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Una alegría transformadora, la clave en el mensaje del papa Francisco

“En este tiempo de tribulación y luto, es mi deseo que, allí donde estés, puedas hacer la experiencia de Jesús, que sale a tu encuentro, te saluda y te dice: “alégrate”. Y que sea ese saludo el que nos movilice a convocar y amplificar la buena nueva del Reino de Dios”

(Papa Francisco)

El papa Francisco escribió un artículo en la revista Vida Nueva de España, en el cual traza un plan para resucitar a la humanidad después de la crisis mundial por la pandemia.

Una palabra clave que usa es la alegría, pero no la alegría humana que puede parecer una “provocación o broma de mal gusto” ante las graves consecuencias por el Covid-19, sino la alegría de las mujeres que nos mueve y es transformadora.

Hoy vivimos rodeados por una atmósfera de dolor e incertidumbre que nos lleva a preguntarnos: ¿cómo haremos para llevar adelante esta situación que nos sobrepasó completamente?

Hay un gran impacto por todo lo que sucede, cosas que nos desorientan, acongojan y paralizan: estamos tentados de sepultar toda esperanza. La pesantez y la angustia de las personas vulnerables y ancianas, de las familias que no tienen para comer, del personal sanitario y los servidores públicos, etc. “Esa pesantez parece tener la última palabra”.

Las mujeres que según cuenta el Evangelio fueron al sepulcro, pese a las dudas, al sufrimiento y a la perplejidad, fueron ‘capaces de ponerse en movimiento y no dejarse paralizar por todo lo que estaba sucediendo’.

El miedo y la perplejidad no nos pueden paralizar como no se paralizan muchas personas que saben cuidar a los demás, aún poniendo en riesgo su vida.

A nosotros se nos invita a volver sobre nuestros pasos y dejarnos transformar por el anuncio pascual para que “el Señor con su novedad pueda transformar nuestra vida y la de nuestra comunidad (...). El Señor se empeña en regenerar la belleza y hacer renacer la esperanza’.

Además, nos dice el Papa que “Dios jamás abandona a su pueblo, está siempre junto a él, especialmente cuando el dolor se hace más presente”.

En este tiempo no podemos quedarnos paralizados y con miedo, no podemos quedarnos inmóviles, es un tiempo propicio para animarnos a una nueva imaginación de lo posible. ‘El Espíritu no se deja encerrar ni instrumentalizar con esquemas, modalidades o estructuras fijas y caducas, nos proponen sumarnos a ese movimiento capaz de hacer nuevas todas las cosas”.

En esta dinámica del movimiento Francisco nos dice que un anticuerpo para el virus es la solidaridad. El Señor nos vuelve a preguntar ¿donde está tu hermano?, no nos salvamos solos.

Además, nos dice que los anticuerpos necesarios son la justicia, la caridad y la solidaridad. “No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es una civilización de la esperanza: contra la angustia, el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio…”.

Considero que la propuesta del Papa es audaz, la voz de un profeta que no se queda en el miedo ni en la tribulación, nos invita a experimentar una alegría pascual no de un modo intimista, sino poniéndonos en movimiento, en la búsqueda de acciones solidarias que nos permitan hacer surgir algo nuevo, hacer más humana nuestra vida personal y comunitaria.