La construcción de la unidad resultó ser la más afectada por el proceso que empezó hace poco más de un mes y encontró su punto de máxima tensión el jueves cuando el oficialismo tuvo los ocho votos necesarios para el canje del Salón de los Deportes por un estadio a edificar por inversionistas privados en el predio que entregó la Universidad Nacional de Villa María.
Para la oposición, que votó dividida, fue casi un golpe de gracia que evidenció diferencias que a esta altura parecen casi irreconciliables hacia el interior del Frente Cívico, del Frente Cívico con el Pro, y del Pro con el sector de la Unión Cívica Radical con representación en el Deliberante.
Para el oficialismo, que también votó dividido, fue la evidenciación de la grieta que hacia el interior del gobierno de Martín Gill existe con su antecesor en el Sillón de Viñas, Eduardo Accastello, en este caso con Verónica Navarro como punta de lanza pero también con otros actores que fueron colaboradores del exmandatario y que actualmente son parte de la administración central.
Pero vamos por parte. En esta ciudad la oposición se llama Juntos por Villa María, en tanto versión local de Cambiemos, resultado de la conjunción de diferentes partidos políticos, de los cuales tienen representación en el Concejo el Pro, Frente Cívico y Social y la Unión Cívica Radical. Al asumir la integración fue 2, 1, 2, pero con la renuncia de Omar Coutsiers desde hace unos meses es 1, 2, 2.
Si bien las diferencias de criterios y posicionamientos no son nuevas, sí se profundizaron este año bajo la Presidencia de bancada de Gisele Machicado (Frente Cívico). Algunos las tildan de irreconciliables e incluso se preguntan si podrán ser disimuladas ante cualquier intento de armado de unidad pensando en el año próximo que ya está a la vuelta. Es que tuvieron un punto cúlmine esta semana, con Karina Bruno (Pro) y Delfín Polack (Frente Cívico) votando la misma postura que la mayor parte del oficialismo.
Es en ese marco que ya circulan versiones que indican que un sector del radicalismo, que es la que encabeza el presidente Marcelo Barotto, bastante crítico del acuerdo con el Pro y de la forma en que se lleva adelante a nivel local, está pensando en un armado separado para las Municipales 2019.
Para la pregunta sobre si Martín Gill salió fortalecido de la sesión del jueves, la respuesta no es categórica. Sí logró el objetivo que se planteó a fin de octubre cuando trajo el tema de la necesidad de más infraestructura deportiva nuevamente a la agenda pública, se lo cargó al hombro, generó alianzas estratégicas, convenció a los que no estaban tan convencidos y construyó consenso. Si hasta los vecinos del edificio de Carlos Pellegrini y Corrientes firmaron una nota pidiendo el canje, alegando que el estado actual del inmueble atenta contra la seguridad del sector, entre otros argumentos.
Hubiera sido una derrota difícil de digerir si no hubiera conseguido ese aval. Igual por lo bajo todavía están quienes se preguntan sobre las razones que llevaron al intendente a embarcarse en una iniciativa de este tenor, a esta altura de la gestión, involucrándose hasta el punto que lo hizo, a la par que admiten que todo lo sucedido aleja como posibilidad al otro proyecto que impulsa Gill, el de la ciudad deportiva a cambio de la Plaza Ocampo. Hay sectores que para el Salón de los Deportes le dijeron que sí, pero que no están dispuestos a ceder el espacio verde céntrico, o al menos eso es lo que dicen a través de los medios de comunicación, tal el caso del concejal Delfín Polack, que votó en contra del mandato juecista de no al canje.
Además, para la gestión todo lo que pasó en esta semana dejó más de una enseñanza. Mostró que Gill tiene consenso hacia adentro, pero que no encuentra eco en sectores accastellistas. También le permitió ver claramente con quienes cuenta y con quienes no en el Deliberante. Y en ese sentido el exintendente está tensando la cuerda. Tensar pero no romper. No es un dato menor que la concejal Navarro haya tenido la intención de abstenerse sin llegar a votar en contra, y eso muestra que hay un límite que todavía no están dispuestos a cruzar.
Accastello pidió volver al PJ, le abrieron la puerta, se sacó una foto con el gobernador en El Panal, pero eso no implicó acercamiento con Gill. Sigue con un intenso trabajo de construcción de su espacio y se presenta casi como candidato e incluso ante sus seguidores afirma y reafirma que se postulará.
Si bien a esta altura es difícil saber si se presentará para las municipales o si impulsará a alguien de su sector para que lo haga, en este contexto hay que decir que es poco probable que llegue hasta ese punto, o tendrá que volver a irse del PJ. Porque si algo queda claro cada semana es que la Provincia en esta ciudad ya eligió, y el bendecido es Gill, que ya avisó que quiere repetir, con lo cual es habitual la visita a Villa María de la primera línea del gobierno cordobés con anuncios y recursos. Esta semana fue el turno del ministro de Gobierno, Juan Carlos Massei, quien calificó de “excelente” a la gestión del “amigo intendente”.
Ultimos días de diciembre. Casi llega el receso legislativo y enero permitirá un respiro que igual será muy breve porque el calendario electoral apremia. De hecho si no hay consenso Cambiemos tendrá internas en febrero, esto en vistas de las elecciones provinciales de mayo. Y en esta ciudad, si bien aún la fecha está guardada bajo siete llaves, están quienes se animan a ubicarla en abril, otros hablan de junio y otros de julio.
Igual el contexto preelectoral ya tiñe casi todo, aunque los principales referentes de los distintos espacios escuden intenciones detrás de las típicas y mentirosas declaraciones del tipo “todavía no es tiempo de pensar en candidaturas” o “la gente quiere que nos dediquemos a gestionar”. Quienes tienen aspiraciones de continuar en sus cargos o llegar a la función pública ya se encuentran en plena tarea de construcción por ese objetivo.
Veremos si la Navidad trae Paz y Amor, a las convulsionadas internas partidarias.
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Para el oficialismo, que también votó dividido, fue la evidenciación de la grieta que hacia el interior del gobierno de Martín Gill existe con su antecesor en el Sillón de Viñas, Eduardo Accastello, en este caso con Verónica Navarro como punta de lanza pero también con otros actores que fueron colaboradores del exmandatario y que actualmente son parte de la administración central.
Pero vamos por parte. En esta ciudad la oposición se llama Juntos por Villa María, en tanto versión local de Cambiemos, resultado de la conjunción de diferentes partidos políticos, de los cuales tienen representación en el Concejo el Pro, Frente Cívico y Social y la Unión Cívica Radical. Al asumir la integración fue 2, 1, 2, pero con la renuncia de Omar Coutsiers desde hace unos meses es 1, 2, 2.
Si bien las diferencias de criterios y posicionamientos no son nuevas, sí se profundizaron este año bajo la Presidencia de bancada de Gisele Machicado (Frente Cívico). Algunos las tildan de irreconciliables e incluso se preguntan si podrán ser disimuladas ante cualquier intento de armado de unidad pensando en el año próximo que ya está a la vuelta. Es que tuvieron un punto cúlmine esta semana, con Karina Bruno (Pro) y Delfín Polack (Frente Cívico) votando la misma postura que la mayor parte del oficialismo.
Es en ese marco que ya circulan versiones que indican que un sector del radicalismo, que es la que encabeza el presidente Marcelo Barotto, bastante crítico del acuerdo con el Pro y de la forma en que se lleva adelante a nivel local, está pensando en un armado separado para las Municipales 2019.
Para la pregunta sobre si Martín Gill salió fortalecido de la sesión del jueves, la respuesta no es categórica. Sí logró el objetivo que se planteó a fin de octubre cuando trajo el tema de la necesidad de más infraestructura deportiva nuevamente a la agenda pública, se lo cargó al hombro, generó alianzas estratégicas, convenció a los que no estaban tan convencidos y construyó consenso. Si hasta los vecinos del edificio de Carlos Pellegrini y Corrientes firmaron una nota pidiendo el canje, alegando que el estado actual del inmueble atenta contra la seguridad del sector, entre otros argumentos.
Hubiera sido una derrota difícil de digerir si no hubiera conseguido ese aval. Igual por lo bajo todavía están quienes se preguntan sobre las razones que llevaron al intendente a embarcarse en una iniciativa de este tenor, a esta altura de la gestión, involucrándose hasta el punto que lo hizo, a la par que admiten que todo lo sucedido aleja como posibilidad al otro proyecto que impulsa Gill, el de la ciudad deportiva a cambio de la Plaza Ocampo. Hay sectores que para el Salón de los Deportes le dijeron que sí, pero que no están dispuestos a ceder el espacio verde céntrico, o al menos eso es lo que dicen a través de los medios de comunicación, tal el caso del concejal Delfín Polack, que votó en contra del mandato juecista de no al canje.
Además, para la gestión todo lo que pasó en esta semana dejó más de una enseñanza. Mostró que Gill tiene consenso hacia adentro, pero que no encuentra eco en sectores accastellistas. También le permitió ver claramente con quienes cuenta y con quienes no en el Deliberante. Y en ese sentido el exintendente está tensando la cuerda. Tensar pero no romper. No es un dato menor que la concejal Navarro haya tenido la intención de abstenerse sin llegar a votar en contra, y eso muestra que hay un límite que todavía no están dispuestos a cruzar.
Accastello pidió volver al PJ, le abrieron la puerta, se sacó una foto con el gobernador en El Panal, pero eso no implicó acercamiento con Gill. Sigue con un intenso trabajo de construcción de su espacio y se presenta casi como candidato e incluso ante sus seguidores afirma y reafirma que se postulará.
Si bien a esta altura es difícil saber si se presentará para las municipales o si impulsará a alguien de su sector para que lo haga, en este contexto hay que decir que es poco probable que llegue hasta ese punto, o tendrá que volver a irse del PJ. Porque si algo queda claro cada semana es que la Provincia en esta ciudad ya eligió, y el bendecido es Gill, que ya avisó que quiere repetir, con lo cual es habitual la visita a Villa María de la primera línea del gobierno cordobés con anuncios y recursos. Esta semana fue el turno del ministro de Gobierno, Juan Carlos Massei, quien calificó de “excelente” a la gestión del “amigo intendente”.
Ultimos días de diciembre. Casi llega el receso legislativo y enero permitirá un respiro que igual será muy breve porque el calendario electoral apremia. De hecho si no hay consenso Cambiemos tendrá internas en febrero, esto en vistas de las elecciones provinciales de mayo. Y en esta ciudad, si bien aún la fecha está guardada bajo siete llaves, están quienes se animan a ubicarla en abril, otros hablan de junio y otros de julio.
Igual el contexto preelectoral ya tiñe casi todo, aunque los principales referentes de los distintos espacios escuden intenciones detrás de las típicas y mentirosas declaraciones del tipo “todavía no es tiempo de pensar en candidaturas” o “la gente quiere que nos dediquemos a gestionar”. Quienes tienen aspiraciones de continuar en sus cargos o llegar a la función pública ya se encuentran en plena tarea de construcción por ese objetivo.
Veremos si la Navidad trae Paz y Amor, a las convulsionadas internas partidarias.
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