El acuerdo que permite la salida de granos ucranianos a través del Mar Negro quedó ayer herido de gravedad ante el anuncio de Rusia de que no aceptará prorrogarlo, disconforme con lo que considera trabas a sus propias exportaciones de fertilizantes y productos agrícolas, aunque dejó abierta la chance de volver a un entendimiento si es "satisfecha" la demanda de Moscú.
La decisión de Rusia de terminar con el acuerdo que permitió sacar, hasta acá, cerca de 33 millones de toneladas de cereales de los puertos ucranianos, a pesar del conflicto, fue cuestionada por los Estados Unidos, la Unión Europea y el jefe de la ONU, Antonio Guterres.
"El acuerdo del mar Negro ha terminado de facto hoy", dijo a la prensa el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, aunque aclaró que "tan pronto como la parte relativa a Rusia esté satisfecha, el país volverá inmediatamente" al convenio sobre cereales.
En respuesta, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, declaró que su país está dispuesto a mantener las exportaciones de granos a través del mar Negro.
"Incluso sin Rusia, se debe hacer todo lo posible para que podamos utilizar ese corredor (para las exportaciones) en el mar Negro. No tenemos miedo", dijo Zelenski, según declaraciones compartidas por su portavoz, Serguei Nikiforov, en Facebook.
Instrumento clave
Firmado en julio de 2022 en Estambul y ya prorrogado en dos ocasiones, el acuerdo mediado por Turquía y Naciones Unidas que permite a Ucrania exportar sus cereales por el mar Negro posibilitó, durante el año transcurrido, sacar cerca de 33 millones de toneladas de cereales.
El entendimiento significó un alivio a los temores a una crisis alimentaria mundial.
Moscú lleva varias semanas amenazando con no prorrogarlo, con quejas por lo que, denuncia, constituyen obstáculos a sus propias entregas de productos agrícolas y de fertilizantes, y de que no se cumple el objetivo declarado del acuerdo de permitir la entrega de cereales a los países pobres.
¿Una coincidencia?
La decisión rusa de no prolongarlo se conoció unas horas después de que drones navales atacaran el puente que une Rusia con la península anexada de Crimea, clave para abastecer a los soldados rusos en Ucrania.
"El ataque en el puente de Crimea es una operación especial de los SBU (los servicios especiales ucranianos) y la Marina", afirmó una fuente de los servicios de seguridad ucranianos a la agencia AFP. Un matrimonio murió en el ataque y su hija resultó herida, según las autoridades rusas.
El puente de Kerch ya había sufrido daños en octubre de 2022, en un atentado que Moscú atribuyó a Ucrania. Kiev había negado estar detrás del ataque.
Las autoridades locales informaron de que el tráfico había sido interrumpido en el puente e instaron a los turistas a permanecer en sus casas. También animaron a los rusos que viajan hacia y desde la península, anexionada en 2014, a hacerlo por los territorios ucranianos ocupados.
El presidente Vladimir Putin pidió ayer reforzar las medidas de seguridad en el puente y prometió que su país iba a responder al ataque, “teniendo en cuenta que se trata del segundo acto terrorista en el puente de Crimea", según declaró durante una reunión gubernamental.
Moscú insistió, sin embargo, en que su decisión sobre el acuerdo alimentario no tenía nada que ver con el ataque.
Las agencias de noticias rusas se encargaron de difundir marcadamente que el gobierno rechazaba prolongar el acuerdo, cuyos principales beneficiarios fueron China, España y Turquía.
La decisión rusa provocó una oleada de reacciones internacionales.
Desde la ONU, Guterres advirtió a su vez que millones de personas iban a "pagar el precio" de esta decisión, que "afectará a las personas más pobres en todo el mundo".