La guerra en Ucrania cumple hoy un año sin un final a la vista, con las fuerzas rusas presionando para una nueva ofensiva en el este y las ucranianas confiadas en repelerla gracias a la nueva asistencia militar de Occidente que por primera vez incluye tanques.
El 24 de febrero pasado, el presidente ruso Vladimir Putin anunció una "operación militar especial", nombre con el que el Kremlin designa a la invasión a gran escala bajo el argumento de “desmilitarizar y desnazificar” a Ucrania para ayudar a los separatistas prorrusos del este.
Pese a la amenaza de una "respuesta inmediata" para todos los gobiernos que intervinieran, las potencias nucleadas en la OTAN calificaron la guerra de “injustificada y no provocada” y rápidamente dieron su apoyo al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, quien aseguró que el objetivo de la ofensiva es “borrar” a Ucrania y su historia.
Además de asistir financiera y armamentísticamente a Kiev, Occidente avanzó en sanciones contra Rusia (la Unión Europea está por aprobar el décimo paquete) con contrasanciones lanzadas también desde el lado ruso que en conjunto polarizaron la geopolítica mundial y profundizaron la crisis alimentaria y energética global.
En una primera etapa, la invasión intentó ingresar en la capital Kiev y en Jarkov, la segunda ciudad en importancia, pero el fracaso llevó a Rusia a fines de marzo a replegar sus operaciones al Donbass, región donde se ubican las provincias de Donetsk y Lugansk de mayoría prorrusa y en conflicto desde 2014, año en el que además el Kremlin se anexó la península de Crimea.
Entre agosto y noviembre la contraofensiva ucraniana reconquistó gran parte del terreno que había perdido, mientras que con la llegada del invierno boreal arrancó una fase de guerra de trincheras, caracterizada además por numerosos bombardeos rusos sobre infraestructuras energéticas, claves para sobrevivir las temperaturas bajo cero.
La reagrupación rusa, tras sumar soldados con el llamado a la movilización parcial decretado por Putin y el mayor protagonismo del grupo paramilitar Wagner, intensificaron los combates en las últimas semanas.
Así como no hay certezas de qué ocurrirá en la línea del frente en el futuro cercano, tampoco existen datos precisos de las consecuencias de lo ocurrido hasta ahora: el número de bajas es difícil de precisar sin balance oficial, aunque Noruega estimó recientemente unos 180.000 soldados rusos muertos o heridos y unos 100.000 militares ucranianos también fallecidos o heridos.
En cuanto a los civiles, la ONU indicó que hay más de 8.000 fallecidos y 13.300 heridos, aunque reconoce que los números reales son más altos.
La guerra provocó además el mayor éxodo dentro de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, con cerca de ocho millones de personas de desplazados internos y cerca de 5,9 millones que buscaron refugio en otros países, de acuerdo con datos de la ONU.
Crímenes de guerra
Por otro lado, la ocupación rusa de la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, elevó el temor a que haya una catástrofe atómica por un error humano o por los bombardeos, de los que Moscú y Kiev se acusan mutuamente. Esa amenaza nuclear resurgió esta semana ante el anuncio de Putin de suspender la participación de Rusia del tratado de desarme nuclear Nuevo Start firmado con Estados Unidos.
Por su parte, la Corte Penal Internacional y Naciones Unidas investigan posibles crímenes de guerra, denuncias realizadas mayormente contra Rusia, que incluyen ataques contra infraestructura civil, asesinatos masivos de la población, tortura, ejecuciones, violación de mujeres y uso de armamento prohibido.
En ese sentido, este año de guerra dejó hechos como el asedio a la ciudad de Mariupol, la denuncia de fosas comunes en la localidad de Bucha, la explosión en el puente de Crimea, símbolo de la anexión rusa de la península, y el bombardeo a la cárcel de Olenivka, que albergaba prisioneros ucranianos, entre otros.
Las negociaciones de paz están rotas oficialmente desde fines de marzo y ahora es China, tras los intentos de Turquía y los ofrecimientos del Vaticano, la que intenta oficiar de mediador para restablecer el diálogo.