Lo venció 3-1 con una notable actuación de Pedro Berazategui, quien se vistió de “Lana” Díaz, y con la “10” en su espalda convirtió un golazo de tiro libre para empatar, y gestó en el complemento los goles que convirtieron Lucas Barengo y Tomás Lorca para devolver al “lobo” a una final, tras 6 años de espera.
El Torneo Clausura de la Liga Villamariense de Fútbol ya tiene a uno de sus grandes protagonistas esperando rival. El “lobo” mostró su astucia, pero además que cada día da un poco más, y que no le entran balas.
Es que fue perdiendo las dos semifinales ante un grande como Rivadavia, que en Arroyo Cabral lo tuvo para el nocaut (1-0 y con un hombre más) y no pudo ganarle, y en Villa María volvió a estar al frente con un golazo desde los vestuarios de Gonzalo Bertola, quien con su exquisita pegada hizo gala del mejor momento de la visita para darle otro golpe de nocaut al “lobo”.
Iban a apenas 3’, cuando el “lobo” parecía mareado y “malherido”. No hacía pie. Andrés Agosto había armado una estupenda telaraña en el medio, de la que no podía escapar, y había luz “verde” para emboscar a la fiera en su casa.
Amonestados y al borde de un ataque de nervios, Galleguillo y Conchillo, procuraron detener a Bertola y compañía, que con la velocidad de Demarchi y Biani (ambos tuvieron sus opciones para ampliar), más el ingenio de Córdoba, abastecían a un Pérez, que a puro maltrato de Lorca fue detenido en su sano intento de ir por más.
Mauricio Morales se culpa por haber perdido el mediocampo, procurando poner 3 puntas (a Barengo lo acompañaron Berazategui y Candiotto). Pero Agosto había pasado para Rivadavia, y a pura “Cumbia” (Luciani), Argentino escapó del vendaval “verde” retrasando y conectando a Berazategui con Candiotto, más los desbordes de un insaciable Aramburu que viajaba todos los tiros por derecha, cambió el rumbo del partido.
Ahora la pelota no era de Bertola, sino de “los Ñañez”, que con Franco e Isaías la sacaban limpia del fondo, y Berazategui se vistió de “10” y condujo a su equipo a la final. No fue tan fácil, pero penetró el vallado defensivo del “verde”, tantas o más veces de lo que había sido atacado en un partido con ritmo desenfrenado, pero con alta precisión (lo más difícil de lograr en el fútbol).
De alta gama fueron las conexiones de Argentino, pero a Barengo se la sacaron de la línea (Roda, el mejor jugador del “verde”), y Berardo le ganó dos duelos a Aramburu, que elevó otros dos cara a cara ante el experimentado “1”.
Cuando el empate estaba al caer, el juez envió a refrescarse a los jugadores en una tarde infernal de calor. Refrescó sus conceptos Agosto, y rondando la media hora, el “verde” lo tuvo para liquidar al “lobo”, pero los pies de porcelana de Bertola fallaron por milímetros, y Luciani le tapó a Biani un mano a mano (30’), que “era partido”, y un centro del ingresado Saravia fue elevado por la cabeza de Demarchi (40’).
Entonces, Berazategui se rebeló ante la realidad que indicaba que los 2 partidos se presentaron para Rivadavia, pero si Candiotto fue el “soldado heroico de Cabral” y evitó la derrota, en Avellaneda la luna (pelota) dibujó una parábola perfecta por afuera de la barrera que despintó la base del palo izquierdo de Berardo y tocó la red.
Iban 45’, y de ese mazazo jamás se recuperó Rivadavia, que la había dejado pasar.
Me das cada día más
Con viento de tormenta a favor, Argentino se lo llevó puesto al “verde” en el complemento, para cerrar una tarde ideal, en la que ya había clasificado a la final de reserva, tras superar 3-1 a Española.
Era obvio que el ritmo no sería el mismo, pero Morales no necesitó de la magia de Díaz, ni de la contundencia de Larghi (en el banco).
Confió en los 11, que le dieron más juego, con un rival que acabó en su campo padeciendo al “lobo”, que ya había curado sus heridas, y con las cicatrices a cuestas, no tuvo piedad.
Lo desgarró con otro zarpazo de derecha de Berazategui, quien encontró a un goleador de raza como Lucas Barengo presto para enviar a la red de volea y sin reacomodarse en el área una pelota que a la velocidad de la luz ingresó a la derecha de Berardo. 2-1 (10’).
Agosto ya había puesto a Saravia y pensó en Basualdo, para que recordara las andanzas de su padre el “Tigre” (Facundo), pero el “lobo” fue feroz. Lorca había mordido con Galleguillo y Galíndez en la yugular a los atacantes del “verde”, que se fue desangrando, máxime cuando Conchillo trabó dos veces y salió jugando hasta ganar una falta, y Berazategui terminó su obra de arte perfecta con otro tiro libre a la cabeza del ex campeón con Alumni. Tomás Lorca la puso contra la base del palo izquierdo 3-1 (22’).
Ya no había respuestas físicas en la visita. Agosto las buscó en Fonseca y Pérez, que con una transfusión de sangre “verde” invitaron a sus compañeros a vestirse de héroes. Entonces Morales apeló a Molina para rearmar una defensa que no otorgó opciones para llegar a Luciani.
Con Giménez renovó el aire, y el cerebro hizo funcionar con la sapiencia del “Pulpo” Ñañez a un “lobo” que quiso más, pero de contra, y sin regalar nada. Para ello se sumaron Centeno para robustecer el medio, y Facundo Ñañez para crear con Giménez y Berazategui, que seguía corriendo, aún al borde de un desgarro.
Berardo salvó ante Galíndez el cuarto, y Facundo Ñañez se lo volvió a perder. Ya era un juego felino para el “lobo”, que destrozó el corazón de Rivadavia, y desató un carnaval bajo la lluvia en el barrio Nicolás Avellaneda.