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Entrevista a Julio Navarro: "Cuando se devele el misterio de la materia oscura, habrá que reescribir todo lo que se sabe de la materia ordinaria"

El argentino es uno de los nombres que figuran como candidatos para el premio Nobel de Física de este año. Es santiagueño, se formó en Córdoba y vive en Canadá hace 22 años. Es defensor de la educación pública y del trabajo de los científicos en nuestro país.

Esta semana, la compañía de datos científicos “Clarivate Web of Sciance” dio a conocer su "Citation laureates", un pronóstico anual sobre los posibles aspirantes a los premios Nobel, que se entregarán entre el 5 y el 12 de octubre. Ese relevamiento está hecho basándose en la cantidad de citas de papers que los diferentes investigadores alrededor del mundo cosechan en el último tiempo, y entre los nombres para el Nobel de Física figura el del argentino Julio Fernando Navarro.

Oriundo de Santiago del Estero, estudió en la Universidad Nacional de Córdoba y desde hace 22 años vive en Canadá. En su investigación, junto con Carlos Frenk y Simon White, ha logrado importantes avances para conocer las características de la materia oscura.

Si bien considera que las posibilidades de recibir el premio son bastante escasas, Navarro destacó que el hecho de estar en la lista de quienes figuran como candidatos ya es un gran logro. Señala que el conocimiento sobre la materia oscura es fundamental para poder comprender el funcionamiento del universo, y ejemplifica: "Vemos que el Sol, por ejemplo, se desplaza junto a muchísimas estrellas de la misma forma en una órbita más o menos circular alrededor de la galaxia, en un plano de la Vía Láctea. Para explicar ese movimiento se vuelve necesaria la existencia de una fuerza de atracción. Por tanto, es posible deducir cuánta masa hay dentro de la órbita del Sol al interior de la galaxia. Si no hay materia oscura, no se podría explicar de ninguna manera. Existen pruebas de que existe, lo único que resta es comprobarlo de forma experimental, pero estimo que no faltará mucho".

“Soy de Santiago del Estero y fui a Córdoba a estudiar en la Universidad Nacional, empecé en 1980 y me fui del país a fines del 89 cuando terminé mi licenciatura y estaba cerrando el doctorado”, cuenta sobre sus orígenes Navarro, quien agrega sobre su familia: “Somos 7 hermanos, de los cuales hay varios investigadores, uno está en el Conicet con trabajos de filosofía, otro es sociólogo y politólogo, mientras que mis hermanas son más tranquilas en ese sentido. Hace un año y medio que no voy a Argentina, iba a ir este 2020 pero se complicó con la pandemia”.

Navarro vive hace 22 años en Canadá, donde se desempeña en la Universidad de Victoria. Tiene dos hijos, uno estudiando en Boston y otro se encuentra trabajando en una ONG ambientalista de Washington.

- ¿Cómo fue su época de estudiante en Córdoba?

- La verdad que tengo muchos recuerdos de la universidad. Empecé en la época de la dictadura y para entrar en la universidad había un examen de ingreso, algo bastante complicado, pero no por la prueba, sino que porque había un cupo y había que sacar una muy buena nota para quedar. Se tomaban todos los exámenes el mismo día y yo me anoté para la carrera de Ingeniería, porque a mi madre no le gustaba la idea de que yo estudiara Astronomía. Hice el cursillo en el Imaf, que ahora es una facultad, y empecé a hacer Ingeniería el primer año. Después pedí una equivalencia y comencé a hacer las dos carreras juntas: de día Astronomía y de noche Ingeniería. Fue una época muy loca.

- ¿Qué fue lo que lo llevó a querer ser astrónomo?

- Creo que fue el calor de Santiago. De chico no teníamos aire acondicionado ni nada por el estilo, y en verano dormíamos muchas veces en el patio. Sacábamos las camas porque adentro no se podía dormir, se calentaba todo adentro en el día y a la noche el calor se mantenía. Incluso se cortaba la luz frecuentemente, y la ciudad quedaba oscura, con un cielo que se iluminaba. Los ojos se acostumbraban y las estrellas parecían cada vez más brillantes. El cielo del hemisferio sur es más bonito que el del norte, más bonito a la simple vista. Me pasaba que miraba en un momento, cerraba los ojos y al rato las estrellas no estaban en el mismo lugar, habían cambiado. La luna a veces venía y otras no, yo no entendía qué pasaba, y pensé en estudiarlo de grande. Desde los 10 años ya sabía que sería astrónomo.

- Incluso imagino que no había tanto acceso a la información como hay ahora con las redes.

- Me acuerdo que había conseguido en la biblioteca pública un libro de astronomía que me leí completo, y seguí leyendo textos de divulgación más amateur. Después en la secundaria me interesé un poco más y las profesoras de Física y Matemática me apoyaron bastante, me dieron libros para leer, y bueno, de a poco me fui metiendo más en serio en el tema. Así fue cómo decidí ir a Córdoba a estudiar.

- En varias oportunidades destaca el valor de la educación pública, ¿cuál es la importancia de contar con este tipo de enseñanza?

- En dos sentidos. Por un lado, toda persona que triunfa lo hace, en realidad, en los hombros de todos lo que lo ayudaron, y yo no soy una excepción para nada. En el caso de la universidad pública, si no hubiera sido gratuita, no hubiera podido estudiar para nada. Somos 7 hijos, y si bien no éramos pobres, mi madre tenía 3 trabajos, éramos muchas bocas que alimentar. Sin la posibilidad de una universidad pública y gratuita no estaría acá para nada. También debo resaltar el hecho de que casi todas las mejores universidades del mundo son públicas, con la excepción de Estados Unidos, que es un caso muy particular. En Canadá trabajo para una universidad pública (la de Victoria), soy empleado del gobierno, de hecho aquí no hay universidades privadas. Es una realidad que va cambiando en cada país, pero lo mismo sucede en muchos lugares, como en Inglaterra, donde residí durante muchos años, donde las mejores universidades son públicas.

- En este marco, ¿qué análisis hace del investigador y el científico argentino?

- Tengo mucho respeto para la gente que está allá, es un sistema más difícil. En mi época funcionaba muy bien la formación de grado, teníamos una formación muy sólida, el problema era después, al momento de la investigación, pasar de aprender a generar conocimiento nuevo, una transición difícil que en aquel momento no estábamos bien. Ahora, creo tampoco estamos mucho mejor, porque es algo que no sólo requiere de la inversión de dinero, sino que de una inversión inteligente de recursos, no alcanza con contratar gente, sino que hay que darles las herramientas adecuadas, para que puedan participar e involucrarse en un sistema científico internacional que es más grande que el nuestro. La falta de dinero descorazona a mucha gente, que pierde el entusiasmo y debería ser más reconocida. Eso se cambia con más inversión y más inteligencia.

En el exterior

Luego de su paso por Córdoba, Navarro viajó a la Universidad de Harvard en Estados Unidos y después a Cambridge en Inglaterra. Pasó por Tucson en Arizona (EE.UU.) y luego se estableció en Canadá. “Si bien siempre pedimos más dinero para la investigación, acá estamos muy cómodos, creo que como los salarios son buenos, no tengo que tener otro trabajo para una mejor calidad de vida y puedo concentrarme en la investigación, que es una labor que requiere de mucha paciencia, mucho tiempo y muchos años”, señaló.

- ¿Cómo es la vinculación con Carlos Frenk y Simon White, con quienes comparte esta candidatura al premio?

- Yo trabajaba con ellos en la Universidad de Durham (Inglaterra), Frenk y White se conocían bastante. En realidad yo salgo de Argentina por Simon, a quien conocí en una pequeña escuela que hicimos en Córdoba en 1986, lo invité siendo estudiante universitario y él aceptó viajar a Argentina, algo que fue muy sorprendente. Después, con sus recomendaciones fui a Harvard y luego a Cambridge. Todavía trabajamos juntos, hacemos papers en colaboración.

Navarro comenta que siguen vinculados y haciendo juntos su investigación, pero ahora desde la distancia, porque están viviendo muy alejados: Frenk está en Inglaterra y White se acaba de retirar en Múnich (Alemania). Juntos han logrado importantes avances en la investigación sobre materia oscura, que es lo que los ha llevado a figurar entre los posibles nombres de quienes pueden ganar el Nobel.

- ¿Cómo se puede explicar su investigación a quienes no están en la temática?

- La materia oscura es una materia que sabemos que existe, por sus efectos gravitacionales y sabemos que no es ordinaria, que no interacciona con la luz porque es completamente transparente. Lo que no sabemos es qué otro tipo de interacción puede tener con la materia ordinaria que no sea la gravitatoria. Lo que hacemos es tratar de modelar ciertas posibilidades para la materia oscura, y como conocemos las propiedades del universo desde sus principios, cerca del “Big Bang”, lo que podemos hacer es poner las hipótesis sobre la materia oscura en la computadora, evolucionar todo desde el momento temprano del universo hasta ahora, y ver si dadas esas propiedades encontramos lo que observamos. Si no funciona, cambiamos las propiedades y vamos aprendiendo. Lo que nosotros hicimos fue darnos cuenta de que no importaba qué tipo de materia oscura tuviéramos, la forma en la que se aglomera, como cuando la leche se echa a perder y se le forman grumos, por la fuerza gravedad se aglomera en la medida que el universo se expande y en esos cúmulos llamados “halos de materia oscura”, es donde se forman las galaxias. Sin materia oscura no habría galaxias, no habría nada.

- ¿Cómo se lleva adelante este tipo de investigaciones en lo cotidiano?

- Es un trabajo con mucha computación, se usan modelos numéricos y después los analizamos. Lo que pasa es que estos modelos ahora son tan avanzados y fidedignos que se generan observaciones ficticias, armamos galaxias en las computadoras, y después las miramos y comparamos con datos que se recaban de la misma forma, con filtros, instrumentos. Eso nos permite contrastar las galaxias que se observan y definir qué funciona bien y qué mal.

- ¿Qué tipo de aplicaciones tiene luego este tipo de investigaciones?

- Uno de los grandes problemas de la física en la actualidad es la materia oscura, que no encaja dentro de las teorías que tenemos de la estructura del átomo, como que falta algo, porque no podemos explicar el 90% de la materia del universo (se estima que la cantidad de materia de luz que llega del sol y la materia ordinaria no es mayor que el 4% de toda la materia del universo, que el resto se divide en la materia oscura, que tiene gravedad y hace que las cosas puedan existir, y la energía oscura), lo que sí sabemos es que cuando se devele este misterio tendremos que reescribir lo que sabemos de la materia ordinaria. Ahora no tiene una implicancia directa en las aplicaciones tecnológicas, pero dentro de 50 o 100 años, ese nuevo saber de cómo funcionan de verdad los átomos y las partículas subatómicas nos llevará a grandes avances. Yo sé que no investigo para mí o para mis hijos, sino que para mis nietos y bisnietos.