Una verdadera aventura fue la que vivieron cinco remeros riotercerenses durante 16 días al unir Río Tercero con Capital Federal para cumplir un objetivo solidario. Arrancando en el río Ctalamochita, recorrieron con sus kayaks más de 900 kilómetros a través de cursos de agua. El desafío -que terminaron de completar ayer con la llegada al Río de la Plata- tuvo como finalidad recolectar últiles escolares para niños de escasos recursos de la zona.
Los protagonistas del periplo fueron Eduardo Germanetto y su hijo Enzo, Alberto Charras y su hijo Leonardo y Jorge Pobor. Junto a ellos viajó un equipo de apoyo formado por Ignacio Luque y Antonio Teiler.
El grupo arribó a Puerto Madero ayer y la postal de la llegada estuvo pintada de sonrisas, alegría y gran satisfacción tras lograr la meta.
“Fue una aventura hermosa y la llegada fue muy emocionante. Sentir el objetivo cumplido fue impagable”, dijo Eduardo Germanetto en diálogo con Puntal. “Es muy lindo ver todos los mensajes que la gente nos envía a través de nuestra página de Facebook e Instagram dándonos aliento todo el tiempo y también para colaborar con nuestra causa. Todavía no tomamos dimensión de la repercusión, pero se ha hecho una movida muy grande”, señaló el remero.
Un grupo de amigos
Los kayakistas más experimentados vienen compartiendo travesías desde los años 80 y fue entonces cuando realizaron el primer viaje hacia el Río de la Plata. Con motivo de cumplirse tres décadas del recorrido, decidieron repetirlo pero está vez sumando a sus hijos.
“Nos conocemos desde los años 70. Todos coincidimos en que nos gustaba el canotaje y de ahí surgió el tema de hacer travesías. La primera que hicimos en los 80 fue a Rosario. Después hicimos un viaje similar a este último a Buenos Aires y también nos fuimos hasta Punta del Este. Ahora que se cumplieron los 30 años de nuestra primera travesía a Buenos Aires decidimos volver a hacerlo, pero esta vez con un objetivo solidario”, relató Eduardo.
En este sentido, remarcó: “Todos somos scouts y tenemos el servicio como una forma de vida, así que decidimos darle este objetivo de la recolección de útiles para los chicos que lo necesiten”.
La colecta de los materiales escolares comenzó en la misma salida del balneario en Río Tercero y la campaña se extendió durante la realización del viaje mediante grupos de amigos, gimnasios y comercios, según relató el kayakista. “Le pedimos a la gente que fuera a despedirnos que llevara los útiles escolares. Mientras hicimos la travesía -mediante las notas que nos hacían los medios locales- les solicitábamos a los vecinos los útiles. Dejamos las direcciones particulares para que la gente siguiera aportando. Y ahora que recién llegamos a Río Tercero damos una vuelta para que quienes nos reciban nos puedan estar acercando las donaciones”, aclaró.
Se mostró conforme con la respuesta de los vecinos y destacó que hasta el momento tienen importantes colaboraciones.
“Para repartir los útiles nos vamos a reunir con Acción Social y también con la Inspectoría de Zona para que nos digan sobre las necesidades de los chicos. Personalmente iremos a llevar los útiles a los niños que lo necesiten”, explicitó Eduardo.
El periplo
La travesía duró 16 días, con un promedio de 8 horas de remo diario. “Esto implica unas 10 a 12 horas en el agua. Remábamos 2 horas, parábamos un ratito a la orilla y remábamos otro tanto. Es decir que salíamos a los 8 de la mañana y llegábamos a los destinos a las 5 o 6 de la tarde”, contó Eduardo.
De esta forma, el recorrido se realizó cruzando los cursos de los ríos Ctalamochita, Carcarañá, Coronda, Paraná y Río de la Plata.
Así, los cinco remeros repitieron los pasos de la primera expedición europea que llegó al corazón de lo que es hoy el centro de nuestro país. “No teníamos idea de que la expedición de Caboto había hecho este mismo tramo. Nos enteramos ahora por los medios que reflejaron nuestro viaje y recordaron esto”, admitió el kayakista.
Luciana Panella. Redacción Puntal
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El grupo arribó a Puerto Madero ayer y la postal de la llegada estuvo pintada de sonrisas, alegría y gran satisfacción tras lograr la meta.
“Fue una aventura hermosa y la llegada fue muy emocionante. Sentir el objetivo cumplido fue impagable”, dijo Eduardo Germanetto en diálogo con Puntal. “Es muy lindo ver todos los mensajes que la gente nos envía a través de nuestra página de Facebook e Instagram dándonos aliento todo el tiempo y también para colaborar con nuestra causa. Todavía no tomamos dimensión de la repercusión, pero se ha hecho una movida muy grande”, señaló el remero.
Un grupo de amigos
Los kayakistas más experimentados vienen compartiendo travesías desde los años 80 y fue entonces cuando realizaron el primer viaje hacia el Río de la Plata. Con motivo de cumplirse tres décadas del recorrido, decidieron repetirlo pero está vez sumando a sus hijos.
“Nos conocemos desde los años 70. Todos coincidimos en que nos gustaba el canotaje y de ahí surgió el tema de hacer travesías. La primera que hicimos en los 80 fue a Rosario. Después hicimos un viaje similar a este último a Buenos Aires y también nos fuimos hasta Punta del Este. Ahora que se cumplieron los 30 años de nuestra primera travesía a Buenos Aires decidimos volver a hacerlo, pero esta vez con un objetivo solidario”, relató Eduardo.
En este sentido, remarcó: “Todos somos scouts y tenemos el servicio como una forma de vida, así que decidimos darle este objetivo de la recolección de útiles para los chicos que lo necesiten”.
La colecta de los materiales escolares comenzó en la misma salida del balneario en Río Tercero y la campaña se extendió durante la realización del viaje mediante grupos de amigos, gimnasios y comercios, según relató el kayakista. “Le pedimos a la gente que fuera a despedirnos que llevara los útiles escolares. Mientras hicimos la travesía -mediante las notas que nos hacían los medios locales- les solicitábamos a los vecinos los útiles. Dejamos las direcciones particulares para que la gente siguiera aportando. Y ahora que recién llegamos a Río Tercero damos una vuelta para que quienes nos reciban nos puedan estar acercando las donaciones”, aclaró.
Se mostró conforme con la respuesta de los vecinos y destacó que hasta el momento tienen importantes colaboraciones.
“Para repartir los útiles nos vamos a reunir con Acción Social y también con la Inspectoría de Zona para que nos digan sobre las necesidades de los chicos. Personalmente iremos a llevar los útiles a los niños que lo necesiten”, explicitó Eduardo.
El periplo
La travesía duró 16 días, con un promedio de 8 horas de remo diario. “Esto implica unas 10 a 12 horas en el agua. Remábamos 2 horas, parábamos un ratito a la orilla y remábamos otro tanto. Es decir que salíamos a los 8 de la mañana y llegábamos a los destinos a las 5 o 6 de la tarde”, contó Eduardo.
De esta forma, el recorrido se realizó cruzando los cursos de los ríos Ctalamochita, Carcarañá, Coronda, Paraná y Río de la Plata.
Así, los cinco remeros repitieron los pasos de la primera expedición europea que llegó al corazón de lo que es hoy el centro de nuestro país. “No teníamos idea de que la expedición de Caboto había hecho este mismo tramo. Nos enteramos ahora por los medios que reflejaron nuestro viaje y recordaron esto”, admitió el kayakista.
Luciana Panella. Redacción Puntal