Estudiantes de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) volverán a reunirse mañana a las 14 horas en la fotocopiadora del campus, como ya lo hicieron en otras tantas ocasiones durante este año, para poner en discusión la situación del transporte público.
“Los estudiantes de la Universidad utilizamos el transporte público como medio para llegar al campus a estudiar, pero no tenemos un servicio a la altura de lo que podamos considerar ‘un derecho’, los horarios no se cumplen, los coches se rompen constantemente y los pocos que circulan transitan colapsados, limitando el acceso de toda la comunidad en general”, hicieron saber desde el grupo Estudiantes en Lucha.
Los organizadores de la convocatoria señalaron que “en 2019 la poblacion estudiantil era de 11 mil y contaba con 7 lineas de urbanos”, y añadieron que “en el presente año es visible un amplio incremento de la población que apuesta a la educación pública en busca de un mejor futuro profesional y de la comunidad, pero nos encontramos en una situación que solo dificulta nuestra permanencia, y por tanto, atenta contra nuestros derechos y el sentido de la educación pública”.
Pocas líneas y alta demanda
En declaraciones a Puntal Villa María, Agostina Boiero, estudiante de la UNVM, explicó que en el ámbito de Universidad se hicieron reuniones durante todo el año para encontrar una solución al problema del servicio.
“Las razones en general son las pocas líneas de colectivos que hay para la universidad en relación con la cantidad de demanda y de estudiantes que asisten y toman el colectivo, como también los aumentos del boleto, lo cual nos afecta ya que por un lado hay estudiantes que aún hoy no tienen su Boleto Educativo Gratuito”, manifestó la joven.
“Ante estos reclamos, que nos parecen muy básicos, se suma la señalizacion de las paradas, el cumplimiento de horarios, el apoyo hacia los choferes y trabajdores, que sabemos han estado en conflicto últimamente por su salario”, añadió.
Boiero dijo que, como medidas, a principio de año se realizaron reuniones y asambleas entre estudiantes, de las cuales surgió la organización de una marcha frente al Centro de Transferencia. “Luego de eso logramos mantener un contacto y reuniones periódicas con algunos administrativos de Transbus, de la Universidad y la Municipalidad”, sostuvo.
Y sumó: “Para antes del receso de invierno llegamos a conseguir seis líneas de colectivos, simplemente con comunicarnos. Pero luego del receso y el aumento del boleto se cortaron las reuniones. A partir de ahí empezamos a observar que de las cinco líneas que estaban registradas hacia la universidad, solo tres funcionan en la semana”.
“Esto conlleva a que las paradas se llenen de gente, al igual que los colectivos, por lo tanto a veces pasan de largo y tenés que esperar una hora reloj a que vuelvan. Aparte de llegar tarde a clases, también comenzamos a preocuparnos por nuestra seguridad, ya que los móviles sobrepasan su capacidad y se rompen en la calle”, remarcó.