus academias.
“Lo primero que debo decir es que la crisis de Argentina es una crisis de hombres y no económica. Y en este proyecto se han juntado dos hombres. Uno que fue Alberto Caturelli y otro que es Miguel Olaviaga. Y entre los dos hicieron posible este milagro. Primero, la generosidad de Caturelli de haber pensado que su biblioteca era un patrimonio importante para retener en su país, y más concretamente en Córdoba. Y luego un hombre como Miguel, que en quince minutos entendió la trascendencia que tenía esa biblioteca”.
-¿Cómo en quince minutos?
-Sí, porque con Soledad le planteamos a Miguel la posibilidad de albergar desde GESTA y SEA esa biblioteca y en quince minutos lo resolvió todo. Hasta la compra del lugar. Este tipo de acciones no es habitual en el país. Si lo fueran, acaso la Argentina sería otra.
-¿Cuál es el legado de Caturelli amén de sus 20 mil libros?
-Caturelli ha sido uno de los grandes filósofos argentinos. Tiene una vasta obra de más de 50 volúmenes pero su “Historia de la Filosofía en la Argentina” es un trabajo monumental. Al punto que en América es única en su género. Ni Estados Unidos tiene una historia así de completa. Y Caturelli rastreó desde la llegada de los españoles al país en 1600 hasta el año 2000, abarcando 400 años de pensamiento en estas tierras.
-¿Qué libros hay en la biblioteca?
-Desde Platón y Aristóteles en los textos griegos y traducciones francesas y españolas, hasta Tomás de Aquino y Escoto Eriúgena. Está, además, la obra de Guillermo de Ockham, Francisco Suárez y filósofos italianos de gran trascendencia. Desde el punto de vista filosófico es un conjunto muy completo. Para la ciudad es una adquisición enorme no sólo desde el punto de vista cultural sino también del patrimonio. Y es tan importante que seguro la visitará gente de otros lugares. Porque Caturelli era conocido en todo el mundo. Esta biblioteca era lo que él más amaba luego de su mujer y sus hijos. Y ahora está en Villa María, siendo una de las mejores del país en su género.
Apostar por libros en tiempos del e-book
Miguel Olaviaga ha sido una pata fundamental a la hora de sostener este edificio. Y le pregunto si cobijar una biblioteca en tiempos digitales es una contradicción o una declaración de principios.
“Mirá, nosotros somos un colectivo de trabajadores y yo provengo del campo sindical. Y recuerdo los tiempos en que, antes de la organización, era obligatorio tener una biblioteca pública con los clásicos. Para quienes hemos tenido esa formación, uno siente que el libro lo convoca, que es la capitalización del saber y el pensamiento. Yo creo que sólo podemos proyectarnos si somos plurales. Y no hay nada más plural que una biblioteca”.
-¿Por eso tomó la decisión en quince minutos?
-Sí, porque fueron suficiente para Daniel y para mí. Estábamos hablando de libros y eso nos remitió directamente a los tiempos en que ese caudal nos formaba. En estos momentos en que vivimos urgidos por las necesidades, hacer un alto para leer o darle lugar al legado de ese enorme filósofo que fue Caturelli, es un acto de justicia necesaria, algo que roza con el altruismo como el propio Caturelli lo propuso. Nuestro colectivo no lo podía dejar pasar por alto.
-¿Cuál es la importancia de los libros en la posmodernidad?
-Hace poco estuve leyendo sobre el impacto que tendrán los algoritmos en el mundo. Hay pensadores que dicen que la inteligencia artificial nos superará y otros, que tendrá a los hombres como mascotas. En este mundo que se viene, una biblioteca abierta a todo público como esta, será fundamental para resistir a ese avance de lo artificial y volvernos más humanos.
Soledad y los libros
Por su parte, la directora del SEA, licenciada Soledad Barbero, cuenta el modo en que impulsó la concreción de esta biblioteca.
“Todo surgió de una conversación con el doctor Lasa luego de la muerte de Alberto Caturelli. Resulta que Ana, la hija del doctor, se entera de la voluntad de su padre de donar la biblioteca a alguna institución de Córdoba. Primero intentó en Arroyito pero el lugar donde se alojaría no estaba en condiciones. Y yo pensé que sería muy importante que estuviese aquí, formando parte de la Sociedad Educativa Argentina y en un instituto superior. No sólo para que se cumpliera la voluntad de Caturelli sino como patrimonio cultural villamariense. Y que se vuelva lo que será, una biblioteca pública y una casa abierta a la investigación.
-Sí. Porque cuando tuvimos el sí de la familia Caturelli, inmediatamente lo hablé a Miguel por el convenio existente entre el SEA y la GESTA. Y tuve un sí inmediato. Al punto que en muy pocos días ya me había conseguido esta casa, el mejor lugar posible para resguardar estos 20 mil libros. Los tres, Daniel, Miguel y yo hemos trabajado en la misma dirección, y el jueves vamos a poder inaugurar con un gran número de invitados de la ciudad y gente que vendrá de Córdoba y Buenos Aires.
-¿Una conclusión de la biblioteca?
Soledad: -Creemos que esta biblioteca será un acontecimiento para la ciudad, la región y Latinoamérica, donde el doctor Caturelli era parte fundamental. Y no sólo se inaugurará la biblioteca sino también la casa que será la central de la Sociedad Educativa Argentina del país.
-¿Algo más sobre la casa de Lisandro de la Torre 80?
Miguel: -Dicen que las casas tienen alma y esta la tiene. Porque pertenecía a una familia tradicional de la ciudad que era la familia Cuadro. La casa se refaccionó y de este modo se incorpora al patrimonio de la ciudad.
-¿Una conclusión de los libros?
Daniel: -El conocimiento teórico es el más importante para Occidente. Contemplar con la inteligencia transforma a quien mira. Y lo que estos libros proponen ver, son los grandes clásicos de Occidente, los que tocan temas que no pasan en el alma del ser humano. Escritores como Shakespeare y Cervantes, Aristóteles y Platón, han planteado los problemas perennes de todos los hombres. Y esta biblioteca va a ser el cultivo de aquello que no es utilitario al sistema mercantil de este mundo; es decir la teoría. Eso que no es funcional en nada pero que a su vez sustenta toda nuestra cultura.
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Es el doctor Lasa el encargado de romper el hielo y explicar el significado de esta biblioteca para la ciudad y sus academias.
“Lo primero que debo decir es que la crisis de Argentina es una crisis de hombres y no económica. Y en este proyecto se han juntado dos hombres. Uno que fue Alberto Caturelli y otro que es Miguel Olaviaga. Y entre los dos hicieron posible este milagro. Primero, la generosidad de Caturelli de haber pensado que su biblioteca era un patrimonio importante para retener en su país, y más concretamente en Córdoba. Y luego un hombre como Miguel, que en quince minutos entendió la trascendencia que tenía esa biblioteca”.
-¿Cómo en quince minutos?
-Sí, porque con Soledad le planteamos a Miguel la posibilidad de albergar desde GESTA y SEA esa biblioteca y en quince minutos lo resolvió todo. Hasta la compra del lugar. Este tipo de acciones no es habitual en el país. Si lo fueran, acaso la Argentina sería otra.
-¿Cuál es el legado de Caturelli amén de sus 20 mil libros?
-Caturelli ha sido uno de los grandes filósofos argentinos. Tiene una vasta obra de más de 50 volúmenes pero su “Historia de la Filosofía en la Argentina” es un trabajo monumental. Al punto que en América es única en su género. Ni Estados Unidos tiene una historia así de completa. Y Caturelli rastreó desde la llegada de los españoles al país en 1600 hasta el año 2000, abarcando 400 años de pensamiento en estas tierras.
-¿Qué libros hay en la biblioteca?
-Desde Platón y Aristóteles en los textos griegos y traducciones francesas y españolas, hasta Tomás de Aquino y Escoto Eriúgena. Está, además, la obra de Guillermo de Ockham, Francisco Suárez y filósofos italianos de gran trascendencia. Desde el punto de vista filosófico es un conjunto muy completo. Para la ciudad es una adquisición enorme no sólo desde el punto de vista cultural sino también del patrimonio. Y es tan importante que seguro la visitará gente de otros lugares. Porque Caturelli era conocido en todo el mundo. Esta biblioteca era lo que él más amaba luego de su mujer y sus hijos. Y ahora está en Villa María, siendo una de las mejores del país en su género.
Apostar por libros en tiempos del e-book
Miguel Olaviaga ha sido una pata fundamental a la hora de sostener este edificio. Y le pregunto si cobijar una biblioteca en tiempos digitales es una contradicción o una declaración de principios.
“Mirá, nosotros somos un colectivo de trabajadores y yo provengo del campo sindical. Y recuerdo los tiempos en que, antes de la organización, era obligatorio tener una biblioteca pública con los clásicos. Para quienes hemos tenido esa formación, uno siente que el libro lo convoca, que es la capitalización del saber y el pensamiento. Yo creo que sólo podemos proyectarnos si somos plurales. Y no hay nada más plural que una biblioteca”.
-¿Por eso tomó la decisión en quince minutos?
-Sí, porque fueron suficiente para Daniel y para mí. Estábamos hablando de libros y eso nos remitió directamente a los tiempos en que ese caudal nos formaba. En estos momentos en que vivimos urgidos por las necesidades, hacer un alto para leer o darle lugar al legado de ese enorme filósofo que fue Caturelli, es un acto de justicia necesaria, algo que roza con el altruismo como el propio Caturelli lo propuso. Nuestro colectivo no lo podía dejar pasar por alto.
-¿Cuál es la importancia de los libros en la posmodernidad?
-Hace poco estuve leyendo sobre el impacto que tendrán los algoritmos en el mundo. Hay pensadores que dicen que la inteligencia artificial nos superará y otros, que tendrá a los hombres como mascotas. En este mundo que se viene, una biblioteca abierta a todo público como esta, será fundamental para resistir a ese avance de lo artificial y volvernos más humanos.
Soledad y los libros
Por su parte, la directora del SEA, licenciada Soledad Barbero, cuenta el modo en que impulsó la concreción de esta biblioteca.
“Todo surgió de una conversación con el doctor Lasa luego de la muerte de Alberto Caturelli. Resulta que Ana, la hija del doctor, se entera de la voluntad de su padre de donar la biblioteca a alguna institución de Córdoba. Primero intentó en Arroyito pero el lugar donde se alojaría no estaba en condiciones. Y yo pensé que sería muy importante que estuviese aquí, formando parte de la Sociedad Educativa Argentina y en un instituto superior. No sólo para que se cumpliera la voluntad de Caturelli sino como patrimonio cultural villamariense. Y que se vuelva lo que será, una biblioteca pública y una casa abierta a la investigación.
-Y para resguardarla, compraron una casa fabulosa…“En este mundo que se viene, una biblioteca como esta será fundamental para detener el avance de lo artificial y volvernos cada día más humanos”
-Sí. Porque cuando tuvimos el sí de la familia Caturelli, inmediatamente lo hablé a Miguel por el convenio existente entre el SEA y la GESTA. Y tuve un sí inmediato. Al punto que en muy pocos días ya me había conseguido esta casa, el mejor lugar posible para resguardar estos 20 mil libros. Los tres, Daniel, Miguel y yo hemos trabajado en la misma dirección, y el jueves vamos a poder inaugurar con un gran número de invitados de la ciudad y gente que vendrá de Córdoba y Buenos Aires.
-¿Una conclusión de la biblioteca?
Soledad: -Creemos que esta biblioteca será un acontecimiento para la ciudad, la región y Latinoamérica, donde el doctor Caturelli era parte fundamental. Y no sólo se inaugurará la biblioteca sino también la casa que será la central de la Sociedad Educativa Argentina del país.
-¿Algo más sobre la casa de Lisandro de la Torre 80?
Miguel: -Dicen que las casas tienen alma y esta la tiene. Porque pertenecía a una familia tradicional de la ciudad que era la familia Cuadro. La casa se refaccionó y de este modo se incorpora al patrimonio de la ciudad.
-¿Una conclusión de los libros?
Daniel: -El conocimiento teórico es el más importante para Occidente. Contemplar con la inteligencia transforma a quien mira. Y lo que estos libros proponen ver, son los grandes clásicos de Occidente, los que tocan temas que no pasan en el alma del ser humano. Escritores como Shakespeare y Cervantes, Aristóteles y Platón, han planteado los problemas perennes de todos los hombres. Y esta biblioteca va a ser el cultivo de aquello que no es utilitario al sistema mercantil de este mundo; es decir la teoría. Eso que no es funcional en nada pero que a su vez sustenta toda nuestra cultura.
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