Villa María |

Para el vicario, la violencia "es fruto de las necesidades insatisfechas"

El juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa fue el disparador que utilizó un periodista de este medio para consultarle al vicario Alberto Bustamante qué opinión tenía sobre la violencia desmedida que envuelve a la sociedad y que no les esquiva a los jóvenes.

En su respuesta, se apoyó en una frase del papa Juan Pablo II. “Él solía decir que nunca hay relámpagos en noches estrelladas. ¿Qué quería decir con esto? En realidad, hacía alusión a la violencia y a las adicciones. Es decir, cuando suceden estos relámpagos de violencia, es porque el conjunto de la sociedad está deteriorado”, recalcó.

Y añadió:“Cuando hacemos alusión a un grupo de muchachos y chicas involucrados en estos eventos, podemos arribar a la conclusión de que la violencia es fruto de las necesidades existenciales insatisfechas. Cuando digo esto me refiero a la falta de horizonte de vida, a la falta de descubrir que yo me realizo cuando ayudo a que se realice el otro, a la falta de reconocimiento y respeto a la persona del otro”.

En ese sentido, dijo: “El otro no es alguien que me inhibe mis derechos, sino alguien que conviviendo conmigo me ayuda a realizarme. Cuando veo que el otro es un estorbo para mi realización personal es cuando surgen, entiendo yo, parte de estos conatos de violencia”.

“Un país rico, pero rico en problemas”

A su análisis el vicario Alberto Bustamante le sumó varias frases del exarzobispo de Santa Fe monseñor Vicente Faustino Zazpe Zarategui. “Con una fina ironía, él decía que Argentina era un país rico, pero rico en problemas, y en problemas no resueltos”, comentó.

“Él decía: ‘La patria se asombra de la virulencia de sus problemas y de la incapacidad para resolverlos’. Y terminaba diciendo: ‘Argentina no tiene paz en la superficie porque no tiene a Dios en el fondo’”, sostuvo.

“Con eso estaba diciendo que, en definitiva, Argentina no tiene un horizonte de sentido de vida, no tiene racionalidad política y social, y que ha ido perdiendo su capacidad de encontrar en las normas aquello que da cohesión social y que se ha vuelto un país anómico. Con ironía decía que en Argentina la única ley que se respeta es la ley de la gravedad”, cerró.