¿Qué pasó en apenas seis días? ¿Qué motivó a Juan Schiaretti a juntar a los legisladores del PJ Federal un jueves en Córdoba, a mostrarlos como integrantes del peronismo que está en condiciones de gobernar el país en 2019, y a desautorizarlos abiertamente el miércoles siguiente?
Seis días suelen ser una eternidad en Argentina. Incluso tres: la semana corta después del Día del Trabajador contuvo los hechos que en una época o en un país normales pueden desarrollarse en meses. Es la dinámica de las crisis.
El gobernador consiguió que, en medio de la histeria del dólar y los pasos en falso del mejor equipo de los últimos 50 años, los medios nacionales enfocaran por un rato su atención en él. Fue por un video de apenas 49 segundos en el que, en apariencia, lo relevante era su decisión de eliminar Ingresos Brutos en la tarifa social de la luz y el gas. Pero lo que verdaderamente gravitó en la política nacional fue su definición sobre el encendido debate que está produciéndose en el Congreso sobre el tarifazo nacional.
Schiaretti dejó en off side a los diputados de Argentina Federal, incluso a los de Córdoba Federal que encabeza Martín Llaryora, y declaró que la fijación de tarifas no le compete al Legislativo y que el peronismo no debe cogobernar. “Es responsabilidad exclusiva del gobierno nacional. No corresponde que votemos ninguna ley en relación al tema de las tarifas en el Congreso”, planteó.
El término “ninguna” es clave. Porque implica que ni siquiera avala movimientos en el IVA a los servicios, una propuesta que él mismo lanzó días antes y que también dio a conocer a través de un breve video.
En el Congreso, las palabras de Schiaretti generaron desconcierto; en el gobierno de Macri, satisfacción. Horas antes, Marcos Peña había anticipado la jugada: iban a presionar sobre los gobernadores para que el proyecto que la oposición consensuó en Diputados, que implica retrotraer las tarifas a noviembre y atarlas a la variación salarial además de la reducción del IVA, sucumba en el recinto.
Schiaretti actuó en función de esa necesidad a costa de contradecirse y de atentar contra los suyos y contra el PJ Federal, el armado que él mismo había impulsado para el cambio de signo en 2019.
¿Por qué lo hizo? Las razones son múltiples. No es ninguna novedad que el mandatario cordobés aparezca alineado a Macri; lo hizo desde el primer minuto. La anomalía no fue esa actitud sino la anterior, cuando dejó que el PJ Federal avanzara en el Congreso con un proyecto único sobre tarifas que contraría y preocupa abiertamente a Cambiemos.
¿Schiaretti permitió que avanzara la iniciativa opositora para tener una carta de presión y negociación con el gobierno nacional e intentó desactivarla cuando desde la Casa Rosada levantaron el teléfono? Es una inquietud válida.
La principal víctima del volantazo fue, otra vez, Llaryora, que en pocos meses pasó de ser potencial sucesor en el poder provincial a ser escrachado en su propia casa por votar la reforma previsional de Macri y a quedar desorientado ahora con la postura cordobesa sobre el tarifazo. El exvicegobernador terminó firmando el dictamen opositor pero en disidencia.
Cerca de Schiaretti señalan que Llaryora se excedió, que avanzó sin tener la certeza de cuál sería la posición oficial y final del gobernador.
¿Qué harán los diputados el miércoles, cuando el proyecto opositor llegue al recinto? La instrucción de Schiaretti es que ni siquiera bajen al recinto, que no den quórum. Alejandra Vigo, su esposa, Paulo Cassinerio y Juan Brügge responderán sin dubitaciones; Llaryora es un signo de interrogación.
“Hay un liderazgo, que es el del gobernador y es quien define las posturas políticas. No hay posibilidades de plantear disidencias en ese punto”, dicen desde el Panal.
En el poder provincial nadie admite que el sorpresivo posicionamiento público de Schiaretti, que fue acompañado por otros gobernadores peronistas, fue el resultado de una negociación con el gobierno nacional. Discursivamente, lo sostienen diciendo que, en realidad, se trata de un recurso para evitar que el Peronismo Federal se inmole. “¿Por qué tenemos que estar nosotros salvando a Macri de su política tarifaria? Que fije los precios que él quiera y que asuma las consecuencias. Si nosotros cogobernamos somos corresponsables”, argumentan.
Según esta visión, lo que estaría planteando Schiaretti es que el peronismo de los gobernadores debe dejar que la Casa Rosada se encamine hacia el abismo en soledad.
¿Por qué no lo advirtió antes entonces? La explicación en este punto es que, como un pater familias, el gobernador dejó que sus diputados tomaran sus propias definiciones pero que los reconvino cuando percibió que estaban a punto de chocar.
Pero, más allá de que sea o no verosímil ese esfuerzo discursivo y de que la posición de Schiaretti sea abiertamente funcional al gobierno nacional, hay una preocupación política genuina del mandatario provincial: lo espanta la posibilidad de que sus diputados aparezcan votando junto a los kirchneristas y que queden como furgón de cola de una jugada de la expresidenta. “Nosotros vivimos planteando que somos un peronismo distinto, republicano, racional, ¿y vamos a votar con el kirchnerismo? Lo que previsiblemente va a hacer después el macrismo es pegarnos a todos con todos”, indican en el Panal.
Schiaretti viene postulando que el peronismo debe reconstruirse pero sin Cristina adentro. Una definición que también ve con simpatía la Casa Rosada porque postula la imposibilidad de una oposición unida para el año próximo y, por lo tanto, puede servir de facilitadora de la reelección de Macri. En las redes, el gobernador asegura que el PJ Federal podría gobernar el año próximo; por lo bajo, se admite que la bifurcación peronista lo convierte en una utopía.
Schiaretti es hoy un factor que podría ser clave para evitarle a Macri el trago amargo de tener que vetar la ley opositora. Sería un servicio inconmensurable para un gobierno que considera que sostener a capa y espada el tarifazo es un objetivo primordial. Sin embargo, Cambiemos le responde en Córdoba con una demanda: Ramón Mestre, radical, y Oscar Tamis, del Pro, hicieron su planteo ante el TSJ por el reparto de la coparticipación.
Esa dualidad confunde. Porque ya no es sólo Mestre y su afán de posicionarse; además, Tamis, con llegada a Rogelio Frigerio, demandó a Schiaretti. El gobernador parece dispuesto a pagar los costos políticos que sean necesarios para contribuir a la gobernabilidad de Macri pero en su propio territorio sufre los embates de Cambiemos, que le sigue reclamando más fondos. Y que, previsiblemente, el año próximo va a querer ganarle.
El gobernador apuesta a que las obras sean su gran impulso para la reelección. Por eso su gobierno busca diferenciarse y anuncia que, en contra de lo que ocurrirá con los proyectos de Macri, que sufrirán un recorte de 30 mil millones de pesos, en Córdoba el ritmo será el previsto. Por lo bajo, dicen que con ese rumbo esperan sostener la actual dinámica de las encuestas de opinión: aseguran que mientras el Presidente cayó 20 puntos en Córdoba, Schiaretti sigue con 65% de imagen positiva.
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El gobernador consiguió que, en medio de la histeria del dólar y los pasos en falso del mejor equipo de los últimos 50 años, los medios nacionales enfocaran por un rato su atención en él. Fue por un video de apenas 49 segundos en el que, en apariencia, lo relevante era su decisión de eliminar Ingresos Brutos en la tarifa social de la luz y el gas. Pero lo que verdaderamente gravitó en la política nacional fue su definición sobre el encendido debate que está produciéndose en el Congreso sobre el tarifazo nacional.
Schiaretti dejó en off side a los diputados de Argentina Federal, incluso a los de Córdoba Federal que encabeza Martín Llaryora, y declaró que la fijación de tarifas no le compete al Legislativo y que el peronismo no debe cogobernar. “Es responsabilidad exclusiva del gobierno nacional. No corresponde que votemos ninguna ley en relación al tema de las tarifas en el Congreso”, planteó.
El término “ninguna” es clave. Porque implica que ni siquiera avala movimientos en el IVA a los servicios, una propuesta que él mismo lanzó días antes y que también dio a conocer a través de un breve video.
En el Congreso, las palabras de Schiaretti generaron desconcierto; en el gobierno de Macri, satisfacción. Horas antes, Marcos Peña había anticipado la jugada: iban a presionar sobre los gobernadores para que el proyecto que la oposición consensuó en Diputados, que implica retrotraer las tarifas a noviembre y atarlas a la variación salarial además de la reducción del IVA, sucumba en el recinto.
Schiaretti actuó en función de esa necesidad a costa de contradecirse y de atentar contra los suyos y contra el PJ Federal, el armado que él mismo había impulsado para el cambio de signo en 2019.
¿Por qué lo hizo? Las razones son múltiples. No es ninguna novedad que el mandatario cordobés aparezca alineado a Macri; lo hizo desde el primer minuto. La anomalía no fue esa actitud sino la anterior, cuando dejó que el PJ Federal avanzara en el Congreso con un proyecto único sobre tarifas que contraría y preocupa abiertamente a Cambiemos.
¿Schiaretti permitió que avanzara la iniciativa opositora para tener una carta de presión y negociación con el gobierno nacional e intentó desactivarla cuando desde la Casa Rosada levantaron el teléfono? Es una inquietud válida.
La principal víctima del volantazo fue, otra vez, Llaryora, que en pocos meses pasó de ser potencial sucesor en el poder provincial a ser escrachado en su propia casa por votar la reforma previsional de Macri y a quedar desorientado ahora con la postura cordobesa sobre el tarifazo. El exvicegobernador terminó firmando el dictamen opositor pero en disidencia.
Cerca de Schiaretti señalan que Llaryora se excedió, que avanzó sin tener la certeza de cuál sería la posición oficial y final del gobernador.
¿Qué harán los diputados el miércoles, cuando el proyecto opositor llegue al recinto? La instrucción de Schiaretti es que ni siquiera bajen al recinto, que no den quórum. Alejandra Vigo, su esposa, Paulo Cassinerio y Juan Brügge responderán sin dubitaciones; Llaryora es un signo de interrogación.
“Hay un liderazgo, que es el del gobernador y es quien define las posturas políticas. No hay posibilidades de plantear disidencias en ese punto”, dicen desde el Panal.
En el poder provincial nadie admite que el sorpresivo posicionamiento público de Schiaretti, que fue acompañado por otros gobernadores peronistas, fue el resultado de una negociación con el gobierno nacional. Discursivamente, lo sostienen diciendo que, en realidad, se trata de un recurso para evitar que el Peronismo Federal se inmole. “¿Por qué tenemos que estar nosotros salvando a Macri de su política tarifaria? Que fije los precios que él quiera y que asuma las consecuencias. Si nosotros cogobernamos somos corresponsables”, argumentan.
Según esta visión, lo que estaría planteando Schiaretti es que el peronismo de los gobernadores debe dejar que la Casa Rosada se encamine hacia el abismo en soledad.
¿Por qué no lo advirtió antes entonces? La explicación en este punto es que, como un pater familias, el gobernador dejó que sus diputados tomaran sus propias definiciones pero que los reconvino cuando percibió que estaban a punto de chocar.
Pero, más allá de que sea o no verosímil ese esfuerzo discursivo y de que la posición de Schiaretti sea abiertamente funcional al gobierno nacional, hay una preocupación política genuina del mandatario provincial: lo espanta la posibilidad de que sus diputados aparezcan votando junto a los kirchneristas y que queden como furgón de cola de una jugada de la expresidenta. “Nosotros vivimos planteando que somos un peronismo distinto, republicano, racional, ¿y vamos a votar con el kirchnerismo? Lo que previsiblemente va a hacer después el macrismo es pegarnos a todos con todos”, indican en el Panal.
Schiaretti viene postulando que el peronismo debe reconstruirse pero sin Cristina adentro. Una definición que también ve con simpatía la Casa Rosada porque postula la imposibilidad de una oposición unida para el año próximo y, por lo tanto, puede servir de facilitadora de la reelección de Macri. En las redes, el gobernador asegura que el PJ Federal podría gobernar el año próximo; por lo bajo, se admite que la bifurcación peronista lo convierte en una utopía.
Schiaretti es hoy un factor que podría ser clave para evitarle a Macri el trago amargo de tener que vetar la ley opositora. Sería un servicio inconmensurable para un gobierno que considera que sostener a capa y espada el tarifazo es un objetivo primordial. Sin embargo, Cambiemos le responde en Córdoba con una demanda: Ramón Mestre, radical, y Oscar Tamis, del Pro, hicieron su planteo ante el TSJ por el reparto de la coparticipación.
Esa dualidad confunde. Porque ya no es sólo Mestre y su afán de posicionarse; además, Tamis, con llegada a Rogelio Frigerio, demandó a Schiaretti. El gobernador parece dispuesto a pagar los costos políticos que sean necesarios para contribuir a la gobernabilidad de Macri pero en su propio territorio sufre los embates de Cambiemos, que le sigue reclamando más fondos. Y que, previsiblemente, el año próximo va a querer ganarle.
El gobernador apuesta a que las obras sean su gran impulso para la reelección. Por eso su gobierno busca diferenciarse y anuncia que, en contra de lo que ocurrirá con los proyectos de Macri, que sufrirán un recorte de 30 mil millones de pesos, en Córdoba el ritmo será el previsto. Por lo bajo, dicen que con ese rumbo esperan sostener la actual dinámica de las encuestas de opinión: aseguran que mientras el Presidente cayó 20 puntos en Córdoba, Schiaretti sigue con 65% de imagen positiva.