“Corea del Norte es de vinalón; duro, irrompible, difícil de teñir”

Doctora en Ciencias Políticas e investigadora, María de los Ángeles Lasa dará una charla sobre la situación del país asiático. Será el jueves 26 a las 19.30 en la flamante Biblioteca Alberto Catureli, en Lisandro de la Torre 86

¿Cómo es que una joven villamariense tiene un interés rayando en la obsesión por Corea del Norte?

A la génesis de ese entusiasmo hay que buscarlo, como casi siempre pasa, muy atrás en el tiempo. Y en el caso de María de los Ángeles Lasa, esa profundidad temporal hunde sus raíces en los días de infancia.

“Fue en 1988. En un documental de la BBC escuché que en Corea del Norte estaba prohibido usar reloj pulsera. Yo tenía 12 años y desde entonces no dejé de pensar en ese país. Y te juro que me obsesioné. ¡Había un régimen que controlaba incluso el tiempo!”.

-¿Y cómo siguió esa obsesión?

-Durante los veinte años que siguieron, leí todas las noticias disponibles sobre ese país, cuyo nombre entero es República Popular Democrática de Corea (DPRK). Incluso me compré libros de académicos especialistas y vi decenas de documentales. Y como la obsesión no conoce de límites, en 2017 me decidí a visitar el país”.

-La situación actual de Corea del Norte es muy parecida a la de la Unión Soviética durante la Guerra Fría ¿no es así?

-Totalmente. Yo siempre digo que nací en la década equivocada. Debería haber nacido en los '60 parapoder visitar la URSS. Soy una absoluta fanática de la Guerra Fría. Pero como nací en 1986 y tenía apenas tres años cuando cayó el Muro, visitar Corea del Norte fue lo más cerca que estuve de una experiencia “soviética”. 

-¿Qué cosas te obsesionan de países como Corea del Norte o la ex Unión Soviética?

-Creo que como buena internacionalista y politóloga me fascinan las estructuras de poder; el modo en que se ordena y reparte el poder en esas sociedades y los mitos que los justifican. Y Corea del Norte tiene una ingeniería del poder que se parece mucho a un mundo bipolar que ya no existe.

Corea 0 - Argentina 0 

-¿Cómo están las relaciones entre Corea del Norte y nuestro país? 

-La última vez que Argentina y Corea del Norte mantuvieron relaciones bilaterales fue en 1973. Ese año, Cámpora inició el acercamiento. E incluso Isabelita viajó a Pyongyang con López Rega. Tiempo después, Corea del Norte abrió su embajada en Buenos Aires, en Palermo. Pero en 1977 y ya en el contexto del gobierno militar, los norcoreanos se retiraron de Argentina después de prenderle fuego a la embajada. A raíz de esa retirada intempestiva y violenta, Videla se molestó mucho y decidió cortar relaciones. 

-¿Hubo acercamientos después?

-Durante la presidencia de Menem hubo un intento de acercamiento. Y de eso voy a hablar en la charla. También se ha dicho recientemente que Cristina Fernández de Kirchner intentó establecer relaciones comerciales con Kim Jong Un, pero nunca hubo declaraciones oficiales de parte de ningún país. Sin embargo, en uno de los dos supermercados oficiales de Pyongyang, se pueden conseguir jugos Baggio de pera y durazno.

-¿Y cómo lo explicás?

- ¡Es muy llamativo! A Corea del Norte se lo llama el “Reino hermético” porque está aislado del mundo desde hace más de 70 años. Pero está claro que, por lo menos, venden jugos de nuestro país.

 -¿Todos los coreanos que vemos en Argentina son del Sur?

-Sí, son todos surcoreanos y vinieron con la oleada migratoria de los '80 después de una fuerte recesión. Sin embargo, el primer contingente de migrantes oficialmente recibidos por Argentina en 1956, fue el integrado por 12 prisioneros de guerra norcoreanos que no aceptaron los términos del Armisticio firmado en 1953 entre las dos Coreas. Y por eso pidieron iniciar sus vidas lejos de su país. 

-¿Y después?

-Después de ellos, al menos oficialmente, no hay migrantes norcoreanos por la sencilla razón de que está prohibido abandonar Corea del Norte. Si lo hacés, sos un desertor. Y si te deporta China, por ejemplo, te enfrentás a cargos durísimos. Desde trabajos forzados a pena de muerte.

Las armas secretas de Kim Jonj Un 

-El presidente de Corea del Norte es trístemente célebre por las armas nucleares y sus amenazas a los Estados Unidos. ¿Hay una “nueva guerra fría”? 

-Mirá, mi charla será fundamentalmente sobre este asunto y no quiero “spoilear” mucho. Pero te podría decir que Corea del Norte sigue articulando su política exterior como si el mundo aún fuera bipolar. En el mundo de Guerra Fría, el pánico a la mutua destrucción asegurada era constante. Y Corea del Norte se sigue pensando desde allí. Intuye que sin armas nucleares simplemente desaparecería. ¡E intuye bien! 

-¿Por qué lo decís?

-Porque tener armas nucleares es un “seguro de vida” para el régimen de los Kim. Y es el único atributo de poder que explica el por qué siguen en pie. Incluso después de que el bloque soviético se desmoronara. Sin embargo no basta con tener armas. Hay que hacer creer que van a usarlas. 

-¿Cómo es esto?

-En la charla voy a explicar en qué consiste la “diplomacia del chantaje” que Corea del Norte implementa desde la década del '60. Según este esquema, el país produce y gestiona sus propias crisis para obtener beneficios incrementales. Es un juego que los Kim están jugando desde hace décadas. Y lo juegan mejor que nadie. Incluso mejor que Trump, que está convencido de que controla la situación cuando en realidad es al revés.

Apuntes sobre un país desconocido

-¿Cómo describirías Corea del Norte a un principiante?

-Cuando volví de Corea del Norte, decidí escribir una crónica de viaje que titulé “País de vinalón”. Creo que ese título explica mucho lo que sentí. Y te explico. En 1939, en un laboratorio japonés de investigación química, el coreano Ri Sung Gi desarrolló una fibra sintética que era dura, resistente, brillante, difícil de teñir, irrompible y costosa de producir. Pero no era sencillo encontrarle un uso comercial en el contexto de economías capitalistas donde la premisa es consumir y descartar. Pero en 1954 y con el apoyo de la República Democrática de Alemania, Ri Sung Gi se radicó en Corea del Norte y recibió financiamiento para comenzar a producir vinalón a escala industrial. Desde entonces, el vinalón se ha convertido en una herramienta de propaganda norcoreana para demostrar los éxitos productivos del país de los Kim.

-¿Eso explicaría el pensamiento de los norcoreanos?

-Me es difícil decir cómo piensa un norcoreano porque los turistas tienen prohibido hablar con ellos. Pero uno puede darse una idea leyendo “La acusación” de Bandi o viendo el documental “Under the sun” de Mansky, que está en Netflix. 

  -¿Conclusión?

-Mi conclusión es, como te dije antes, que Corea del Norte es un país de vinalón: duro, resistente, irrompible y difícil de teñir. Es un país muy gris, muy rígido y brutalmente impiadoso. Es pobre, muy pobre, y muy rural. Y hay dos cosas omnipresentes: las imágenes de los líderes y los altoparlantes con propaganda política. Y eso no es poco ¿no?

Iván Wielikosielek. Redacción Puntal Villa María.

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