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La tasa de inflación de los alimentos en el país es 11 veces la de la región

Se desprende de un informe del Ieral de la Fundación Mediterránea que comparó lo que ocurre en Brasil, Uruguay, Chile, Costa Rica, Perú, Bolivia, Colombia y México. Además, el proceso en 2021 se agravó

En una semana clave en la que se conocerá el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo, después de cuatro meses con promedio de casi 4% mensual, un informe del Ieral de la Fundación Mediterránea realizado por Juan Manuel Garzón destacó que la tasa de inflación mensual de la canasta de alimentos en el país, medida en moneda local en todos los casos, es 11 veces la de la región (valor mediano) y que esa brecha actual, si bien no es nueva, se ha ampliado respecto de la que se tenía el año pasado (6 veces).

“Cuando se analiza el caso por caso de los distintos países se encuentran matices que deben mencionarse”, destaca el economista. Y detalla: 4 países muestran desaceleración (Chile, Uruguay, Costa Rica y Brasil), 3 de ellos aceleración (Perú, Bolivia y Colombia) y el último no presenta cambios (México). La tasa de inflación mensual más alta se observa en Colombia (+1,3% mensual) y la más baja, en Costa Rica (-1,0%). Brasil y Uruguay, dos países limítrofes y quizás más comparables por canastas de consumo con Argentina muestran tasas del 0,4% y 0,5% mensual en el 2021.

En Argentina la inflación en alimentos y bebidas no alcohólicas, que promediara el 3% mensual en el 2020, subió al 4,4% mensual en el 2021. Por su parte, en Latinoamérica, la inflación para el mismo rubro de bienes fue del 0,4% mensual en el 2021 (valor mediano), considerablemente más baja a la de Argentina, y además quizás lo más relevante a los fines de la columna, y también menor a la del 2020 (0,5% mensual).

El objetivo del trabajo, además de comparar las tasas de inflación, es determinar la influencia de los precios internacionales de las commodities en las distintas economías. Por eso Garzón se plantea que un interrogante relevante es si “esta revalorización global de los alimentos a nivel de comercio de frontera se está trasladando a los consumidores finales de los distintos países, particularmente en nuestra región”. Los resultados observados en términos comparativos parecen indicar que “los precios a nivel consumidor de los alimentos se muestran bastante estabilizados en la región, habiendo transcurrido ya varios meses del ciclo internacional alcista de commodities y alimentos, e incluso con varias monedas de la zona perdiendo valor (y no poco, entre el 1% y 2% de depreciación mensual en países como Brasil o Uruguay este año). La realidad de estos países revela que la elevada inflación de Argentina en estos productos (una tasa que es 11 veces la tasa media de la región) y su aceleración en el 2021 no puede estar anclada en el contexto externo y debe encontrarse una mejor explicación de ella, seguramente más asociada a la política monetaria (emisión pasada, actual o esperada en exceso a la que el mercado requiere) y/o la organización económica del país (una economía cada vez más cerrada, dependiente del sector público y con bajos incentivos para la inversión privada)”, explica el informe del Ieral.

En ese trabajo se remarca también que, según el relevamiento periódico que realiza FAO (Naciones Unidas), el valor internacional de una canasta de alimentos (que contiene un mix de productos que incluyen principales carnes, lácteos, aceites, granos y azúcar) se viene incrementando al 3,2% mensual en los cinco primeros meses del 2021, mostrando los precios una aceleración importante respecto del ritmo que tuvieran en el 2020 (+0,6% mes).

Dentro de esta canasta, los precios de los distintos grupos de productos están creciendo y acelerando su ritmo respecto del año previo, destacándose por sobre el resto los aceites (+5,9% mes) y el azúcar (+4,1% mes). “Debe aclararse que en la valorización de esta canasta FAO incluye precios de comercio exterior (precios en frontera, no son precios finales pagados por consumidor) y en muchos casos los productos son en realidad más bien insumos para la elaboración de alimentos, es decir, tampoco son productos finales, caso de cereales como el trigo o el maíz que se consumen casi en su totalidad transformados”, puntualizó.