El politólogo Pablo Gudiño Bessone ingresó recientemente a la Carrera de Investigador Científico del Conicet con sede en el Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM). Desde la sociología de la salud, su investigación busca “relevar y estudiar las dilaciones, obstáculos y asimetrías de poder” que existen en el sistema público de salud con relación al aborto. En su trabajo analiza la “diversidad de posicionamientos bioéticos” asociados a creencias y dogmas religiosos que “interceptan los derechos a la autonomía de las mujeres” con respecto a la reproducción.
“La finalidad es entender los modos de perpetuación de un modelo conservador en el ejercicio de la medicina, lo cual contribuye a profundizar situaciones de opresión y desigualdad en las mujeres”, dijo a PUNTAL VILLA MARÍA.
Según el investigador, el principal aporte de este tipo de trabajos es producir teorías para entender cómo “el activismo religioso conservador elabora nuevos repertorios y discursos de matriz secular para definir y caracterizar al aborto como crimen” que fundamentan la regulación y el control sobre los cuerpos.
-¿Cómo surgió el interés por la problemática que estás estudiando?
-Mis líneas de trabajo se vinculan al estudio de los debates sociopolíticos por la legalización-despenalización del aborto en Argentina y los entrecruzamientos entre religión, política y sexualidad. Tanto mi investigación doctoral como posdoctoral estuvieron abocadas al análisis de las estrategias de oposición emprendidas por los sectores religiosos conservadores a la propuesta de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), y a la aplicabilidad de las políticas públicas vinculadas al ejercicio de los derechos sexuales y (no) reproductivos. Esto mismo, partiendo de entender los modos en que la politización de la sexualidad y la inscripción en la agenda público-política de demandas sociales de igualdad y reconocimiento de los derechos de género implicó la reacción de la Iglesia Católica y la emergencia de grupos religiosos laicos autodenominados pro-vida. Históricamente, en Argentina la jerarquía eclesiástica se ha caracterizado por ser una institución con fuertes injerencias sobre el Estado en la definición de los sentidos de las legislaciones y las políticas públicas, interceptando el funcionamiento de programas de acceso a la anticoncepción, al dictado de la Educación Sexual Integral (ESI), entre otros temas. El interés por esta investigación surgió de interrogantes que me fui planteando a fin de aportar a la comprensión de las conflictividades sociales y políticas que giran alrededor de la ciudadanía sexual, y los impactos que el movimiento feminista ha tenido no sólo sobre el Estado sino, también, en términos de la reestructuración del campo religioso.
-¿Qué aportes se pueden realizar desde el campo académico en esta temática?
-Creo que el principal aporte de este tipo de investigaciones está en visibilizar los desplazamientos e intervenciones públicas de lo religioso con base en la defensa del orden y la moral sexual. Esto es, generar marcos de conocimientos que permitan entender los modos en que el activismo religioso conservador elabora nuevos repertorios y discursos de matriz secular para definir y caracterizar al aborto como crimen y perpetuar, así, formas de abnegación de la ciudadanía sexual, de regulación, control y disciplinamiento sobre los cuerpos gestantes. Uno de los principales intereses de mi investigación estuvo en observar la presencia de argumentos pertenecientes a la biomedicina y el derecho en las formas en que dichos grupos justifican su negación al aborto. Se trata de los múltiples modos con que los actores religiosos van reelaborando sus estrategias comunicacionales y discursivas, con el objetivo de impactar en la opinión pública creando sensibilidades con los fetos y promoviendo, así, sentimientos de aversión hacia las mujeres que deciden abortar.
-¿Por qué considera necesario realizar este estudio?
-Tanto en Argentina como en Latinoamérica, lo que se observa en los últimos tiempos es el resurgimiento de nuevos liderazgos políticos con base en lo religioso, el protagonismo político que asumen los grupos religiosos en orden a la defensa de una agenda neoconservadora opuesta a la ampliación de los derechos de género, y los modos en que las luchas impulsadas por el movimiento feminista y de la diversidad sexual contribuyen a fomentar al debate por los sentidos de la laicidad del Estado y el derecho. Esto mismo, poniendo en consideración la importancia que tienen los debates sobre la separación Iglesia y Estado, religión y política, como ejes problemáticos de las democracias latinoamericanas y las tensiones por las permeabilidades constantes que existen entre las doctrinas religiosas y las configuraciones del sistema político y legal.
-¿Cómo ve estos temas en la ciudad de Villa María?
-Tanto la provincia de Córdoba como la ciudad de Villa María no resultan ajenas a la presencia y el activismo de grupos religiosos opositores a la agenda de los derechos de género. Córdoba ha sido epicentro del autodenominado movimiento “Con mis hijos no te metas” como oposición a las políticas públicas orientadas al dictado de la ESI; además de las manifestaciones y el protagonismo político que asumieron los grupos pro-vida en el reciente debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Cabe remarcar que en la provincia de Córdoba el Protocolo de Aborto no Punible se encuentra inhabilitado desde el año 2012, a raíz de un recurso de amparo presentado por la Asociación Civil Portal de Belén. La suspensión de dicho protocolo pone en evidencia las connivencias históricas que en la provincia existen entre el poder político, religioso y judicial; si bien desde el 2018, y en función de la lucha y el activismo emprendido por las organizaciones feministas, se ha avanzado en términos de los reclamos por el levantamiento de su inhabilitación.
-¿Qué busca profundizar en el tema desde su ingresó a la Carrera de Investigador Científico del Conicet?
-La investigación se aboca a relevar y estudiar las dilaciones, obstáculos y asimetrías de poder que con relación al aborto existen en el sistema público de salud. Me intereso por estudiar la diversidad de posicionamientos bioéticos de médicos y médicas con relación al aborto, prestando particular atención a las formas en que las posturas bioéticas asociadas a creencias y dogmas religiosos interceptan los derechos a la autonomía (no) reproductiva de las mujeres. Se trata de un estudio con base en la sociología de la salud que tiene por finalidad entender los modos de perpetuación de un modelo conservador en el ejercicio de la medicina, lo cual contribuye a profundizar situaciones de opresión y desigualdad en las mujeres.
Rodrigo Duarte. Redacción Puntal Villa María
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Según el investigador, el principal aporte de este tipo de trabajos es producir teorías para entender cómo “el activismo religioso conservador elabora nuevos repertorios y discursos de matriz secular para definir y caracterizar al aborto como crimen” que fundamentan la regulación y el control sobre los cuerpos.
-¿Cómo surgió el interés por la problemática que estás estudiando?
-Mis líneas de trabajo se vinculan al estudio de los debates sociopolíticos por la legalización-despenalización del aborto en Argentina y los entrecruzamientos entre religión, política y sexualidad. Tanto mi investigación doctoral como posdoctoral estuvieron abocadas al análisis de las estrategias de oposición emprendidas por los sectores religiosos conservadores a la propuesta de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), y a la aplicabilidad de las políticas públicas vinculadas al ejercicio de los derechos sexuales y (no) reproductivos. Esto mismo, partiendo de entender los modos en que la politización de la sexualidad y la inscripción en la agenda público-política de demandas sociales de igualdad y reconocimiento de los derechos de género implicó la reacción de la Iglesia Católica y la emergencia de grupos religiosos laicos autodenominados pro-vida. Históricamente, en Argentina la jerarquía eclesiástica se ha caracterizado por ser una institución con fuertes injerencias sobre el Estado en la definición de los sentidos de las legislaciones y las políticas públicas, interceptando el funcionamiento de programas de acceso a la anticoncepción, al dictado de la Educación Sexual Integral (ESI), entre otros temas. El interés por esta investigación surgió de interrogantes que me fui planteando a fin de aportar a la comprensión de las conflictividades sociales y políticas que giran alrededor de la ciudadanía sexual, y los impactos que el movimiento feminista ha tenido no sólo sobre el Estado sino, también, en términos de la reestructuración del campo religioso.
-¿Qué aportes se pueden realizar desde el campo académico en esta temática?
-Creo que el principal aporte de este tipo de investigaciones está en visibilizar los desplazamientos e intervenciones públicas de lo religioso con base en la defensa del orden y la moral sexual. Esto es, generar marcos de conocimientos que permitan entender los modos en que el activismo religioso conservador elabora nuevos repertorios y discursos de matriz secular para definir y caracterizar al aborto como crimen y perpetuar, así, formas de abnegación de la ciudadanía sexual, de regulación, control y disciplinamiento sobre los cuerpos gestantes. Uno de los principales intereses de mi investigación estuvo en observar la presencia de argumentos pertenecientes a la biomedicina y el derecho en las formas en que dichos grupos justifican su negación al aborto. Se trata de los múltiples modos con que los actores religiosos van reelaborando sus estrategias comunicacionales y discursivas, con el objetivo de impactar en la opinión pública creando sensibilidades con los fetos y promoviendo, así, sentimientos de aversión hacia las mujeres que deciden abortar.
-¿Por qué considera necesario realizar este estudio?
-Tanto en Argentina como en Latinoamérica, lo que se observa en los últimos tiempos es el resurgimiento de nuevos liderazgos políticos con base en lo religioso, el protagonismo político que asumen los grupos religiosos en orden a la defensa de una agenda neoconservadora opuesta a la ampliación de los derechos de género, y los modos en que las luchas impulsadas por el movimiento feminista y de la diversidad sexual contribuyen a fomentar al debate por los sentidos de la laicidad del Estado y el derecho. Esto mismo, poniendo en consideración la importancia que tienen los debates sobre la separación Iglesia y Estado, religión y política, como ejes problemáticos de las democracias latinoamericanas y las tensiones por las permeabilidades constantes que existen entre las doctrinas religiosas y las configuraciones del sistema político y legal.
-¿Cómo ve estos temas en la ciudad de Villa María?
-Tanto la provincia de Córdoba como la ciudad de Villa María no resultan ajenas a la presencia y el activismo de grupos religiosos opositores a la agenda de los derechos de género. Córdoba ha sido epicentro del autodenominado movimiento “Con mis hijos no te metas” como oposición a las políticas públicas orientadas al dictado de la ESI; además de las manifestaciones y el protagonismo político que asumieron los grupos pro-vida en el reciente debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Cabe remarcar que en la provincia de Córdoba el Protocolo de Aborto no Punible se encuentra inhabilitado desde el año 2012, a raíz de un recurso de amparo presentado por la Asociación Civil Portal de Belén. La suspensión de dicho protocolo pone en evidencia las connivencias históricas que en la provincia existen entre el poder político, religioso y judicial; si bien desde el 2018, y en función de la lucha y el activismo emprendido por las organizaciones feministas, se ha avanzado en términos de los reclamos por el levantamiento de su inhabilitación.
-¿Qué busca profundizar en el tema desde su ingresó a la Carrera de Investigador Científico del Conicet?
-La investigación se aboca a relevar y estudiar las dilaciones, obstáculos y asimetrías de poder que con relación al aborto existen en el sistema público de salud. Me intereso por estudiar la diversidad de posicionamientos bioéticos de médicos y médicas con relación al aborto, prestando particular atención a las formas en que las posturas bioéticas asociadas a creencias y dogmas religiosos interceptan los derechos a la autonomía (no) reproductiva de las mujeres. Se trata de un estudio con base en la sociología de la salud que tiene por finalidad entender los modos de perpetuación de un modelo conservador en el ejercicio de la medicina, lo cual contribuye a profundizar situaciones de opresión y desigualdad en las mujeres.
Rodrigo Duarte. Redacción Puntal Villa María
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